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Amalia es Cuba

Amalia no es una maestra convencional; su carácter está delineado con una humanidad que revela sus propios conflictos y contradicciones

Autor:

Félix A. Correa Álvarez

Finalizó Calendario, una de las producciones más destacadas de la televisión cubana en la última década. Esta serie ha brillado no solo por su calidad estética, sino también por su capacidad de abordar con honestidad y equilibrio la realidad juvenil y su contexto social. Ha ofrecido una radiografía veraz y matizada de la compleja sociedad cubana actual, y resaltó las esperanzas y desafíos que enfrentan sus personajes. Ha abordado estos temas con una transparencia y belleza que no solo agradan, sino que también inquietan y seducen al espectador.

Una de las mayores virtudes de Calendario ha sido su enfoque pedagógico no didáctico, pues logró presentar una visión inspiradora del arte de enseñar, y esto se consigue principalmente a través del personaje de la profesora interpretada magistralmente por Clarita García.

Amalia no es una maestra convencional; su carácter está delineado con una humanidad que revela sus propios conflictos y contradicciones, pero también su capacidad para trascenderlos y guiar a sus alumnos con empatía y comprensión. Este personaje se ha convertido en un modelo de docente que, aunque escaso, existe y deja una marca profunda en sus estudiantes.

Para Clarita, un ciclo se cierra con este último episodio de la tercera temporada; un ciclo en el que cada escena, cada gesto, fue una muestra de su entrega y compromiso con Amalia, con Calendario, con Cuba…

«Tengo muchas sensaciones dentro. Siento nostalgia y felicidad. Me da mucho orgullo que hayamos podido terminar un proyecto de tres temporadas con tan buena energía por parte del público. Siento mucha gratitud, y también esa inquietud que siempre tenemos los actores de preguntarnos: ¿qué vendrá ahora? Pero, en general, gratitud y felicidad son los sentimientos predominantes», confiesa.

—¿Qué significó para ti interpretar a Amalia durante estos años?

—Amalia me ha tenido bien ocupada. En cierta manera, me ha devuelto un poco más de bondad y fe. Es un personaje muy hermoso, de los que no llegan todos los días. Interpretarla todos estos años ha sido realmente una bendición en mi carrera. Ahora que ha pasado tiempo desde el rodaje de la última escena, siento como si hubiera estado dentro de una burbuja, muy concentrada, viviendo su vida a plenitud. Es algo un poco místico y misterioso de explicar.

«Ha sido una experiencia maravillosa, algo que no ocurre todos los días. Gracias a Magda González, a Amílcar Salatti y a todo el equipo de realización, que me ayudaron tanto a estar bien enfocada, cuidando cada detalle. Creo que eso es lo que ha hecho que todo salga con tanto amor».

—¿Algo de Amalia quedó en ti?

—Algo de Amalia que quedó en mí, sin dudas, es la poesía. Sí, Amalia, Amílcar, Magda, el equipo, Calendario en sí me dejaron con una profunda búsqueda de poesía todo el tiempo. Ahora mismo, estoy tratando de mantener los domingos un espacio en mi Instagram para que las personas sigan teniendo un poco de esa poesía, y para que Amalia no se vaya del todo.

«Me dejó la conciencia de que, aunque vengan momentos difíciles, siempre vendrá algo bueno después. La conciencia de que debemos escucharnos, ayudarnos más y no rendirnos ante las nimiedades. Debemos levantarnos y seguir luchando contra los molinos de viento, tratando de hacer lo que nos toca sin quejarnos. Eso es algo muy hermoso que Amílcar escribió con toda su alma».

—¿Qué crees que representa Amalia para el público?

—El otro día, en un comentario, una persona me escribía que Amalia era Cuba, y ese es uno de los comentarios más bonitos que he leído, porque sí: Amalia es Cuba. ¿Cómo pueden comparar un personaje con un país? ¿Por qué? Porque Amalia sigue viviendo en el mismo lugar, sin mucha prosperidad, con gratitud por lo que tiene, pero siempre luchando contra los molinos de viento.

