La tecla del duende
La mamá de Helen y Elba teclea su afecto en el botón del reenvío. Este jueves, entonces, la columna es para saborear el aroma de ese néctar que, en dosis adecuadas, conduce al Olimpo...
Un grupo de profesionales, todos triunfadores en sus respectivas carreras, se juntó para visitar a su antiguo profesor. Pronto la charla devino en quejas acerca del interminable estrés que les producía el trabajo y la vida en general. El profesor les ofreció café, fue a la cocina y pronto regresó con una cafetera grande y una selección de tazas de lo más ecléctica: de porcelana, plástico, vidrio, cristal —unas sencillas y baratas, otras decoradas; unas caras, otras realmente exquisitas. Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran un poco del café recién preparado. Cuando lo hubieron hecho, el viejo maestro se aclaró la garganta y con mucha calma se dirigió al grupo: «Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas se terminaron primero y quedaron pocas, de las más sencillas y baratas; lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo.
Esa es realmente la causa de muchos de sus problemas relativos al estrés, continuó diciéndoles. Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café. En verdad, la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos. Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores. Después se pusieron a mirar las tazas de los demás. Ahora piensen en esto: La vida es el café. Los trabajos, el dinero, la posición social, etc., son meras tazas, que le dan forma y soporte a la vida. El tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevamos. A menudo, por concentrarnos solo en el envase dejamos de disfrutar el contenido. ¡Disfruten su café! La gente más feliz no es la que tiene lo mejor de todo, sino la que hace lo mejor con lo que tiene... Y la persona más rica no es la que tiene más, sino la que necesita menos.
Yomi: Un pedacito de mí está viviendo para ti, y soy muy feliz. Tu cocinera
Humbe: No imaginas el trabajo que me dio bajar estas estrellas del cielo, pero como eran para ti, lo logré. Kristyna
Milena: De niño te conocí entre mis sueños queridos; por eso cuando te vi, reconocí mi destino. Erlan
Nurys: Incluso el Sol podrá apagarse, pero aun así mi corazón iluminaría tu noche. Ale
Todos desean saber; pero muy pocos desean pagar el esfuerzo que requiere aprender. Juvenal
El éxito siempre es pasajero. A fin de cuentas lo que le queda a uno es su carácter. Vince Gill
El odio resta y divide. El amor suma y multiplica. Osho