El programa Superación Cultural en las FAR se propone mantener el vínculo con el estudio de quienes aplazan sus carreras por cumplir con el servicio militarLa primera sorpresa que atrapó al joven soldado Freddy Herrera, enfundado en su flamante uniforme verde olivo, fue cuando no encontró la más mínima similitud entre el confort de aquella camioneta, en la cual realizó sus pininos laborales, y la impresionante conjugación de acero y tecnología que representa un tanque de combate.
Pero no se trataba ni mucho menos de buscar comodidad, pues su disposición para cumplir con el Servicio Militar Activo (SMA) fue bien firme desde el principio, sino de su natural impaciencia por poner en práctica los conocimientos adquiridos en el politécnico, donde se graduó como Técnico Medio en Transporte Automotriz.
«Estudio y defiendo a mi Patria», expresa el soldado Yusmani Ríos. Algo similar le sucedió a Yusmani Ríos, titulado como Técnico en Informática, cuando ante el llamado del deber pensó que se alejaría por completo de los trajines al frente de sus computadoras, en el laboratorio del instituto pre universitario en el campo en el cual laboraba, y donde ya soñaba con convertirse en ingeniero.
Sin embargo, según ellos mismos cuentan, el mayor asombro lo recibieron apenas pusieron un pie en una gran unidad de tanques perteneciente al Ejército Oriental adonde fueron destinados, y cuando conocieron que serían de los jóvenes favorecidos con el programa conocido como Superación Cultural en las FAR.
Con apreciables resultados en aquellas unidades militares donde ha sido puesto en práctica, su fruto primordial es haber mantenido el vínculo con el estudio de los jóvenes soldados que deben aplazar el comienzo de sus carreras, u optarán por estas mediante la Orden 18 del Ministro de las FAR.
El personal acogido a esta Orden se beneficia con el Programa a partir de los seis meses de cumplimiento del servicio militar, en tanto, los diferidos ingresan como parte de la preparación establecida para las unidades.
En ese mando el Programa ya lleva año y medio de iniciado. Las experiencias durante el segundo curso fueron valoradas positivamente por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en una reciente visita a este enclave, reconocido con la Orden Antonio Maceo y que lleva el nombre de la Gloria Combativa Protesta de Baraguá.
La labor docente dentro de las unidades ha sido posible gracias a la estrecha coordinación entre los mandos y las sedes universitarias y pedagógicas municipales.
Propuesta hecha realidadLa tarea de la superación cultural de los jóvenes que cumplen su SMA en la institución armada surgió como resultado de las reflexiones del General de Ejército Raúl Castro, cuando era ministro de las FAR, sobre el paso por este servicio de los jóvenes bachilleres con carreras universitarias y otras categorías de personal.
La conveniencia de que estos jóvenes siguieran vinculados a los estudios, y los demás continuaran superándose durante su permanencia en el servicio, fue planteada por Raúl en conversación con el primer secretario de la UJC, Julio Martínez, y el jefe de la Dirección Política de las FAR, general de división José A. Carrillo Gómez.
Durante un recorrido por el territorio del Ejército Occidental entre los días 14 y 18 de diciembre de 2004, Raúl indicó estudiar la factibilidad de que los jóvenes, mientras permanecieran en el Servicio Militar Activo, recibieran una preparación que les permita elevar el nivel escolar, para dar continuidad a estudios superiores o estar en mejores condiciones de reinsertarse laboralmente en la sociedad.
Sobre esa base orientó realizar las readecuaciones necesarias en los planes de preparación y disposición combativas.
El soldado Adalberto Toledo, de 20 años de edad, confiesa que aunque no posee computadora en casa, en la sala de Informática de su unidad tiene establecido un horario que como nunca antes le ha permitido «cacharrear» a su gusto.
Se refiere a las posibilidades que le ofrece la base de datos instalada en los equipos, con una diversa gama de materiales metodológicos y de consulta.
Entre los que JR pudo «cliquear» se hallaban incluso algunos documentos emitidos por la Universidad de Oriente, para la promoción de doctorados y maestrías en varias especialidades.
