Acuse de recibo
Keyla Fernández (Oquendo 559, entre Jesús Peregrino y Pocitos, Centro Habana, Ciudad de La Habana) ha de estar medio traumatizada con los títulos que acreditan sus estudios, por la lamentable experiencia que ha tenido al respecto.
Relata la remitente que en 2007 se graduó como técnico medio en Optometría y Óptica en la Facultad de Ciencias Médicas General Calixto García, de la capital. Y el título lo vino a recibir este año.
Primero le argumentaron que se cometió un error al estampar su nombre. Posteriormente, cada vez que se interesaba por el mismo, le decían que el Decano de la Facultad no lo había firmado. Después de tres años en esa «cacería», como califica Keyla, fue que se lo entregaron. «Inaudito: casi la confección y entrega del documento demoran más que la carrera misma», señala.
Keyla siguió superándose. Comenzó la Licenciatura correspondiente en septiembre de 2007, y la concluyó en 2009, luego de efectuarse la graduación, por encontrarse embarazada y aprobar finalmente un extraordinario.
Al preguntar por su título, dado que la graduación de su grupo ya había pasado, le plantearon que lo recibiría junto con el siguiente. Y al enterarse que el pasado 19 de julio se efectuaría la siguiente graduación, ella llamó para interesarse por su situación. Y el Secretario de la Facultad de Tecnología de la Salud le dijo que su título había sido mal confeccionado: en vez de poner Optometría y Óptica, habían escrito Óptica y Optometría. Y le recomendó que llamara en septiembre a ver…
«Ha pasado un año desde que terminé mi carrera —refiere Keyla—, y nuevamente me encuentro con el mismo problema. Y que conste que no es problema de papel o tinta, considerando que a quienes se graduaron este año ya se les entregó su título; y el mío corresponde a un año anterior».
La egresada considera que «es inconcebible tanta irresponsabilidad e indolencia». Y pregunta: «¿Quién resuelve mi problema, cuando para gestionar una plaza tengo incuestionablemente que presentar mi título de graduada? Es una falta de respeto que, después de todos los sacrificios que una realiza para terminar una carrera, teniendo dos hijos pequeños, al final sucedan cosas como estas».
No escampa lo de las irregularidades con los títulos, algo tan serio y a la vez tan sencillo de cumplir. Es una vergüenza para la imagen de las instituciones docentes. Ese no puede ser el colofón de una carrera vencida.
Eddy Vega (San Cristóbal 105, entre Maceo y Unión, Santa Clara) cuenta que hace unos siete u ocho meses comenzó un salidero de aguas sucias a la entrada del edificio donde vive. Fueron entonces a Acueducto y Alcantarillado —no precisa a qué nivel— y lo reportaron.
Como no fueron a arreglarlo, los vecinos retornaron a reportarlo y los volvieron a anotar. Así sucesivamente, hasta cuatro veces se repitió la escena. Bueno es lo bueno, pero no lo demasiado…
Eddy le dijo a quien anotaba que era la cuarta vez en que hacía el reporte y nadie iba a solucionar el salidero. Y solicitó ver a otra persona. Fue cuando lo enviaron a las oficinas de Acueducto en las que se recogen las quejas de la población.
Allí María del Carmen, una funcionaria, lo atendió y le dio un teléfono para que al día siguiente la llamara. Eddy llamó varias veces, y María del Carmen no estaba. Hasta que, al fin, por la tarde, otra compañera de ese departamento le dio la siguiente respuesta: «Dice María del Carmen que ella le planteó tu queja a Polanco», sin explicarle siquiera qué responsabilidad desempeña allí ese compañero.
Siguieron pasando los días y el 12 de julio, cuando Eddy me escribiera, continuaba manando el salidero sin que a nadie pareciera importarle. «La situación es peor. ¿Adónde tengo que ir? ¿Qué tengo que hacer para solucionar esta situación?».