Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La víctima y su historia

El testimonio, género ligado al periodismo, a la literatura, a la historia, recupera su tarea de hurgar en el estercolero de las guerras imperialistas actuales

Autor:

Luis Sexto

El testimonio, género ligado al periodismo, a la literatura, a la historia, recupera su tarea de hurgar en el estercolero de las guerras imperialistas actuales. Y como un detector de mentiras, devela el subterfugio de las nuevas palabras para nombrar viejas acciones: intervención humanitaria, daños colaterales, guerra preventiva…

Para ese emerger del testimonio, ha debido ocurrir en nuestro mundo una catástrofe informativa, entre otros desastres de índole moral y política. El periodismo predominante ha dejado de ser oficio de románticos, ideal de Quijotes, según dijo hace unos 25 años el dramaturgo alemán Peter Handke. Las noticias de la guerra, difundidas por los medios transnacionales, según las últimas experiencias en Irak, Afganistán, Libia, Siria han derivado hacia partes militares corregidos, descontaminados de modo que les falte lo fundamental: el odio, la crueldad, el dolor humano, las obras de la cultura, el daño al medio ambiente.

Todo cuanto se echa hoy de menos en las noticias, se hallaba  en el siglo XX, en textos de periodistas como John Reed, Pablo de la Torriente, Ernest Hemingway, Norman Mailer,  RysiardKapuscinski y otros que se arriesgaban hasta a perder los zapatos buscando la verdad de la guerra. Y por estas razones, el libro Cowboys del infierno, escrito por Jimmy Massey con la colaboración de la periodista Natasha Saulnier, nos conmueve por el sello testimonial, por el desgarramiento que el autor, exinfante de marina de Estados Unidos, sufre al contar su participación en la última guerra de Irak.

Publicado en español por las editoriales Apóstrofe, de España, y Timeli, de Suiza, y vendido en Cuba, Cowboy del infierno nos diseña una radiografía del mundo interno de la infantería de marina de los Estados Unidos, cuerpo para el que Massey fue reclutado cuando era un joven aún, sin afectos, sin definiciones económicas ni morales.

Pero el hombre formado para matar, resultó una víctima. En uno de los párrafos de su libro dice: «Tengo 32 años y soy asesino sicópata entrenado. Las únicas cosas que sé hacer es venderles a los jóvenes la idea de enrolarse en los marines y matar. (…) Soy un depredador. En el ejército me llamaba Jimmy el tiburón».

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