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Desangrado, Industriales soportó su derrota número 29 en 47 presentaciones y de la peor manera posible: Jorge Martínez Roque, de Matanzas, los venció por la siempre misteriosa vía del cero hit, cero carrera.
Solo un pelotero de azul entró en circulación, Serguei Pérez, golpeado por un lanzamiento en la segunda entrada. Después de eso, el matancero de 25 años de edad, y cinco series nacionales de experiencia, combinó sus lanzamientos en curva con una recta que no excedió las 87 millas hasta conseguir el partido número 50 de estas características en nuestros torneos —según estadísticas de la radioemisora COCO—, el quinto que soporta un equipo Industriales.
A la altura del séptimo inning, cuando la inminencia del suceso gravitaba sobre el parque del Cerro, Rudy Reyes intentó un toque de bola en conteo de 3-1, y la píldora salió a foul. Era un esfuerzo in extremis.
«Debió hacerle un swing fuerte, imponer su estirpe de pelotero de la selección nacional frente a un tirador de modesto palmarés», opinó Luis Felipe Díaz, ex tirador de las escuadras de Metropolitanos.
Más condescendiente, Yovany Aragón, el veterano de Sancti Spíritus —comisario técnico en la histórica noche del Latinoamericano, como Luis Felipe—, declaró que «el conteo estaba a su favor, debió aprovechar que el muchacho lanzaría por la zona de strikes; pero se tolera porque Rudy cargaba con una ansiedad adicional, su expediente de 999 hits conectados en la pelota cubana».
En cuanto a Jorge Martínez, inició la temporada con ocho triunfos y 17 derrotas, y un pobre promedio de 5,59 carreras limpias por partido de nueve entradas. Mide 1,81 metro, pesa 84 kilogramos y es del municipio cabecera de la Atenas de Cuba.
Desde este 29 de enero de 2009 —y sin duda asesorado por José Elosegui, hasta el año pasado entrenador de pitcheo de los giraldillos— el muchacho es dueño de un nicho en la historia del béisbol cubano.
Paradójicamente, en la mente de pocos se habrá grabado el decisivo jonrón del inicialista y cuarto bate Lázaro Herrera, autor de otros dos imparables y de, por lo menos, una formidable atrapada en su posición.
