Lamentablemente, la selección masculina cubana se desinfló justo antes de su adiós del Campeonato Mundial de voleibol, que sigue su curso en tierras polacas. El costoso revés frente a China en cinco sets, durante su última presentación, le impidió sumar algunas unidades, y así ancló en el lugar 11 del escalafón.
Comparado con el subtítulo conquistado en la pasada edición celebrada en Italia, esta nueva ubicación sabe a desastre. Mas, si se pone en perspectiva, si se analizan cuáles eran las posibilidades reales de la renovadísima escuadra nacional, habría que sentirse cuanto menos tranquilo, lo cual no significa satisfecho.
Todos los que seguimos el voleibol cubano conocemos de sobra el accidentado trayecto recorrido entre una cita universal y otra. Sabemos que quienes defendieron ahora la camiseta en el máximo nivel, han tenido que acelerar el paso, lidiar con presiones desacostumbradas a su corta edad. Sin embargo, dieron muestras de un enorme talento por pulir, además de deseos de brillar.
Para mí cumplieron con haber superado la fase inicial, y luego al dar destellos de lucidez frente a rivales mucho más encumbrados. No obstante, acostumbrado a las grandes actuaciones de nuestros equipos, me queda el sabor de que se pudo hacer un poco más, que los triunfos frente a Finlandia en el debut, y contra Canadá y China en el segundo tramo, se evaporaron ante sus ojos increíblemente. Es el precio de la inexperiencia.
Cuando uno mira la tabla de posiciones y ve por detrás del cubano a elencos como los de Bulgaria e Italia —por primera vez desde 1986 fuera de los seis mejores del mundo—, se percata de lo competitivo que ha sido el torneo. Estados Unidos, por ejemplo, pasó de ganar la más reciente Liga Mundial a ocupar el séptimo escaño. Su supervivencia dependía de un triunfo al menos en cuatro parciales frente a Argentina y terminó cediendo por 2-3.
¿Sirve esto de total consuelo? No lo creo. Será mejor revisar nuestros errores conceptuales y prácticos, sabiendo que Osmany Uriarte y Javier Jiménez tienen un enorme potencial aún por explotar; que existe un jovencito como Félix Chapman que pinta para luchar la titularidad como central. Hay sangre fresca que, mezclada con la experiencia de Rolando Cepeda, Keibel Gutiérrez —impresionantes sus números de ahora—, puede dar frutos a mediano plazo. Habrá que ser inteligentes y saber conjugarlos.
Por lo demás, el Mundial sigue con seis candidatos al trono divididos en dos grupos, que romperán hoy hostilidades. En la llave G, que tendrá a Irán como tercer inquilino, cruzarán fuego Francia y Alemania. Mientras en el segmento H, los favoritos brasileños enfrentarán a los anfitriones polacos, ante la mirada reposada de los rusos.