Tiempo extra
Un hecho que originalmente fue visto como un paso de avance en el sentido de la justicia deportiva, ha tenido un comienzo accidentado, luego que tras varios meses de iniciada su aplicación, el videoarbitraje (VAR) haya comenzado a generar dudas.
La polémica ha surgido, para asombro de muchos, en la Bundesliga alemana, conocida por ser uno de los torneos futbolísticos nacionales con mejor organización de todo el planeta. La causa: el reciente despido de Helmut Krug, hasta ahora encargado de ese sistema.
La destitución de Krug sucedió tras las acusaciones que lo señalan como culpable de intervenir a favor del Schalke 04 en algunas decisiones, durante el choque de la décima fecha en que ese equipo se midiera al Wolfsburgo. Y es que todo parecería inocente si el Schalke no fuera el club insignia de Gelsenkirchen, curiosamente la misma ciudad de donde es oriundo el señor Krug.
Más preocupante aun resulta otro hecho todavía más fresco en la memoria, ocurrido en un choque de la jornada 11 entre el Augsburgo y el Bayer Leverkusen, donde fue noticia una flagrante mano dentro del área cometida por un defensa «aspirinero», la cual no fue señalada por el principal, incluso luego de revisar la jugada.
Y es que no existe forma humana que explique cómo una jugada puede ser vista una y otra vez por una persona especializada en catalogar las acciones sobre una cancha de fútbol, y que finalmente se tome una decisión equivocada.
Otro factor que alegan los detractores del VAR es el excesivo tiempo que se toman los colegiados para decidir cada acción, y si a ello se suma la incorrecta aplicación del reglamento a la hora de recurrir a esta «ayuda», se pierde la esencia de una herramienta cuyo fin es aportar una mayor dosis de justeza al deporte.
Según aseguran algunos entendidos en la materia, el elegido para sustituir a Krug, Lutz Michael Fröhlich, jefe arbitral de la Bundesliga, ha declarado en un comunicado su intención de transparentar los procedimientos, a la vez que buscará dar un espaldarazo al sistema en un intento por salvarlo de una posible desactivación.
Desde su establecimiento en tierras alemanas el pasado agosto, el VAR se ha portado como un «hijo problemático», al cual continuamente se le han conocido «problemas de adaptación», pues a pesar de que durante su «presentación en sociedad» dio buenos frutos, no fueron pocas la veces en que la técnica falló, parcial o totalmente, en el transcurso de un encuentro.
Este sistema se aplica actualmente de modo experimental en otras ligas reconocidas, como es el caso de la Serie A de Italia, la primera división de Portugal o la Major League Soccer (MLS) norteamericana. Además, con anterioridad fue utilizado en torneos oficiales de la FIFA, como la Copa Confederaciones Rusia 2017, y la Copa Mundial sub-20 celebrada en Corea del Sur.
Su surgimiento fue promovido, entre otros motivos, para evitar hechos como los sucedidos el 27 de junio de 2010 en un juego de octavos de final del mundial que entonces acogió Sudáfrica. En dicho choque, protagonizado por Alemania e Inglaterra, con el marcador 2-1 a favor de los teutones, el árbitro Jorge Larrionda anuló a Frank Lampard el gol que significaba la igualdad, y que, conjeturas aparte, pudiera haber dado otro rumbo al duelo.
El tiempo ha pasado, y tras la inclusión en el fútbol del «ojo de halcón», sabemos que la historia de Lampard no se repetirá. No obstante, el VAR es otra historia, y si bien hasta la fecha sus mayores defectos han sido detectados en Alemania, no quedan dudas de que estamos ante una sucesión de acontecimientos que debiera analizarse seriamente para mejorar la calidad, y sobre todo la fiabilidad, de un sistema que a mi entender nació para quedarse, aunque para ello tenga que luchar contra el enemigo que representan los yerros de naturaleza técnica y humana.