Acuse de recibo
El 20 de octubre de 2013 reflejé la denuncia de Jorge González Vinent, en nombre de los vecinos del edificio Sarrá, en la céntrica e histórica esquina habanera de 23 y 12 donde el Comandante en Jefe Fidel Castro declarara el carácter socialista de la Revolución el 16 de abril de 1961, unas horas antes de la invasión mercenaria de Girón.
Contaba Jorge que tanto su familia como las otras 35 residentes en el Sarrá durante mucho tiempo alertaron de la situación de la escalera del edificio y de la caseta del ascensor, que comenzaron a ceder hasta que colapsaron. El 9 de marzo de 2012 se tomó la decisión de evacuar a los vecinos hacia albergues y locales emergentes en la capital.
En julio y agosto de ese año, en reuniones en el Gobierno municipal de Plaza, se les reafirmó a los vecinos la voluntad de recuperar el edificio, y les presentaron a los responsabilizados con el proyecto de reconstrucción, que estaban a la espera del dictamen técnico.
El 29 de diciembre de 2012, en otra reunión en el Gobierno municipal, les dijeron que el presupuesto para la reparación del Sarrá había sido aprobado para 2013. La empresa encargada del proyecto, DCH, presentó allí su propuesta, mostró el plano y explicó detalles de la obra. Se dijo que los trabajos comenzarían en enero de 2013, aun cuando faltaban ciertos trámites legales. El contingente Blas Roca asumiría la obra constructiva.
Les anunciaron que el Gobierno los citaría a otra reunión, para mostrarles el cronograma de ejecución. «Todavía la estamos esperando —afirmaba Jorge—. Nada de lo dicho se ha cumplido, ni hemos recibido información del por qué».
Jorge, quien era el presidente del Consejo de Vecinos del Sarrá, apuntaba que en el tiempo que llevaba cerrado el edificio, y con las ventanas abiertas, se apreciaba ya el vertiginoso deterioro del mismo. «Paredes cubiertas de moho, producto de las calas hechas en la azotea; el agua penetra y corre por las paredes, de piso en piso…».
En febrero de 2013 hubo un encuentro del Consejo de Vecinos del inmueble con el Presidente del Gobierno municipal, pero la paciencia de ellos llegaba a su fin cuando Jorge escribió.
Según el lector, los vecinos conocen la difícil situación económica del país, pero lo que no entienden es que, luego de aprobarse el presupuesto para la reparación en 2013 y haberles dado prioridad, nada se hubiera hecho.
A tanta insistencia de los vecinos, se coordinó para los primeros días de septiembre una reunión con el Vicepresidente del Gobierno municipal, a la que asistirían las entidades involucradas en la reparación. Pero nunca se realizó.
«Este colectivo de vecinos —señalaba entonces Jorge— no es simple espectador de la situación. No podemos permitir que siga primando la falta de responsabilidad, la indolencia y negligencia de personas a cargo de cumplir lo que fue aprobado por el Gobierno. Como siempre, confiamos en la dirección de la Revolución, y esperamos que se investiguen los hechos y se depuren responsabilidades, como también que se nos dé una respuesta».
Han transcurrido más de cinco meses de la revelación aquí de la historia. Y, vergonzosamente, hasta hoy esta sección no ha recibido respuesta alguna, y tampoco Jorge González Vinent, quien vuelve a escribirme para expresar, en nombre de los afectados, «nuestra preocupación sobre el destino de nuestro edificio y de nuestras propias vidas».
Le preocupa a Jorge que teniendo en cuenta que el caso es conocido por las instancias del Gobierno y otras instituciones, así como que desde entonces esperan alguna definición y respuesta, aún no las han recibido.
Precisa que los intentos de averiguación realizados en el Poder Popular han resultado nulos, por lo cual temen volver al estado de ser nuevamente desoídos.
Y se pregunta quién atenderá el reclamo, «que entendemos es un derecho constitucional que nos da la Carta Magna de nuestro país».
«Suplicamos, exigimos y alentamos a que se dignen a dar respuestas de todo lo que está sucediendo con nuestro edificio», concluye.