«Amalia sigue despidiendo a los alumnos más queridos, pero sigue ayudando a los nuevos que llegan. Amalia es la esperanza, la humildad, la bondad. Es la conciencia de que va a luchar por estar mejor, aunque las cosas cada vez estén peor. Creo que eso es lo que ama el público: la esperanza».

—¿Alguna escena te marcó como actriz?

—Tengo muchas escenas que recuerdo con especial cariño, pero, sin duda, una de mis favoritas es la primera escena de la primera temporada. Fue muy especial para mí por todo lo que sentí al filmarla y por el resultado final.

«Es una escena hermosa que me emocionó desde que la leí en el guion, cuando ella se enfrenta a su primer día de escuela como profesora, delante de todos esos alumnos. Hice el poema y en ese momento, tan único, tan bien escrito y realizado, se capturó todo».

—¿Y como televidente?

—Tengo varias. Esa escena de su primera vez en el aula fue también muy especial para mí como espectadora. En la segunda temporada fue impactante para mí cuando Cecilia (Odelmys Torres), la mamá de Orestes (Ernesto Codner), agrede a Amalia con un palo. Y ahora, en la tercera, la escena de la despedida de Orestes fue muy emotiva por todo lo que representa».

—¿Cómo describirías cada una de las temporadas?

—La primera, para mí, fue la luz. La segunda fue sacrificio y concentración, y la tercera, la despedida».

—Amalia es un personaje que idealiza al maestro. ¿Crees que hay aspectos en ella que deberíamos tener más presentes en la educación actual?

—Durante las tres temporadas muchos maestros se me han acercado, y esto me ha dado una gran satisfacción. No solo a mí, sino también a Magda y al equipo. Saber que hay maestros que se han llenado de motivación, inspiración y un poco más de ánimo a la hora de enfrentarse a los alumnos, de no rendirse, de dar clases con más creatividad y estar más atentos a los que necesitan su ayuda, es muy gratificante.

«Creo que esto ha estado sucediendo gracias a Calendario. Y aunque ya haya terminado, pienso que los maestros deben recordarla como un impulso para seguir desarrollándose, para seguir buscando pasión dentro de la pedagogía, motivos para que los alumnos estén felices y más atentos en clase, y para que la escuela pueda educarlos mejor para la vida.

«Con más amor y más ternura… Creo que la ternura es primordial entre un maestro y un alumno, y eso se ha perdido mucho. La vida ya está llena de cosas ásperas. Entonces, hay que salvar la ternura por encima de todo».

—¿Cuán pertinente consideras que series como estas sigan produciéndose en Cuba?

—Es imprescindible. De cierta manera es nuestra misión como artistas: influir en la sociedad, transformar cosas y hacer que la gente se motive y quiera ser mejor, que se sientan felices. Por eso creo que deben seguir existiendo escritores como Amílcar o directoras como Magda González o Mariela López, con quien hice hace una década Mucho Ruido; personas que quieran transformar modos en el medio audiovisual, más si hablamos de adolescentes, que sienten siempre una necesidad de verse reflejados en los medios».

—¿Qué mensaje esperas que el público se lleve de Calendario?

—Hay que buscar la luz, esa luz interna que nos da más ánimo. Hay que seguir adelante, luchar por cumplir nuestros sueños, por estar mejor y tener fe en nuestros caminos y en lo que la vida nos brinda. Hay que mantener la esperanza por encima de todo. Creo que todos los cubanos, dondequiera que estemos en el mundo, llevamos mucha esperanza dentro, mucho ánimo y mucha positividad, y eso no se puede perder. Creo que Calendario ha dejado ese mensaje».

—Y de Amalia, ¿qué te gustaría que la gente recordara?

—De Amalia, me gustaría que la gente recordara su ternura, su fortaleza interna, su perseverancia, su amor por la poesía y su dedicación para ayudar a los estudiantes sin cansarse.

Calendario para ti es...

—Me gustaría definirlo con una frase del Apóstol: Solo el amor convierte en milagro el barro. (Fragmentos de la entrevista publicada en la revista Alma Mater)

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