Adriana Asseff. Autor: Noel Rodríguez Publicado: 21/09/2017 | 05:54 pm
Apenas contaba con dos canciones decentes, porque las otras, dice, «no valían medio». Pero cuando el reconocido trovador Rubén Lester la convidó a que se presentara en su peña, Adriana Asseff, «de atrevida», accedió. «Allí, con mucho susto, interpreté No sé (que hasta hoy me acompaña) y Caos (el tema que más he versionado). Las canté con los únicos tres acordes de guitarra que me sabía, mas cuando sentí la ovación de aquel público reducido, pero cálido, decidí: por la música irá mi camino».
A partir de entonces esta cantautora santiaguera comenzó a tomarse muy en serio la música; claro, como creadora, pues ciertamente esta ha formado parte de su vida desde siempre: cuando se cantaban los bolerones en familia; cuando estudió piano, que abandonó por falta de la necesaria presión de los adultos; cuando daba vueltas en el piso bailando break dance como parte del grupo Nelson Mandela, de la Casa de Cultura Miguel Matamoros; cuando consiguió una de las cuatro plazas de Licenciatura en Educación Musical que medio Santiago de Cuba se disputaba...
Mas, en cuanto empezó a trabajar en una secundaria básica, no le quedó más alternativa que desvincularse de ese mundo, sobre todo cuando llegó el tiempo de los profesores generales integrales (PGI), y se vio «extraviada» impartiendo clases de Matemática, Física, Química... Porque anteriormente, las más disímiles melodías habían soplado a su favor, incluso cuando le anunciaron que debía cumplir su servicio social en La Caoba, municipio de San Luis.
«Jamás había pisado ni siquiera San Luis, así que te puedes imaginar. Pensaba que aquel lugar debió haber sido el mismo donde el diablo dio tres voces y nadie lo escuchó. Que era como el oeste de las películas, donde solo había un consultorio, una tienda que también hacía de bar, cafetería, de todo..., y la escuelita.
«Como parte de mi labor, me dediqué, además, a armar mis coros, lo cual me obligó a tomar la guitarra por primera vez y a aprenderme los tres famosos acordes, así como a adentrarme en las canciones de Silvio y Pablo para los matutinos... Hasta compuse mis primeras canciones: muy malas, malas, malas, que ahora me pregunto cómo podía escribir esas cosas. Sin embargo, todo ello me iba preparando para el futuro, el que entonces era incapaz de vislumbrar.
«Volví a reencontrarme con el hecho musical más fresco cuando, cursando la maestría en Ciencias de la Educación, me enteré de que necesitaban profesionales en el Departamento de Educación Artística de la Facultad de Humanidades del Pedagógico, donde aún permanezco, también muy relacionada con el Departamento de Extensión Universitaria. Ya de nuevo en la capital provincial me volví a sumar a ese público ávido de arte, de cultura».
—¿Qué ocurrió después de que Lester te presentara en público?
—Ya no hubo marcha atrás. Era muy estimulante porque muchas personas me preguntaban dónde yo estaba escondida que no sabían de mi existencia, aunque sigo convencida de que aparecí justo en el momento, tal vez porque confío en el destino. En fin, que inmediatamente entré a la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y un año después era una trovadora profesional del Centro de la Música.
«Solo que de repente sentí que mi música necesitaba otro soporte, quizá una sonoridad más fuerte, e invité a varios instrumentistas que ya conocía a que se me unieran, especialmente después de que me acompañaran en aquel gran concierto por el 4 de abril de 2011, en la escalinata del Museo Emilio Bacardí. De esa época todavía me acompañan Sandra Rosa Agüero Quesada (bajo y directora musical); Julius Vázquez (percusión cubana y misceláneas); e Iván Sánchez (saxofón, compositor y arreglista, ganador del Jojazz). Junto a ellos están en Boomerang, nombre de nuestra agrupación, en la actualidad William Hechavarría (drums) y Fernando Guerrero (guitarra)».
—No te cansas de agradecerle a un creador de primera línea como Luis Felipe Pérez, «Felipón», por la manera en que te apoyó desde el principio...
