Serer vive orgulloso de su profesión. Autor: Cortesía de Producciones de la 5ta. Avenida Publicado: 21/09/2017 | 06:23 pm
Fue un tropiezo fortuito lo que me permitió acercarme a Salvador Serer Felipe y conocer su lacónica historia como gimnasta artístico y su amplio periplo por el magisterio, vinculado siempre a este deporte. Nacido en La Habana hace ya 65 años, repasa brevemente fragmentos de su vida. Revela que su memoria ya no responde igual, algo que le rebato mentalmente a tenor de sus respuestas milimétricas.
Con el título de Máster en Psicología del Deporte, funge como profesor principal de la disciplina de Gimnasia en la Universidad del Deporte Comandante Manuel Fajardo, además de tener la responsabilidad de las investigaciones científicas en su Departamento de Educación Física.
A Salvador el deporte lo cautivó desde pequeño, hasta la llegada del día que enrumbó su destino. Un amigo practicante de gimnasia le pidió que lo acompañara al entrenamiento y desde ese momento empezó su interés por esta disciplina, en la que no tuvo casi resultados relevantes, tal vez producto de una fractura en la muñeca y el llamado al Servicio Militar después.
«Nunca me alejé de la gimnasia artística, siempre trabajaba en las competencias, calificaba y hacía mucha preparación física después de mi jornada laboral», expresa Serer.
Su vínculo con el magisterio llegó hace casi 23 años y en el 2000 arribó al Fajardo, después de que le hicieran una solicitud para enseñar gimnasia básica y artística. Apunta que el deporte es una manera más de enseñar. «Un buen profesor es un pedagogo que, además de cumplir su función, brinda ejemplos a través del deporte, una vía muy sana a la hora de enseñar, no solo desde el aspecto físico, sino también psicológico e intelectual», señala este profesor que tuvo bajo su égida a varios gimnastas del equipo nacional.
Como gratificaciones atesora tres condecoraciones de Profesor Tiza de Oro y durante su misión en Venezuela recibió un reconocimiento, que guarda con mucho afecto, por el trabajo en el estado de Trujillo, donde estuvo dos años. Además, es uno de los propuestos para la Orden al Mérito Deportivo por los años de entrega y contribución al deporte.
«De Venezuela me llevé gratas experiencias. Quizá la mayor sea haber trabajado con personas que tenían mucho interés y excelentes aparatos, pero pocos conocimientos», dice quien considera que el magisterio trasciende las aulas, pues «tenemos la posibilidad de ayudar al estudiante con sus problemas y convertirlo en mejor profesional y ser humano. Yo les digo que hay que estudiar para aprender en todos los ámbitos de la vida».
Para Salvador, la pedagogía deportiva en Cuba disfruta de buena salud, si se tiene en cuenta que cada año se gradúan de nivel universitario muchos profesionales. Amplía que es un indicador positivo y un referente del prestigio de esta Universidad . «Por citarte un ejemplo, nuestro subcampeón mundial de gimnasia Manrique Larduet es el resultado de todo un engranaje de trabajo de varias personas que deriva en los rendimientos destacados de ese atleta y de otros muchos. Eso es un orgullo para nosotros», asegura.
Sobre los principales retos que enfrentan los educadores vinculados al deporte, opina que tienen el deber de prepararse cada día más y transmitir los conocimientos con la mejor calidad posible. De esa manera —amplía— los alumnos pueden llegar a ser entrenadores de equipos nacionales y contribuir al logro de excelentes resultados a nivel centroamericano, panamericano y olímpico.
Este capitalino exhorta a los aspirantes a su trayectoria de más de dos décadas, a que estudien e investiguen mucho, que devoren toda la literatura a su alcance y busquen el para qué de las cosas. «Esas son las claves de un éxito anticipado», concluye.