Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Rivales

Además de lo que sucede entre los que observan y los que protagonizan, durante la justa deportiva existe otra dinámica más sutil que tiene sus propias reglas. En el calor de la competencia, los rivales también se comunican... a su forma

Autor:

Enio Echezábal Acosta

El estadio ruge. No hay tantas personas como para llenarlo hasta la bandera, pero así y todo el bullicio de los pocos centenares que lo ocupan es suficiente para generar una algarabía a ratos ensordecedora.

En la pista, los atletas calientan de a poco. Pegan botes, hacen carreritas cortas y estiran sus músculos, aún fríos durante ese complejo segmento de tiempo conocido como prearranque. Si los analizara un meteorólogo, diría que dentro de cada uno de ellos se gestan desde tormentas locales severas hasta huracanes de alta categoría. En la mente de los competidores todo es un torbellino antes de que suenen disparos de arrancada, salgan despedidos implementos o toque superar una altura determinada.

La sinergia entre aficionados, entrenadores y colegas con los deportistas que se encuentran compitiendo, se percibe a lo largo de la jornada en el estadio nacional Jorge «Mágico» González. El diálogo compuesto por gestos, gritos, consejos técnicos o simplemente muestras de ánimo, parece ir a veces en una sola dirección. Sin embargo, de vez en cuando desde el campo o la pista suceden expresiones espontáneas de celebración o de frustración. Lo mismo un nuevo récord personal en el lanzamiento del martillo que una valla derribada en los 400 metros desatan el vendaval de emociones que yace en el pecho de los atletas y entonces la grada reacciona en consecuencia.

Además de lo que sucede entre los que observan y los que protagonizan, durante la justa existe otra dinámica más sutil que tiene sus propias reglas. En el calor de la competencia, los rivales también se comunican... a su forma. A veces les basta con una mirada fugaz para retar al otro, mientras que en otros momentos llegan, incluso, a intercambiar un saludo corto y poco efusivo, como para no perder la concentración en el proceso.

Sucede en ocasiones, no muchas, que también comparten consejos en tiempo real. En un gesto extraño que pudiera hasta parecer contraproducente para algunos, los aspirantes al podio se aclaran entre ellos o se felicitan por una buena acción, en un ejercicio mediante el cual aspiran a calmarse ellos mismos también. Nadie mejor que ellos saben lo que es sentirse presionado, nervioso o incómodo, y es entonces cuando el compañerismo se va por encima del deseo individual para echarle una mano a un compañero.

El clímax del día es cuando ya se cierra el telón y llega el momento de irse a la villa. Entonces, de nuevo desaparece el orgullo y todo son abrazos, sonrisas y selfis. La rivalidad se pierde junto con la tensión, y quienes antes se «peleaban» por una presea, ahora son dos personas cualquiera que disfrutan de lo mismo. 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.