Acuse de recibo
A estas alturas de 2016 en Cuba, cuando se supone que la preterición laboral hacia la mujer sea historia antigua, Víctor M. Renté Gutiérrez (Calle 48, Nro. 3725, San José de las Lajas, Mayabeque) denuncia lo que considera una práctica discriminatoria de la U.E.B. Tiendas Panamericanas de esa provincia.
Revela Víctor que en una convocatoria pública para cubrir las plazas de Jefe de Grupo Económico y de Contador C, la entidad, al enumerar los requisitos, desliza un elemento sorprendente: «Sexo masculino preferiblemente».
Argumenta el remitente que en contradicción con la política del Estado cubano, que hace ya muchos años rectificó errores en tal sentido, con esa sugerencia allí se afianza de nuevo, de una manera sutil, la exclusión por razones de género.
¿Es que acaso el llamado «sexo débil» en Cuba no ha demostrado su capacidad y grandeza, al punto de que en Tiendas Panamericanas no puedan confiar totalmente en ellas?, cuestiona Víctor; y espera porque alguien en Tiendas Panamericanas le explique el porqué de esa vuelta de tuerca al pasado.
¿No estará resurgiendo el temor a la maternidad en ciertas administraciones, cuando la mujer cubana ha demostrado un alto sentido del deber y la responsabilidad profesional y laboral? ¿Se han leído el Código del Trabajo de la República de Cuba?
Ángel Guerra Hidalgo (Calle F Nro. 14643, entre Caraballo y Bulevar, San Francisco de Paula, San Miguel del Padrón, La Habana) es un anciano de 78 años, con cáncer, insuficiencia renal crónica y graves problemas de circulación, entre otros padecimientos.
Y así, no ha podido disfrutar de una medida de beneficio popular aprobada por el Estado cubano.
Refiere que el 6 de diciembre de 2015 el Consejo de la Administración Municipal (CAM) le confirió un subsidio para reparar su vivienda. Él fue a Planificación Física, y le explicaron que donde debía presentarse era en la Dirección Municipal de la Vivienda.
A esa entidad tuvo que ir en tres ocasiones, pues le engañaron, al decirle que irían a su casa. Cuando al fin se personaron en su hogar, le informaron que en 15 días estarían las regulaciones urbanas.
El anciano fue en tres ocasiones a Planificación Física. Y al fin, en marzo de 2016 le entregaron las regulaciones urbanas. Entonces, se personó en el Departamento de Arquitectura, y el arquitecto de la comunidad lo visitó. Ya a fines de abril estaba elaborado el proyecto, el cual pudo recoger en los primeros días de mayo.
Pero ahí no paró la cosa: Ángel tuvo que llevar el proyecto con su copia a Vivienda municipal para entregárselo a un técnico de Planificación Física, con vistas a que lo discutiera con el arquitecto.
El técnico le informó que en un mes, para el 20 de junio, ya tendría la Licencia de Obra, algo que aún no han cumplido.
«Días antes, el 14 de mayo, había ido a Planificación Física, revela Ángel. Y el técnico me informó que ya habían citado al arquitecto para discutir el proyecto, cosa que no era cierta, pues el 23 de mayo me comuniqué con Dagoberto, el arquitecto, una persona seria y responsable, y aún no lo habían llamado.
«Le ruego al Director de Planificación Física de San Miguel del Padrón que, por favor, me den rápidamente la licencia de obra; pues si muero, mi hija pierde el dinero que me falta del subsidio para comprar cemento y otros materiales. ¿Acaso un hombre que ha luchado tanto por esta Revolución no tiene el derecho a que su hija termine de reparar la casa?».
Una medida de beneficio popular enfilada hacia los sectores más humildes y vulnerables de la población no debía encontrar en su aplicación tantos laberintos dilatorios. Es lamentable que el burocratismo permee políticas gubernamentales tan solidarias, del compás de espera, la desesperación y la incertidumbre.