Foot cover de Noticia Autor: Juventud Rebelde Publicado: 13/07/2022 | 02:22 pm
El béisbol cubano necesita que sus temporadas integren masividad y calidad. Parecieran dos condiciones difíciles de complementarse, pero solo así podrá rencontrarse con los resultados de sus mejores tiempos internacionales. Hoy, de aquel linaje, si acaso, quedan las memorias y los trofeos desvencijados por los años.
A pesar de la compleja situación económica, la competencia de otros deportes, físicos y virtuales, y otras mediaciones enfocadas en ponchar lo que sigue siendo una de las joyas culturales de nuestro pueblo, el béisbol está en el ADN de los cubanos.
Tras un inusual ejercicio de escrutinio popular, se ha diseñado un torneo élite polémico, que lejos de proponer una estructura ajustada a los nuevos tiempos y sostenible, vuelve a las esencias de justas precedentes que no tuvieron un final feliz, y en su mayoría ni siquiera el nacimiento resultó halagüeño.
Hay consenso en articular dos torneos: uno masivo, que propicie, fundamentalmente, el desarrollo de jóvenes, y otro que concentre la calidad. Que solo los mejores de aquel lleguen al segundo, y año tras año los jugadores busquen crecer para ser incluidos en la liga élite, que además debe generar beneficios económicos superiores.
El parto de la liga élite cubana está generando más de un dolor de vientre, ahora mismo la elección de los nombres ha provocado un tsunami en las redes sociales digitales y presenciales. Tendrá su primera edición este año y la próxima en 2024. Si el campeón de ese evento fuera el elegido para ir a la Serie del Caribe de 2023, ¿con cuál equipo iríamos al clásico regional de 2024 en Miami, si nos volvieran a invitar?
No me parece muy serio asistir un año con el monarca de un torneo y al siguiente con el de otro. Ni ayuda a nuestro béisbol, ni sería muy atractivo para los organizadores.
Tampoco están aseguradas las condiciones para desarrollar un torneo que se parezca en espectáculo y logística a lo que aspiramos. ¿Por qué no garantizar primero esa plataforma organizacional sobre la cual montar una liga auténticamente élite, que sirva, incluso, de imán para atletas cubanos que emigraron y aspiran a jugar nuevamente para su público, y hasta para algunos extranjeros que admiran nuestro béisbol y podrían acceder a él por esa vía?
No creo que dispongamos en la actualidad de potencial para armar más de cuatro selecciones que sean competitivamente muy superiores al nivel de la Serie Nacional.
Lo ideal es un torneo en que los bateadores enfrenten todos los días a pícheres cuando menos de la media, para que se vean obligados a hacer ajustes constantemente y no suceda lo que ya es habitual en torneos internacionales. La amarga experiencia de Haarlem confirma la tendencia de los últimos tiempos: picheo bastante bien y bateo suspenso.
Cuba no está en condiciones de destinar montos considerables de dinero para una competencia que hoy no cuenta con el consenso de aficionados, expertos y la prensa.
Hay una verdad que no se puede soslayar: un torneo élite es imprescindible en el calendario nacional del béisbol cubano. Pero que sea, reitero, auténticamente de élite. Que nazca robusto, deslumbrante, motivador. Otra cosa podría ser un ponche más, tirándole a una bola muy mala.
¿Cuál es la premura en que arranque este año, si el proyecto debe incluir un modelo de gestión diferente, aún en proceso de aprobación, que beneficie a todos los actores, principalmente a los atletas?
Algunos alegan que el torneo propuesto, uniendo provincias a dedo, resulta casi obligatorio con miras al calendario de 2023: Serie del Caribe, Clásico Mundial, Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos…
Dicen, con razón, que tanto tiempo sin jugar pondría en riesgo un buen resultado. Otros opinan que dicho certamen, con esas lógicas organizativas, no es garantía de un salto cualitativo en tan poco tiempo.
Ante esa disyuntiva coyuntural, ¿por qué no enfocarse mejor en una preparación científicamente pensada, sobre todo para el Clásico Mundial? Y no estoy abogando por un entrenamiento largo y estresante, que ya ha probado su ineficacia.
Me refiero a optimizar los recursos para alistar a un equipo que pueda avanzar en esa competencia. Hay potencial para confeccionar una nómina balanceada y sólida.
Qué bueno sería que el equipo Cuba de mayores comience en 2023 a revertir los malos resultados de los últimos años, y además sea presentado un calendario competitivo con una Serie Nacional, si de 90 juegos mejor, y una liga genuinamente élite, organizada, que complemente la temporada y asegure un representante fuerte para torneos internacionales de clubes.