La tecla del duende
Si la energía concentrada dio origen al tiempo y al espacio a partir de aquella explosión primigenia, la calidez humana extrema puede, perfectamente, dilatar nuestros minutos y distancias, enriquecerlos con toques de ángel y hacer que ocurra, otra vez, el principio de todo.
Claro que no es el razonamiento de un especialista en Física. Pero algunos momentos, solo algunos, llevan hasta a crear teorías.
La tertulia teclera de aniversarios fue un Big Bang. Apoteósico, dijo alguien, mientras que otros no supieron conjugar las palabras con la maravilla.
El agua amenazó con anegar la tarde; el audio, por varios accidentes, casi no llega; hubo que cargar sillas para apretarnos en más de 110 puestos de un aula de la Facultad de Comunicación; pero, finalmente, gravitó la fraternidad de los buenos encuentros.
Porque si un ocurrente capitalino llega abrazando a su esposa y su cría triple; y otro, de Matanzas, se las da de poeta; si el holguinero Clemente comparte su concepto de amor, y Raiza, la avileña, adorna con naturalezas vivas; si hay hasta quien propone canastillas tecleras en medio de un poema a los feos… a uno no le queda más remedio que reírse, o llorar, o emocionarse alucinantemente.
Con tantos palos que nos da la vida, Leonel y María, el dúo Ad Líbitum, sigue dándonos ensueños. Ellos, como Péglez, gigante del verso, ponen Ala a la décima entrañable que se enhebra con la cubanía.
Con tantas piedras que tuercen los días y un médico como José Castro Falcón, además de curar a sus pacientes a pura ciencia y afecto, compone canciones y poemas pícaros, sublimes.
¿Y las rifas o los juegos que propone la tunera de pólvora encendida? ¿Y aquella manera de sacudirnos el pecho con que llegaron Jorgito, el camagüeyano, y Cindy O’Hara, de la tierra de Lincoln?
Nadie permanece impasible con la honda voz de Rachel —que lo mismo entona una ranchera que desgrana nostalgias con lágrimas negras—. ¿Y el dúo Amigas, de Yurina y Olivia, fusión perfecta de sensibilidad y bellos registros para entonar pasiones?...
Fue mucho con demasiado.
Desde la garra y el beso con que enfrenta la vida la bella Maidolys, para orgullo de todos, hasta la santa y clara bondad de Julito, o la ternura de Sumaily, que trajo a su abuela en la voz.
Y uno termina por convencerse de que de estos instantes únicos, como las fotos del maestro Liborio, se arma imperceptiblemente la más pura y rotunda felicidad.
Ra: Porque «la compañía vale soledad», aguardaré sola hasta que estemos juntos. Yo
Roxana: Hoy te quiero más que ayer, pero mañana más te querré. Leonard
Periodistas de Juventud Rebelde compartirán este domingo, a las 10:00 a.m., la tertulia de los ocurrentes matanceros. Será en el Museo Palacio de Junco. Tema: la poesía. Habrá asombros.
Y ese mismo día, en Santa Clara, a las 10:30 de la mañana, los tecleros se encontrarán en el Palacio de los Matrimonios. «Te quiero porque…», he ahí el pie forzado.
El odio no es más que carencia de imaginación. Graham Greene