Acuse de recibo
«“Gota a gota, el agua se agota”, dice un conocido spot televisivo, realizado para que las personas ahorren este preciado líquido. Pero a nosotros, los vecinos del sector 5 del municipio de Manzanillo, zona baja, hace unos meses no nos llega ni una gota».
Así comienza su misiva la granmense Marién González Roldán (calle Palmira 75 A, entre Casal y Ceiba, municipio de Manzanillo). Evoca Marién su alegría —y la de muchos de sus coterráneos— cuando hace unos años se anunció la construcción de lo que sería el acueducto más moderno del país, precisamente en su ciudad.
Pero la realidad de la obra hidráulica, si bien ha tenido importantes beneficios en algunos aspectos, ha empeorado ciertas carencias, se duele la remitente. «Me explico: el municipio está dividido en varios sectores, hay zonas bajas y altas; en ocasiones, cuando ponen el agua para algunas zonas, en las calles esta se bota indiscriminadamente y nadie ha tenido la preocupación de ver por qué eso sucede, cuando en nuestro caso se siente una desigualdad total a la hora de distribuir este líquido tan valioso.
«El sector en el que vivo es muy amplio, abarca el centro de la ciudad, donde están ubicadas cafeterías, restaurantes, centros de recreación y todos los edificios de las direcciones y organizaciones más importantes del municipio (…). En este circuito ellos son los primeros en obtenerla y luego, en forma de retorno, llega a las zonas bajas de la ciudad, donde vivimos, lo que imposibilita que esta llegue con la suficiente fuerza».
Apunta la granmense que, según los compañeros del Acueducto, al no contar con las bombas suficientes, el líquido vital se impulsa con dificultad. Mas esta respuesta se viene dando desde hace mucho sin que se solucione el problema; aun cuando gran cantidad de vecinos se han quejado a las autoridades de diversas instancias.
Es una triste paradoja que el municipio cuente con grandes reservas de agua potable y que, por culpa de la ineficiencia y el mal trabajo, por no esclarecer y abolir las causas de los problemas, haya personas que sufran la escasez del imprescindible elemento, reflexiona la lectora.
El reclamo de Oscar Camejo Iglesias también podría ser el de otros que en su provincia necesiten la presencia y servicios de una entidad de atención auditiva.
El remitente, vecino de calle 31 No. 4416 e/ 44 y 46, en el municipio de Artemisa, refiere que por lo general en las provincias existe un centro auditivo en el municipio cabecera o capital.
«Pero en la nueva provincia de Artemisa este centro lo ubicaron en el municipio de San Antonio de los Baños; imagínese usted que un paciente que sea de Bahía Honda (no hay ruta hasta San Antonio) tiene que ir primero a Artemisa y después hasta San Antonio, y ver si hay guagua. Habiendo un hospital provincial en Artemisa ¿no sería más justo que estuviera en ese hospital (u otro local de la cabecera) este centro auditivo?
«Este servidor participó en dos aperturas del centro auditivo en el municipio de Artemisa, en un local que pertenecía a un consultorio del médico de familia; se preparó un personal para atender a los pacientes y al final no funcionó. Ya la Ansoc en la provincia ha hecho gestiones al respecto, pero sin resultado», narra el lector.
Siempre las decisiones de ubicación de una entidad como esta pueden generar polémica; pero valdría la pena que las autoridades territoriales analizaran el caso a ver qué alternativas pueden hallarse en pro de facilitar las conexiones y asistencia a quienes lo requieren.