Un holandés de Krommenie estaba al volante tan pasado de tragos que cuando la policía le hizo el test de alcoholemia rompió el analizador. El análisis de sangre reveló que el conductor tenía siete veces más alcohol que el permitido para manejar. Una corte en Haarlem lo condenó a pagar cerca de mil dólares de multa, a no conducir durante 15 meses y a pasar dos semanas en prisión. Él insistió en que solo había tomado «cuatro cervezas», pero no dijo cuántos galones tenía cada lata.