Acuse de recibo
El pasado 28 de julio reflejé la queja de Rolando Carús, residente en La Salud, municipio mayabequense de Quivicán, sobre el puente de acero que lleva tres años roto en el pueblo de San Felipe, y sirve de enlace con la capital provincial, San José de las Lajas.
En síntesis, Rolando señalaba que la demora en el arreglo del puente —de la cual nadie conocía el porqué— ha provocado que el ómnibus que une al municipio con San José ahora hace un trayecto muy extenso, con mayor consumo de combustible. Y frecuentemente se gastan montañas de materiales para rellenar un desvío que, por mal hecho, siempre se lo llevan los aguaceros.
Al respecto, responde Alexis Ruiz, director del Centro Provincial de Vialidad de Mayabeque, que el puente presentó en 2005 el primer fallo de sus elementos estructurales de acero, que hacían peligrar su estabilidad. Y se contactó con la Empresa de Proyectos de Obras del Transporte, la cual dictaminó el cierre del mismo.
Dicha entidad ejecutó el proyecto para reconstruir el puente, que data de finales del siglo XIX y era usado por los ferrocarriles en Estados Unidos. Una vez desmontados allá, muchos de esos puentes fueron instalados en Cuba en la década de los 40 del pasado siglo. Lógicamente, apunta, ya es elevado el deterioro de ese tipo de obra, por los años de explotación y los bajos niveles de mantenimiento especializado que han recibido.
El Director niega lo afirmado por Rolando en cuanto a que nadie domina el motivo del tiempo que lleva cerrado el mismo, «pues la situación de este importante puente es conocida por todos los niveles: desde el presidente del Gobierno municipal, que ha estado insistiendo en todo momento por la reparación del mismo, hasta el director general del Centro Nacional de Vialidad».
Explica que en Mayabeque existen 351 puentes de diferentes longitudes y características estructurales, de los cuales 14 están en estado crítico, y seis regular.
Y agrega que «por tres años consecutivos se ha presentado por esta Dirección Provincial de Vialidad al Ministerio de Economía y Planificación, la solicitud para que sea incluida en el Plan de Inversiones la reparación de estos puentes, no siendo aprobada lamentablemente, producto de limitaciones económicas que tiene el país».
Sí coincide con Rolando en que se incrementan los recorridos de quienes empleaban esa vía; y que el desvío hecho se ve afectado ante las crecidas del río San Felipe, pues aguas arriba hay una presa que vierte con frecuencia. Por ello, mientras no se pueda acometer la reparación capital del mismo, tendrán que continuar mejorando el desvío, que se emplearía incluso mientras se ejecuten las obras, para evitar que se produzcan accidentes, concluye.
Agradezco la respuesta, y sueño con que algún día no lejano, con la descentralización de muchas potestades económicas y territoriales que se ha planteado el país, el desarrollo local permita que una obra de este tipo no tenga que esperar decisiones de altas instancias, y pueda acometerse con los recursos del municipio.
Asimismo, percibo que el rango de «los niveles» que conocen el porqué del problema, según Alexis, va desde el presidente del Gobierno municipal hasta el director general del Centro Nacional de Vialidad. Pero no figura el más importante «nivel», el que debe estar más informado, y al cual aludía Rolando: los ciudadanos que a diario cruzan ese puente para ir a sus respectivos trabajos, a consultas médicas, trámites y gestiones personales.
No hacemos nada con que la información corra de despacho en despacho, de oficina en oficina, si no llega a la gente. El puente que sí no puede averiarse nunca es el de la comunicación institucional a la ciudadanía.
Insisto, por enésima vez, en que hay cartas manuscritas de lectores que son ininteligibles por su accidentada caligrafía. Y siguen llegando. Quien no tenga letra clara ni tampoco la posibilidad de imprimir su misiva, por favor, que busque alguien que se la pase en limpio. Nunca seré perito calígrafo. Muchas gracias.