—Es que Felipón, auténtico trovador, compositor, arreglista y amigo, fue esencial en mi formación. Lo conocí a mediados de la década de los 90 y enseguida me cautivó con sus creaciones, que me parecieron interesantes, renovadoras, revolucionarias y de vanguardia. Años después, cuando ingresé a la AHS, él se me acercó y ofreció ayuda. Y al instante ya estaba haciendo los arreglos a mi música, mientras yo estaba cantando con él en su grupo. Ahí aprendí cómo era el trabajo dentro de una agrupación, lo cual me hizo crecer como artista, al punto de sentir la necesidad de conformar mi propio proyecto. Beber de la sapiencia y experiencia de Felipón me hizo encontrarme y encaminar el trabajo que he desarrollado hasta hoy. Por suerte, aún cuento con su buen gusto para arreglar mis temas y con su opinión siempre acertada. No en balde Felipón es uno de los productores de mi primer disco, Qué vale más, al que le estamos dando los toques finales.
«Igualmente me gustaría agradecerle desde JR, por el apoyo e incentivo, a Jackson, quien me orientó a la hora de buscar un estilo. Estuvo entre los primeros que creyó en mí. Lo mismo tendría que decir de Sandra, mi directora musical, y Stephanie, mi representante. Ambas son tan exigentes que a veces me sacan las lágrimas, pero se los agradezco con el alma, porque solo así, velando por el rigor, por la calidad, con seriedad en el trabajo, es que hemos conseguido que se nos respete y atraer a un público que nos sigue a todas partes».
—Adriana, ¿cuál fue el derrotero de New sound (en el traste). Trova santiaguera, el CD nominado al Cubadisco 2012?
—Ese resultó un disco con el cual se crearon muchas expectativas, aunque nos frutró el hecho de que con él no pasara nada, que ni siquiera se difundiera a pesar de su nominación al Cubadisco. De hecho, muchos desconocen su existencia. Si te digo que nunca lo he tenido en mis manos y ni lo he podido escuchar...
«Es doloroso que haya quedado prácticamente en el anonimato, porque fueron dos meses de trabajo intenso para los cuatro cantautores que participamos con tres temas cada uno: Alejandro Zamora, Rubén Lester, Felipón y yo. De mi autoría ahí estaban No sé, Solo se ven y Déjate llevar. Y esa nominación constituyó un gran premio para todos nosotros, que jamás imaginamos que llegaríamos a un certamen de esa magnitud, desde nuestro terruño».
—Una suerte que de seguro no correrá la producción Qué vale más...
—Ahora tenemos mayor experiencia y este disco lo defenderemos con uñas y dientes si fuera necesario, aunque no es para comercializar, sino promocional. Lo grabamos en los Estudios Siboney de la Egrem y reúne diez temas míos, arreglados en su mayoría por Felipón e Iván Sánchez.
«Se trata de un material muy variado, en el cual todo está fusionado con la canción trovadoresca y en el que lo mismo hallarán un danzón al estilo de la pieza que nombra el álbum, que una balada (Fuerza y fe), un bolero-cha (Declaraciones), bossa nova (Una canción), una mezcla entre funky y samba (Extrañaré), algo de pop (Vente)... Asimismo retomamos con arreglos nuevos mis «clásicos»: No sé, Solo se ven, Caos y Déjate llevar. Hubiéramos querido incluir Larga distancia, un instrumental superbueno de Iván, pero no hubo tiempo para mostrar otras de las aristas de Adriana Asseff y Boomerang.
«Además de mi grupo, invitamos a destacados instrumentistas, como el mismo Felipón, que estuvo en la guitarra acústica —como ya dije, asumió la producción junto a Sandra—, Rubén Lester (guitarra eléctrica); Angelito Toirac (piano) y José Raúl (contrabajo), ambos del grupo Influencia; Gabriel (percusión) y Miriamne Martínez, «Mirita», graduada de canto coral en el Esteban Salas (coros).... Todos nos entregamos a esta obra con tremenda dedicación, con total seriedad, amor y profesionalismo. Ahora se halla en el proceso de masterización de la que se han hecho cargo (también de la mezcla): Felipón y Sandra (hombre y mujer orquesta), así como Gabriel».
—Cuando hablas de la AHS se nota un verdadero sentimiento de agradecimiento...
—No podía ser de otra manera, sin la Asociación no hubiera llegado a donde estoy. Desde el principio, fue incondicional el apoyo de Alcides Carlos González, alias Tití, entonces presidente de la filial de Santiago, y de Jackson. Ellos no solo confiaron en mí, como ahora la organización abraza a mi grupo (fíjate que Sandra es una de sus vicepresidentas en el territorio).
«La Asociación Hermanos Saíz me contagia con su juventud, al punto de que todavía me relacionan con ella en los medios, pero para nada me hallo incómoda, todo lo contrario: para mí es un honor».