17
Forja de voluntades es el título de un libro singular. En sus páginas, que reflejan la importancia de la voluntad y el valor del empeño, se compila por primera vez parte de la historia del deporte para atletas discapacitados en Cuba.
La presentación del volumen tuvo lugar en la tarde de este martes en la sala Frank Emilio de la Biblioteca Nacional José Martí. Su autor, el fotorreportero Armando Hernández López, agradeció la oportunidad de concretar este proyecto, deseado durante años.
Reunidos en un panel, Ida Escalona del Toro, presidenta de la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (ACLIFIM) y Eduardo González Pérez, vicepresidente de la Asociación Nacional de Sordos de Cuba (ANSOC), se refirieron a los muchos programas de atención a personas con discapacidad que existen en Cuba, y a la importancia de su inserción en la sociedad.
A su vez, Arnaldo Rivero, presidente de la Dirección de Docencia del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), manifestó la posibilidad de realizar un segundo volumen, que abarque la historia de este movimiento deportivo en Cuba antes y durante la primera década del triunfo revolucionario, pues la primera iniciativa solo reúne datos desde 1973 hasta la fecha.
Esta primera edición, patrocinada por el INDER y la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), consta de 12 000 ejemplares, los cuales serán distribuidos en los centros deportivos y en la red de bibliotecas del país.
«Estamos muy agradecidos por este libro, sin el cual la labor de los deportistas discapacitados permanecería casi en el anonimato», expresó el legendario Enrique Cepeda, seis veces recordista mundial en triple salto y longitud, multicampeón paralímpico y Gloria del Deporte Cubano.
El origenEn la década del 70, siendo el doctor Rodrigo Álvarez Cambra jefe del Grupo Nacional de Rehabilitación y Director del hospital ortopédico nacional Frank País, se preocupó porque los discapacitados practicaran deportes como una terapéutica de rehabilitación que ayudara a su recuperación moral y psicológica.
Así, según narra el propio Álvarez Cambra en el prólogo de Forja de voluntades, comenzaron a entrenarlos en los terrenos del hospital, empezando con los parapléjicos y amputados, y crearon un gimnasio deportivo para ponerlos en forma.
El profesor relata también que para llevar a cabo esta idea se contó con la ayuda de Celia Sánchez: «dos ómnibus Girón fueron habilitados con elevadores de sillas de rueda, y emprendieron la preparación de baloncesto.
«Poco a poco —se precisa en el prólogo— se incluyó el tiro con arco, tenis de mesa, lanzamiento en sus distintas variantes y carreras varias. Se recibió la cooperación del INDER, que hizo posible la participación en los Juegos Panamericanos de México y Perú. Luego se sumaron ciegos y débiles visuales e hipoacústicos, asistiendo a las Olimpiadas de Toronto (1976).
«En este evento —rememora Álvarez Cambra— se produjo la presencia de África del Sur, donde el apartheid se manifestó al máximo: atletas blancos con criados negros que servían de ayudantes en el traslado de las sillas de rueda y otros. Durante el desfile inaugural se produjeron protestas de los países africanos, que comenzaron a marcharse; y la comisión cubana, en solidaridad y con la aprobación del país, regresó a la patria».
«Al retorno se comprendió que era necesario que el INDER tomara acción en esta actividad. Para ello se inscribió la Federación de Deporte de Discapacitados en el Comité Olímpico para que la apoyaran y engrandecieran, lo cual la historia ha demostrado», explica.