«Las horas de clases y de estudio individual son para mí las más felices. Me siento como si estuviera nuevamente en el aula de la sede pedagógica Julio Trigo López, en Contramaestre, donde me formé como Profesor General Integral», confiesa el joven de 19 años de edad Luis Alberto Díaz Leyva.
De esta forma el mismo Yusmani, por sus conocimientos de Informática, ahora sigue siendo de gran ayuda para el profesor de Computación, en tanto el soldado Adalberto López nos cuenta que con esta nueva oportunidad puede refrescar los conocimientos del preuniversitario y estar más en forma para enfrentarse a la universidad.
Sobre cómo se han ido armonizando estas actividades con las misiones de la preparación combativa, el teniente coronel Luis Carlos Blanco Tamayo, jefe de la especialidad en la Gran Unidad de Tanques, explicó que además de contar con los medios materiales indispensables, se impone una impecable planificación y organización de las tareas.
«Cada combatiente acogido a este Programa realiza dos encuentros mensuales de clases, de ocho horas de duración cada uno, mediante el sistema de semipresencialidad. Participan, además, en dos frecuencias de estudio individual y otras de tiempo de máquina. El resto se le dedica a la preparación combativa y política. Cuentan con 15 aulas, dos laboratorios de Computación, así como con los medios audiovisuales necesarios.
«Solamente durante los períodos de maniobras combativas, ejercicios de tiro y salidas al terreno, los soldados no acuden a las aulas, precisamente porque estamos asegurando la preparación y disposición combativa de nuestra unidad», enfatiza el oficial Blanco Tamayo.
Superarse a sí mismoLas anécdotas más reconfortantes las aportan siempre los profesores, al recordar, por ejemplo, cómo a aquellos alumnos que estuvieron enfermos o que por otras causas no pudieron examinarse, no les pierden ni pie ni pisada hasta vencer la materia.
«Los soldados están muy motivados», sentencia Virginia Cintrón Suárez, el alma de este Programa en la unidad, y ya no solamente por ser la coordinadora de la tarea, como pedagoga de la sede universitaria en el municipio, sino por su visible entusiasmo al relatarnos lo que hace.
«No niego que sentimos dudas de poder lograrlo, pues no se ajustaba estrictamente a los procesos que se llevaban a cabo en una sede universitaria —explica—. Fue un reto acoger a una matrícula de 800 soldados, pero afortunadamente todo ha fluido bien, gracias a la entrega y la responsabilidad del colectivo.
«Lo primero fue categorizar a nuestros profesores. Hoy los tenemos en distintas especialidades. Hay médicos, jubilados, cuadros juveniles y hasta oficiales.
La sala de informática tiene un horario que facilita el aprendizaje de los soldados Para cumplir con el programa docente, los soldados fueron organizados en grupos, según su perfil, ya sea pedagógico o no. Así, por ejemplo, los de las carreras de Humanidades reciben Español e Historia, y los vinculados a la Pedagogía reciben además Formación Pedagógica; a los de Ciencias Naturales se les imparte Biología, Historia de Cuba y Computación.
«Sobre la marcha hemos incorporado también un programa de Idioma Inglés, de manera opcional o complementaria, en el cual se pueden consultar los materiales de los cursos de Universidad para Todos», agregó Virginia.
Y se trata, por demás, de que hace ya mucho tiempo en nuestro país es casi imposible encontrar a un soldado en activo que no posea algún grado de escolaridad vencida o no haya cursado alguna especialidad, tras concluir el noveno grado.
Lo cierto es que no siempre fue así. Lo saben bien todavía muchos trabajadores, oficiales de las FAR, e incluso licenciados universitarios, quienes aprendieron a leer y a escribir a su paso por las unidades militares que, con la Revolución, se convirtieron también en escuelas.
Por eso este nuevo empreño acogido también en las filas de las FAR es una muestra más de la voluntad política que existe en nuestra Patria para asegurar que las nuevas generaciones disfruten de todas las posibilidades para su desarrollo espiritual e intelectual, porque además de hacerlos más libres, también la sabrán defender mejor cada día.