Ahora mismo podría escribir «qué malo está el béisbol cubano», o «no le ganamos ni al equipo manigüero de Carlos Tubey Medina, uno de los más populares de la serranía del Escambray en los años 90 (por lo que perdía en los torneos entre barrios)».
Podría escribir otras cosas más crudas, pero prefiero simplemente decir, como si fuera un anuncio surrealista: el equipo Cuba de béisbol perdió por 3-5 este viernes frente a Curazao —única selección que había sido doblegada por todos los rivales en la ronda eliminatoria— y ahora discutirá el último lugar del torneo Interpuertos de Rotterdam, nada menos que frente a Holanda, su «Papá» de los últimos años.
Tras la nada agradable actuación del elenco que estuvo en la Liga Can Am y concluye hoy su tope amistoso con una novena de USA Baseball, los ojos de los aficionados cubanos se posaron al otro lado del Atlántico, donde los muchachos dirigidos por Vladimir Hernández habían empezado muy bien en el certamen de Rotterdam.
Tres victorias iniciales servían de bálsamo para una fanaticada ansiosa de festejar un podio, aunque no sea de gran alcurnia. Pero llegó el fantasma que está rondando a la pelota de esta ínsula y les cortó la racha. O mejor, les invirtió la racha. Cerraron la etapa inicial perdiendo con los anfitriones, sucumbieron en el inicio de la segunda fase ante Japón, y ahora, para colmo, la debacle ante Curazao, el que parecía el más seguro de todos los triunfos posibles, pese a que en la fecha inaugural el duelo quedó 3-2 favorable a los nuestros.
Aunque los vaticinios previos a la competencia eran reservados, luego de ver cómo fueron los primeros juegos, la expectativa aumentó. Y también los elogios. Después comenzó a poncharse el sueño; y de elogios… solo los que merece Curazao, por seguir demostrando que en Cuba hay que darle una buena sacudida —con las fuerzas de un huracán— al gajo del béisbol para que se queden solo los frutos buenos.
Ironías del béisbol, el que se suponía iba a ser el duelo por el metal dorado se va a dar, solo que con otro ¿incentivo?: no quedar en el quinto y último lugar de la justa. Quién lo iba a decir: Cuba-Holanda rifándose el sótano a la orilla del puerto de Rotterdam.
Usted seguro está deseoso por saber qué pasó contra Curazao. Aquí le cuento la historia. Breve para que no haya infartos. Si no lo hubo ya.
Jonrón en solitario de Yusniel Ibáñez en el primer inning. Curazao riposta en el segundo con dos carreras frente al abridor Geonel Gutiérrez, producto de un tubey con las bases llenas, después de par de out.
Vuelven los nuestros a la carga. Cohetes de Edilse Silva y Yoelquis Guibert y pelotazo a Frank Camilo auguraban un gran racimo en la parte baja del propio segundo acto. Solo pudo pisar uno la goma, por fly de sacrificio de Eliecer Griñán. Roberto Acea bateó para doble matanza.
Curazao toma otra vez ventaja en el quinto. Cuba lo alcanza nuevamente en el séptimo. Y llegó el noveno capítulo, en el que los hasta entonces vapuleados por todos los equipos en la lid marcaron par de carreras, con un doble robo incluido.
Cuba, que era home club, llenó las bases con un solo out. Parecía que sí, que se podía lograr otro agónico abrazo y estirar el juego, o tal vez dejarlos al campo. Sobrevino un ponche a Guibert y un elevado de Frank Camilo. Fin de la historia.
El torpedero y primero en la alineación de los curazaleños, Shurendell Mujica, fue un aguijón para los lanzadores cubanos, conectó de 3-3, incluido un doble y un triple, y remolcó tres anotaciones. Él solo casi nos gana.
Por Cuba, Guibert, de 4-3; Frank Camilo (3-2) y Silva (4-2) se apuntaron siete de los nueve incogibles del equipo, que dejó a 13 corredores en circulación.
Muy temprano se fue Geonel Gutiérrez del montículo, a quien le faltó un out para completar dos inning y le fabricaron dos limpias. A Yoandry Ruiz, en 4.1 entradas le hicieron otra, y las últimas dos fueron a la cuenta del perdedor, Adrián Sosa.
Para la historia, se perdió la corona de 2015. Otra más. Ahora, los invito a opinar.