Acuse de recibo
El sentido único de quien brinda un servicio debe ser el cliente. Y si la entidad se denomina Viajero, entonces todo debe imbricarse en función de ese pasajero que hace una reservación para transportarse a lo largo y ancho del país.
Hoy Yoel López Rodríguez, director general de la empresa Viajero, reafirma ese criterio con su respuesta a la queja del capitalino José Antonio Bravo, reseñada aquí el pasado 24 de abril.
En esencia, Bravo denunciaba que el 15 de febrero pasado intentó en la agencia de pasajes de Santa Fe, reintegrar un boleto en ASTRO que no pudo utilizar por razones personales, y el jefe de salón de esa unidad le negó la posibilidad de hacerlo allí, y lo remitió a otra agencia de la capital. Bravo consideraba aquel tratamiento como un maltrato, pues en su consideración todas las agencias de pasaje están en la obligación de liquidarles a los clientes el importe de un pasaje no utilizado.
Al respecto, manifiesta el director general de Viajero que en las investigaciones realizadas, se evidenció que el jefe de salón de la agencia de Santa Fe «actuó irresponsablemente, incurriendo en una indisciplina grave contemplada así en nuestro reglamento disciplinario, y violando además el Código de Ética de los trabajadores de Viajero, el cual es firmado como compromiso por todos los integrantes de nuestro colectivo».
Por tal motivo, precisa López, al infractor, quien hasta entonces ocupaba el cargo de representante de servicio al viajero, se le aplicó la medida disciplinaria de traslado temporal a otra plaza de menor remuneración o calificación o de condiciones laborales distintas, por un término de seis meses, con derecho a reintegrarse posteriormente a la suya. También la sanción incluyó el que se disculpara personalmente con el cliente afectado.
Además, el director de la Unidad Empresarial de Base reservaciones de Viajero, en Ciudad de La Habana, a quien se subordinan las agencias de ese tipo, visitó a Bravo para comunicarle las medidas tomadas.
López agradeció a esta columna la publicación de la queja —algo contrastante con la reacción de ciertos directivos de otras entidades, quienes se molestan por las críticas—, y aseguró que «cada hecho que se denuncie, que conlleve malestar de nuestro pueblo, será combatido enérgicamente».
La segunda carta es la respuesta de Alexis Pérez Lussón y el doctor Guillermo García, funcionarios de la Batalla de Ideas y de Atención Primaria de Salud, respectivamente, de la Dirección Provincial de Salud de Ciudad de La Habana.
Todo comenzó cuando esta columna reflejó la denuncia de Santiago Morales, un ciudadano alarmado por el estado ruinoso del consultorio médico de 26, entre 21 y 23, en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución, que lleva cerrado casi un año, con las ventanas podridas o arrancadas.
Posteriormente, señalaba, del policlínico se llevaron las vitrinas y demás mobiliario. Y la instalación permanecía abandonada, con un derrame de aguas albañales que corre calle abajo.
La respuesta reafirma que el consultorio se encuentra cerrado no solo por problemas constructivos, sino también por déficit de personal médico y de enfermería, «para lo cual se ha realizado un proceso de reorganización de la atención primaria de salud, para garantizar la cobertura asistencial a la totalidad de la población».
Reconoce la misiva que el mismo se encuentra en malas condiciones, por lo cual se recogieron los medios básicos existentes como medida de preservación. Y se encuentra en vías de reparación y mantenimiento. En cuanto al salidero, precisa que fue erradicado antes de que se revelara en esta sección.
Informan que el plan de mantenimiento de las instituciones de salud incluye la reparación de consultorios, y la atención a servicios ingenieros, y al propio tiempo refiere que todos estos elementos les fueron trasladados a Santiago, en visita personal que le hicieron.