Muchos vocablos quedarán en el arsenal linguístico de los cubanos Autor: Juventud Rebelde Publicado: 18/07/2020 | 10:53 pm
Sin dudas, durante el transcurso de esta pandemia mundial que estamos viviendo, y que lamentablemente no ha terminado, algunas palabras que conforman la lengua española han tomado nuevos significados, o al menos han adquirido nuevos matices. Palabras como médicos, enfermeros, salud, solidaridad, vida… aumentan su fuerza de expresión y serán pronunciadas con más ímpetu, con más sentido de pertenencia, para que nunca falten en nuestro vocabulario. Con solo decirlas sentiremos orgullo, tranquilidad, paz y esperanza.
Habrá vocablos que permanecerán con dolor en la memoria y solo mencionarlos nos ensombrecerá el alma. Virus, contagio, aislamiento, muerte… son algunas de estas tristes voces que contrastarán con todo lo hermoso creado por el hombre.
Nuestro país no escapa a estas nuevas reglas lingüísticas, no dictadas por la Real Academia Española, pero que ya forman parte de la cultura y la idiosincrasia. De esta forma tenemos palabras que ya tenían un significado bien criollo en nuestro entorno, y aumentan su alcance, como significante y significado social. Un profundo estudio realizado por mi amigo Floro y yo, ha traído como resultante cerca de medio centenar de términos, pero solo presentaremos tres palabras como ejemplo.
La primera es cola, cuando se refiere a fila, hilera de personas en espera de algo, como mayormente se le conoce en otros países hispanohablantes. Esta palabra para nosotros cobra mayor fuerza (de la que ya tenía) a tal punto que podemos utilizarla como sinónimo de safari, cacería, expedición… Para realizar una cola en estos días es necesario contar con sangre fría (como un reptil), y una cantidad de tiempo infinita. Aquellos, los más valientes y osados del núcleo familiar, se despiden de sus congéneres y amigos la noche anterior, incluso jornadas antes al día estimado en que se realizará la transacción comercial sin que haya seguridad de que esta tendrá lugar con la efectividad deseada.
El segundo término es jaba (no jabá, aunque pueda haber alguna relación como por ejemplo en la oración: La jabá de la jaba azul). Cuando hablamos de jaba, véase enmarcada en la acepción de bolsa de tela o nailon destinada a contener víveres u otros suministros. Este tipo de jabas, también llamadas cubalses, chillonas, de «a peso» (por el costo generalizado), han ganado en protagonismo, y su presencia e importancia supera al que ya le hubiera dado el maestro Carlos Ruiz de la Tejera cuando la calificó como un apéndice corporal del cubano. Poéticamente hablando, una jaba es como un oasis. Una jaba entregada por tu empresa, club deportivo, o grupo de orientación sexual, fuera de la canasta básica, puede alegrar tu fin de semana, y hasta un mes. La comparo con un oasis porque aquellos que no la advierten, que no la reciben, es como quien transita por un desierto y no ve pasar ni un camello, entonces tiene que conformarse con el polvo del Sahara o acudir a una cola.
El número tres es un sustantivo animal: pollo. Poco habrá que decir y supongo que cientos serán los pueblos, calles y centros comerciales que cambien su nombre en homenaje a tan distinguido y esperado producto: supermercado La pechuga… Pepe se mudó para el municipio de Pataepollo… o Fulana vive en Avenida Muslo esquina Contramuslo. Sería justo recordarlo eternamente. Floro y yo hemos pensado en proponer que para la posible unificación del CUP y el CUC sea considerado como unidad monetaria: ¿Cuántos pollos vale eso? Incluso ya tendremos cierta familiaridad con el término cuando preguntemos: ¿A cuántos pollos está la libra de pescado? Para el tema salarial es como oficializar algo que ya conocemos. Sería normal escuchar este diálogo:
—¡Mi esposo no se puede quejar, consiguió un trabajo en el que le pagan tres pollos y cuarto al mes!
—¡Ah sí! Eso le pagaban antes a mi marido. ¡Ahora, con la nueva reforma salarial, gana hasta una jaba de pollo a la semana!