Hace apenas unos días el reconocido actor y exdirector del Centro Promotor del Humor, Kike Quiñones, el excelente cantautor Tony Ávila y yo (que no soy nadie importante, pero tengo muy buenos amigos) coincidimos en el set de grabación de un nuevo espacio, Ruta 10, que con buen tino se abre paso en la programación televisiva de la mañana en Cubavisión.
Entre las múltiples cosas que comentamos, hablamos de un tema que en las redes hace moda, al estilo de otros tópicos que de manera efímera o por temporadas captan la atención de los internautas. Me refiero al artículo que anuncia la inevitable desaparión del hombre como especie. Se fundamenta la causa a una serie de hipótesis entre las que se destaca con mayor fuerza
el hecho de que en la actualidad son muchos más los decesos de vidas humanas que los nacimientos (de la misma especie) que tienen lugar en el planeta. El dato aterrador es que según el autor esto de la desaparición del hombre puede ocurrir en fecha tan próxima como el venidero milenio.
Entre bromas llegamos a la conclusión de que finalmente no hay muchas esperanzas para el hombre, pues si no se extingue, o se «autoextingue» con tantas guerras y agresiones contra sus semejantes y su hábitat, tenemos al astro rey, o sea, el compañero Sol, esperando para explotar dentro de unos cuantos siglos, y ahí sí que no va a quedar títere con cabeza en el querido planeta azul.
Yo quiero, antes de que esta profunda conversación se convierta en un gustado tema de Tony, o en un simpático monólogo de Kike, hacer una observación más profunda y objetiva, porque con perdón de los científicos, filósofos e investigadores de todo tipo, hay que ser realistas, y lo primero es lo primero. Y aquí en Cuba, para la mayoría de los cubanos, ahora mismo estos datos no despiertan mucho interés.
Usted se imagina que en plena cola de lo que sea, bajo el intenso sol del mediodía, se arme una de las acostumbradas reyertas y que el organizador o el agente del orden público trate de aplacar los ánimos alegando:
—¡Por favor, compañeros, sean consecuentes, tengan presente que dentro de cientos de años explotará el sol y no quedará vida en el planeta!
No faltará quien le espete sin asumir consecuencias:
—¡Ojalá explote ahora mismo, porque por culpa del sol estoy hecho un chicharrón, sin agua, ni donde sentarme desde ayer, y todavía no sé si alcance pollo!
También se podría alegar este argumento ante igual situación de aglomeración de público en busca de víveres:
—¡Señores, tengan calma… ¿Por qué mejor no desisten de hacer colas y se van a sus casas a procrear, que la natalidad a nivel mundial ha bajado considerablemente y estamos a punto de la extinción como especie?
Ya me imagino una de las tantas respuestas: —¡Así que a procrear! ¿Y después qué voy a comer? ¿No sabes el apetito que da eso? ¡Mire, váyase a… a procrear!
En pocas palabras. Agradecemos el trabajo y la intención de aquellos que se ocupan y preocupan por el futuro de la humanidad a largo plazo, pero, lamentablemente, lo primero es lo primero.