Inter-nos
La caricatura de Signe Wilkison, en The Philadelfia Daily News, refleja que estas elecciones se han convertido en un referéndum sobre la pésima gestión de Bush Llovió a cántaros en buena parte de Estados Unidos y pasó por agua las elecciones legislativas y para gobernadores, las que tuvieron una asistencia mejorada si se les compara con otros escrutinios de medio tiempo, motivada por las expectativas de un posible desbanque de los republicanos en el control del Congreso de la nación.
Resulta que el carácter local de estos comicios ha sido trascendido por la creciente polémica y rechazo que provoca la administración de George W. Bush, en especial la presencia de 152 000 efectivos militares en Iraq, luego de más de tres años y medio de guerra fracasada. Ciertos analistas hasta le dieron el perfil de referéndum respecto a la aceptación o no de su proceder al frente de los 300 millones de estadounidenses (200 millones de ellos con derecho al sufragio).
Pero no solo estuvieron empapadas las votaciones, también las acompañó un vientecillo fraudulento en algún que otro lugar, dejando entrever que el estilo sucio se entroniza en la era del W. Bush, partiendo incluso del dinero gastado en la propaganda televisiva para desprestigiar al contrario, 160 millones de dólares, frente a los 17 millones destinados a las alabanzas y a la explicación de los propósitos políticos de los candidatos a ocupar los 435 escaños de representantes, 33 de las cien bancas senatoriales y un número de gobernadores estaduales.
En especial, el FBI investigaba este martes llamadas intimidatorios en zonas de Virginia, un estado considerado clave para que los demócratas puedan recuperar el control del Congreso, perdido hace ya 12 años. También hubo reportes de problemas de funcionamiento en las máquinas electrónicas de votar en Indiana, Ohio, New Jersey, Colorado y Florida.
Sin embargo, repito, el espíritu de Iraq estuvo aposentado en la boca de las urnas. Así, algunas ciudades votaron sobre la retirada inmediata o no de las tropas estadounidenses, como sucedió en 139 comunidades de Massachussets, estado de Boston, y también en otras ciudades de Wisconsin y de Illinois, donde un cuestionamiento similar aparecía en las boletas.
Los resultados de las votaciones en esos casos no son determinantes, aunque sirven para hacerles claro a los políticos halcones el creciente sentimiento antibélico de su ciudadanía.
Y es bueno el intento, pues Bush y los suyos hicieron de los miedos un tema electoral, asegurando que si ganaban los demócratas y si las tropas se van de Iraq «prematuramente» el país mesopotámico sería un paraíso terrorista. A nadie le caben dudas de que la condena a muerte impuesta a Saddam Hussein por un tribunal en la Zona Verde de Bagdad, apenas 48 horas antes de la consulta electoral en Estados Unidos, tenía también el sabor de un escenario bien preparado por el «cerebro» Karl Rove y otros expertos en las artes de la engañifa.
A esa indagatoria sobre la guerra se sumaron, en otras dos comunidades de Wisconsin y en la liberal Berkeley, de California, una pregunta crucial: ¿Debe emprenderse el impeachment contra el presidente Bush?, un aviso perentorio a quien le quedan dos años de mandato y cuando no pocos consideran que debe definir otros rumbos para sus políticas.
Estas son quizá, las preguntas más calientes entre las 207 enmiendas, medidas e iniciativas por las que se pronunciaron los estadounidenses en 37 de los 50 estados de la unión.
Sin embargo, un Bush «más confiado» pasó la noche en vela en la Casa Blanca para conocer de primera mano los resultados que este miércoles despertarán a los estadounidenses, aunque el resto del mundo sabe a ciencia cierta que sea cual sea la sumatoria no revertirá en mucho las disposiciones de dominación del imperio.