Acuse de recibo
El pasado 27 de febrero, y desde la ciudad de Las Tunas, la lectora Odalis Riverón solicitaba aquí explicación acerca de por qué escasea en las farmacias la melagenina, ese conocido medicamento cubano para tratar el vitiligo y fruto del talento creador del nunca olvidado doctor Miyares Cao.
Al respecto responde José Raúl Pérez Mora, director de Deplacen (Planta de Derivados de la Placenta), que la producción de melagenina plus está por debajo de la demanda del Ministerio de Salud Pública «debido a la no disponibilidad de la materia prima fundamental: placenta humana; motivada por las afectaciones en la transportación especializada que requiere la misma (camiones refrigerados)».
Y agrega Pérez Mora que «se han tomado un grupo de medidas organizativas y de inversión por nuestra parte como planta productora, que traerán consigo que al comenzar el segundo semestre del año, se puedan ir alcanzando paulatinamente valores de producción estables, correspondientes con la demanda para este importante medicamento, único para el tratamiento del vitiligo».
Desafortunadamente la escueta respuesta del Director de Deplacen deja una estela de dudas y confusiones, y entre otros vacíos no explica por qué no se ha resuelto ese problema esencial de la transportación. Sin embargo, se informa que irán alcanzando valores de producción estables de la planta para este segundo semestre por «medidas organizativas y de inversión» en la planta.
Cuando redactaba esta columna, llegó la carta de Edén Guerra, desde Avenida Soviética Módulo 2, Casa 1, en el reparto Colón, de la ciudad de Sancti Spíritus. Él refiere que en más de un año, su hijo no ha podido adquirir un frasco de melagenina, y la despigmentación se le ha multiplicado por todo el cuerpo.
¿Podría Biocubafarma, Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica al cual pertenece Deplacen, brindar una respuesta más abarcadora y pormenorizada, acerca de un asunto de tan delicada sensibilidad para los pacientes que sufren vitiligo?
El pasado 23 de marzo, Carlos E. Álvarez (Valle No. 58, Apto. 1, e/ San Francisco y Espada, Centro Habana, La Habana) contaba aquí que en agosto de 2002 compró un refrigerador marca LG por el valor de 761,90 CUC; y ahora, ante la necesidad de sustituir la junta de la puerta, se hallaba en un callejón sin salida.
«He acudido a Copextel —afirmaba Carlos—, que es la entidad que atiende estos equipos; telefónicamente he contactado con los talleres de los municipios de Diez de Octubre, Playa y San Miguel del Padrón, y la respuesta es la misma: “La junta para estos equipos no existe en el país”».
Y ahora escribe de nuevo Carlos para confirmarnos que Copexpel no se ha dignado en responderle ni atenderle después de la publicación de su queja. Tampoco lo ha hecho con esta sección.
«Como el problema es mío —actualiza— he seguido llamando a los diferentes talleres de esa empresa; y la respuesta ha sido la misma: No hay juntas.
«Pero asómbrese: La pasada semana me comuniqué con el taller de Playa (calle 34, entre 39 y 41) y me dijeron que juntas no entrarían, pero sí recibieron puertas nuevas de refrigerador con sus juntas.
«Y la cuestión es que para solucionar mi problema tengo que comprar la puerta. Y algo más: Que la orientación recibida es que usted tiene que comprar las dos puertas: la del refrigerador y la del congelador, a 69,05 CUC y 36,65 CUC, respectivamente. ¿Quién toma esas “sabias” decisiones?», concluye Carlos.
Juntas «convoyadas» con puertas, sí señor. ¿Cuánto se nos escapa por tantas juntas rotas? ¿Por dónde andará la «junta» del sentido común? ¿Habrá que hacer una Junta Nacional para resolver el problema de las juntas?