Acuse de recibo
El mango va camino a convertirse en la fruta del año, a juzgar por los titulares que alcanza. Lo mismo se convierte en personaje principal de las ediciones del NTV, que en los debates de la Asamblea Nacional. Vaya, que está poniendo «la podrida».
Muy justamente indignados nos escriben los campesinos Julio García Lima (Ave. 29 No. 2608, e/ 26 y 28, Madruga, Mayabeque) y Agustín Sanz Rodríguez (Ave. 31 No. 5413, Madruga, Mayabeque), porque tienen cada uno aproximadamente 200 quintales de esa fruta pudriéndose poco a poco.
Ambos están afiliados a la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Rolando Concepción, ubicada en el municipio de Madruga, en Mayabeque. Por contrato con dicha entidad estaban obligados a entregar la cantidad de 200 quintales el 6 de julio, cuando de improviso, el día 5 de ese mes, los llamó su presidente para anunciar que no se realizaría la recogida, porque la industria presentaba problemas.
Julio García afirma que ante dicha situación acudió personalmente a la dirección de la CCS, donde el presidente confirmó que no habría solución posible y que esa unidad no se responsabilizaba con la pérdida de la cosecha ni con hallar alguna solución alternativa.
El campesino Agustín Sanz se presentó en la ANAP Municipal y Provincial, instancias donde le dijeron que avisarían al Ministerio, el que respondió que no podía hacer nada al respecto.
Resulta preocupante cómo en ocasiones no son los campesinos sino las entidades estatales encargadas del almacenamiento y transportación de los productos, las responsables de las pérdidas de estos, mientras en los mercados destinados a la población el precio se hace cada vez más alto.
Julio García Lima explica que por pequeña que sea, el costo del petróleo, abonos y fertilizantes les deja con poco margen de ganancia y si, además, por la mala preparación y previsión de los encargados de comprar las latas y los envases de la industria «malogramos parte o la totalidad de nuestra cosecha, quedamos con pérdidas que no solo nos afectan, sino que también nos dejan sin recursos para iniciar la producción al año siguiente».
Ante el dilema, Agustín Sanz Rodríguez se pregunta: «¿Por qué la máxima dirigencia del país pide elevar la producción, y en la base se dan el lujo de desestimar el trabajo diario de un campesino, además jubilado? ¿Cómo puedo hacer valer el derecho a que se respete mi esfuerzo?».
En definitiva, parece que esta película está al revés. Es a los campesinos y no al mango a quienes se les está «sacando el jugo».
Encabezada con la firma de 40 vecinos llega la queja de los residentes en la calle Pedro Pérez, entre Ayestarán y Territorial, Plaza de la Revolución. Escriben con gran preocupación debido a la existencia de un salidero de agua que se ha desatado hace tres meses en dicha calle.
Esta rotura, según afirman los remitentes, se mantiene intacta tras el paso de instituciones como Aguas Negras y Aguas de La Habana. La única «solución» que se ha dado hasta el momento ha sido abrir la tapa de la alcantarilla para que se fuera el agua por ahí y no corra por la vía.
Es realmente lamentable que en condiciones de sequía, como se encuentra buena parte de nuestro país, y a pesar de las numerosas campañas de ahorro y concientización a la población por instituciones estatales, aún proliferen salideros que desperdician en grandes cantidades un líquido tan valioso y escaso en localidades de la propia capital.
Los vecinos también se muestran alarmados por las condiciones sanitarias de la zona, ya que el salidero se encuentra exactamente en un parque que utilizan los niños del barrio para jugar y los adultos para descansar. Este espacio, debido a la fuga de agua, se ha convertido en hábitat ideal para los mosquitos, capaces de transmitir peligrosas enfermedades como el zika o el dengue.
Hay que precaver, para que no se escurra por estos viejos salideros el agua que tanto necesitamos.