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José Martí en el Joel James

El autor de José Martí en su dimensión única, remarca el genio martiano para aprehender «las íntimas profundidades de su tiempo» y la ética que transversaliza su accionar

Autor:

Reinaldo Cedeño Pineda

«José Martí resume y anticipa al cubano; resume al cubano de hasta sus días y anticipa a un cubano que sigue siendo una aspiración». Con esa clarinada comienza el reconocido intelectual Aníbal Joel James Figarola (1946-2006), su libro José Martí en su dimensión única, seis ensayos publicados bajo el sello de la Editorial Oriente en 1997.

El volumen inicia con el capítulo más extenso: «Reflexiones sobre la fundación del Partido Revolucionario Cubano», para dar paso a los apartados «José Martí, ciencia y conciencia» y «José Martí, comunicador social». La exégesis termina con una mirada del Manifiesto de Montecristi, al  anexionismo y al concepto martiano sobre el hombre común.

Confieso que, por obvias razones, fui directo al capítulo donde Joel interpreta la teoría y la práctica comunicativa del Maestro. No es posible dejar de compartir sus consideraciones: «El concepto de lo social en Martí es algo menos impersonal, menos impreciso o desconocido, menos extrañado, menos alejado, o si se quiere menos otro (…) Hay en Martí un saber a quién se dirige, para quién escribe (…) No se escribe por escribir o por lucrar, o para el órgano que se publique por prestigioso que sea. Se escribe para el lector (es decir, lo social) que se sabe existe y existe necesitado de leer».

La capacidad suprema de condensación de Martí seduce, obliga. Muchas veces, en diferentes contextos, se hace referencia a la manera martiana de resumir su concepto sobre el mejor gobierno. «Gobernar no es más que prever», apunta en su artículo «La Conferencia Monetaria de las repúblicas de América», aparecida en La Revista Ilustrada, Nueva York, 1891. Joel no se queda en la letra, se sumerge en la médula de esta advertencia tenaz. A un fundador como él, no escapan sus rayos:

«Gobernar es prever, es ver más lejos y mejor; es ver donde nadie ve y antes que nadie vea. Es anticiparse en el conocer para evitar accidentes y dificultades evitables (…) Gobernar no es administrar; administrar es gestión y oficio menores. Gobernar es una noble dedicación mientras se posee las cualidades, y las facultades, para conducir; es decir, para prever».

El autor de José Martí en su dimensión única, remarca el genio martiano para aprehender «las íntimas profundidades de su tiempo» y la ética que transversaliza su accionar, no como parte externa o menor del acontecimiento, sino como esencia misma de él. En la ética hay que detenerse siempre. «Para Martí el cómo se hacen las cosas en todos los aspectos de la vida tiene una importancia por encima de una ponderación pragmática o una medición exclusivamente técnica». 

La libertad es bandera que flamea en la vida del héroe de Dos Ríos; en su búsqueda se le fue la vida. Libertad a la que apostó cuando el yugo colonial hundía su ponzoña en la tierra cubana, cuando el influjo norteamericano proyectaba ya su larga sombra sobre las Antillas. Sin embargo, es una libertad sin extravíos, sin confusiones, y así lo subraya Joel James:

«Los términos independencia y libertad personal no se excluyen, sino que se complementan y condicionan recíprocamente. Para Martí la independencia es un prerrequisito indispensable de la libertad individual, y sin ella la independencia no sería ni deseable ni legítima».

Lleva razón el Doctor Ricardo Hodelín Tablada, un martiano de ley, un investigador incesante, cuando afirma que con este libro «Joel se colocaba, con audacia, entre los más acuciosos estudiosos de la obra martiana». Audacia es la palabra exacta, por la capacidad de James Figarola, no solo de introducirse en el espíritu del genio de Paula y de escrutar sus múltiples significados, sino de extraer con savia original y aliento nuevo, su verdadera dimensión, su «corporeidad palmaria», su «tangibilidad espacial». Este es José Martí en su dimensión única.

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