Podríamos decir —sin exageración alguna— que fue —es, así con mayúsculas— un Guerrillero Cósmico. Como Bolívar, hace más de dos siglos; como Fidel, desde hace sesenta años, a más de pensar la historia, la escribieron. Y se quedaron para siempre en ella.
Es cósmico, porque su pensamiento y su acción abarcaron todo el universo humano. Si bien es verdad que sus escenarios fueron —primero— la Revolución Cubana y luego los senderos de la insurrección boliviana —donde fue asesinado— esa imagen del Che con su boina a la vasca, su gran cigarro y su mirada profunda, mirando siempre al frente, es una imagen universal. Lástima grande que para muchos solo sea un símbolo, que explotan y venden precisamente los lucradores del sistema a quienes él combatió; pero para muchos también —especialmente en América Latina— es el símbolo de la rebeldía y la lucha sin cuartel; es un ejemplo de todos los renunciamientos, solo por aplicar sus ideales; y es el camino que tarde o temprano, tendremos que transitar, hacia el socialismo, como sistema de Estado.
Así como Martí inspiró la revolución cubana, sesenta años después el Che eterno inspirará a quienes ensayan el nuevo socialismo. Por algo ya lo dijo José Carlos Mariátegui: «El socialismo es creación heroica». Tiene como fuerza, la moral revolucionaria; y como herramienta: «la identificación entre gobierno y comunidad, en su conjunto». Y el Che es ejemplo vivo de todo eso. Aunque pretendieron asesinarlo.
* Periodista y profesor ecuatoriano, fundador de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), ex Presidente de la Unión Nacional de Periodistas.