Acuse de recibo
Olga Valdés Pérez lleva cuatro meses aguardando por un bulto postal que ya se ha convertido más bien en un paquete de misterios, enigmas, informaciones contradictorias y desesperanzas.
La señora, quien vive en calle 17 número 602, entre B y C, apartamento 1, en el Vedado capitalino, refiere que el pasado 21 de junio le enviaron un bulto postal desde Estados Unidos. A fines de julio, ella comenzó a rastrearlo en el Centro de Llamadas que existe a tal efecto, y le decían invariablemente que había una demora de entre mes y medio y dos meses en la entrega de los mismos. Pero en agosto ya le notificaron que los paquetes de junio demorarían entre dos meses y dos meses y medio.
A fines de agosto ella se presentó en el correo de Línea y Paseo (Habana 4), y allí le comunicaron que los de junio se habían retenido hasta septiembre para evitar que los de julio y agosto también se retrasaran. Ello contrasta con lo que le informaron la compañera de Atención a la Población en Habana 4 y las del Centro de Llamadas: que los bultos de junio se estaban intercalando con los más nuevos, sin darles prioridad. «Esto, aunque significaba un retraso, era menos injusto que lo informado anteriormente», considera Olga.
El 12 de septiembre ella llamó y le informaron que el bulto no había sido procesado. El 16 volvió a contactar, y entonces le respondieron que si su paquete tenía más de dos meses de enviado, debía reclamarlo a los Estados Unidos para la indemnización, porque Cuba no iba a hacerlo.
«Esa abrupta respuesta», como la califica Olga, le llevó a entrevistarse con la encargada de Atención a la Población en Habana 4, la cual la llamó más tarde para ratificarle que ese bulto no había entrado nunca al país, por lo que debía reclamarlo a los Estados Unidos.
Insatisfecha, y persistente, Olga decidió comunicarse el 23 de septiembre con el Centro de Llamadas, y allí le confirmaron que el paquete estaba en Cuba, en fase de procesamiento, y casi a punto de salir. El 30 de septiembre, al presentarse en Habana 4, la empleada que entrega normalmente los bultos le dijo que aún demoraba el proceso varios días, debido a que la unidad de clasificación a veces se los enviaba a los diez días, en espera de tener varias sacas para entregar. Ese mismo día, Olga se entrevistó con la de Atención a la Población allí, quien contactó de nuevo con el Centro de Llamadas. Y habló precisamente con quien había dado la falsa respuesta de la pérdida. Esta confirmó que todavía se estaba procesando, y luego pasaría a Clasificación, por lo cual debía esperarse 15 días.
El 2 de octubre Olga volvió y la atendió otra empleada, quien le informó que Clasificación demoraba a veces hasta un mes los paquetes que debía distribuir. El bulto podría llegar a fines de octubre.
La señora —hay que ponerle una medalla— insistió dos días después, en este caso con la que atiende usualmente, y esta le aseguró que lo habitual es que los bultos, una vez clasificados, demoren unos 10 o 12 días, pero que a veces llegaban a Habana 4 «abiertos y canibaleados».
«Teniendo en cuenta que mi bulto lleva cuatro meses de tramitación, sostiene Olga, así como las contradicciones en las distintas respuestas, así como la falsa información acerca de la pérdida del bulto —que pudo haberme llevado a desistir de seguir buscándolo—, es que me decidí a escribirles. Pero antes de hacerlo me personé nuevamente en Habana 4, y allí insisten en afirmar que el bulto se encuentra en clasificación, pero que aún no está entre los planificados para salir, por lo cual quizá pueda demorar cerca de un mes más».
Huelgan los comentarios de un tema que ha sido recurrente en esta columna. Correos de Cuba más de una vez ha reafirmado su intención, con decisiones y medidas concretas, de poner orden y rigor en algo que está afectando la imagen de sus buenos trabajadores y resiente la confiabilidad de sus servicios. Pero el mal parece ser una verdolaga que vuelve a reproducirse.
Olga nos remitió casos similares de la capital que conoció en sus avatares por el bulto enigmático: los de Olimpia Jiménez, de Valle, entre Basarrate y Masón, Plaza de la Revolución; Hibian Díaz, de Calzada de 10 de Octubre 684; y Yosleidys Rodríguez Sánchez, de 10 de Octubre 755.
Como si fuera poco, este redactor tiene una respetable cantidad de cartas con quejas similares acerca de todo tipo de irregularidades en ese servicio, que no podría estar publicando permanentemente, y se las hará llegar a Correos de Cuba.
De paquete está el asunto...Eyni Raquel García es una joven tecnóloga de la Salud que cumple una misión profesional en el estado de Aragua, en Venezuela. Como muchos cooperantes, ella ha hecho malabares del bolsillo para enviar presentes a sus familiares en calle 12 número 1704, entre 17 y 19, Urbano Noris, en la provincia de Holguín.
Eyni Raquel denuncia que los paquetes o cajas que envían a sus familias cada vez demoran más en llegar a los destinatarios. Los envíos que deben arribar a Urbano Noris no lo hacen desde noviembre de 2007. Inicialmente demoraban un mes. En la medida en que se incrementó la cifra de cooperantes en Venezuela, tardaban entre tres y cinco meses. «Pero no se concibe que vaya a cumplirse un año y no entre al municipio bulto alguno».
Refiere que ellos han gestionado con las direcciones de Salud Pública del municipio de Urbano Noris y de la provincia, y les dicen: «Eso no es responsabilidad nuestra, eso es de La Habana».
No es solo la demora, precisa, sino también que cuando llegan, hay paquetes abiertos, sustraída parte de los artículos, que tanto sacrificio representaron para ellos, alejados de sus familias y asumiendo responsabilidades en distantes sitios. Pone el ejemplo de la enfermera Mariela Echemendía, de Santiago de Cuba, que envió una lavadora y llegó completamente rota; o de valijas llenas de aserrín para sustituir el contenido sustraído.
«¿Quiénes son los responsables de esas prolongadas demoras, de las pérdidas y roturas? ¿A quién dirigirnos, no solo para una respuesta (muchas veces evasiva) sino también para que se reponga el daño y se nos comunique la sanción a los responsables?», cuestiona Eyni.
«Conocemos el trabajo y las medidas que se adoptan en el país contra la corrupción, las ilegalidades, robos y otro tipo de fechorías, advierte. Pero estos casos aquí descritos son los peores, porque de una u otra forma se está afectando el prestigio del país, y la confianza. Y es una forma más de dañar a la Revolución. No entiendo cómo están sucediendo estas cosas y no hay una respuesta rápida, ni las medidas pertinentes para ponerle coto a tiempo».