Foto: Juan Carlos Dorado CIENFUEGOS.— El investigador Jesús Fuentes es una de las voces más autorizadas del país en la africanística, la ciencia enfrascada en el estudio de la estructura dialectal, religión y tradición oral de esos pueblos.
Desde que en 1994 la Editorial Ciencias Sociales le publicara Cultos afrocubanos: un estudio etnolingüístico, han visto la luz casi una decena de títulos suyos en Cuba, España, Alemania y los Estados Unidos.
La realización de trabajo de campo en África por varios años le dio pie para fundamentar hipótesis novedosas, a través de un acercamiento que se proyecta, en lo fundamental, desde el plano lingüístico.
—¿Cómo surge su relación con la negritud y qué nuevos elementos ha introducido en estos estudios?
—Mi vínculo con África nace en el período que estuve allí, entre 1986 y 1990, impartiendo español en Zimbabwe, Angola, Gabón y Zambia. Entonces trabé contacto con los idiomas bantúes, y los aprendí. De estas experiencias surgen mis libros La nganga africana, un tratado de magia blanca y medicina tradicional y Al sur del Zambezi: un tratado de religión africana.
«Con los conocimientos adquiridos continué desarrollando en Cuba mis investigaciones, centrándome en la Regla de Palo Monte. Me vinculé con grupos musicales folclóricos y comprobé que existen elementos análogos a sus ancestros, expresados en los toques, bailes, cantos y los residuos del kikongo —lengua bantú— en las formas de expresión.
«Como resultado de esta interacción ven la luz los volúmenes Raíces bantú en la Regla de Palo Monte y Nzila Ya Mpika, la ruta del esclavo. A través de la observación de las manifestaciones del kikongo en la jerga palera arribé a una conclusión: su componente lingüístico es monogenético.
«Refutamos todo lo escrito anteriormente relacionado con el supuesto de que esté compuesta por la presencia de diferentes lenguas bantúes. No hay certeza científica. Es una sola lengua la que nutre su sustrato: el kikongo.
«A partir de tal presupuesto pude trazar una nueva ruta del esclavo, partiendo de bases eminentemente lingüísticas. Demostrada esa oriundez genética es factible definir el origen de los habitantes del Congo (bakongos) llegados a Cuba, aporte importante para seguir nuestras raíces.
«Ellos no solo provenían del sur y este de dicho país, sino además del norte de Angola y el sur de Gabón. Esto también posibilita determinar cuándo son desplazados estos esclavos a la zona centro-occidental de Cuba: No llegaron aquí durante los siglos XVI, XVII y XVIII, como reza en algunos libros, sino a mediados del XIX, y por tanto fue una trata tardía e ilegal, pues se prohibió oficialmente en 1820».
Otras herramientas lo corroboran, por ejemplo la glotocronología (rama de la especialidad utilizada por la léxicoestadística para datar, entre otras cosas, el origen de un dialecto), puede confirmar esta hipótesis.
«Cuando es establecida una comparación entre el kikongo practicado en Cuba y el de África, la transparencia de la palabra es increíble… O sea, que los términos empleados son muy similares aquí y allá. En ese sentido aporto la teoría del vozalismo doble: la jerga palera abreva en el español estándar, el kikongo y el español vozal, esto es la imitación de los practicantes del Palo Monte del español deformado por los negros desde épocas pasadas.
—¿Futuros proyectos con líneas de continuidad respecto a los anteriores?
—«Un glosario de intenciones mayores. Contendrá, etimologizadas, las voces de la Regla de Palo Monte. A diferencia de los realizados por personalidades a las que respeto y admiro tanto como Lydia Cabrera y Natalia Bolívar, este no se limitará a introducir la voz palera en español, sino que va a confrontar la voz palera contra la del kikongo original. Es decir, que consignará el vocablo palero en la versión que el practicante le da, y su significado real en kikongo».