Glenn Close ofreciendo una clase de actuación en Relaciones peligrosas. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:22 pm
El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía, escribió alguna vez la escritora Anais Nin. Y por estos días los amantes del buen cine de toda la Isla tendrán la oportunidad de comprobar cuánta razón le asistía a esta mujer, nacida en Francia de padres cubanos y naturalizada, años después, como ciudadana norteamericana.
La posibilidad la ofrece el ciclo La imagen del deseo. Toma 2, que ha preparado el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) para la presente temporada estival y se estará exhibiendo en todas las provincias hasta el próximo 29 de agosto. Para esta segunda vuelta se han escogido cerca de 40 títulos, los cuales, a decir de Benigno Iglesias, vicepresidente del mencionado instituto, expresan el significado del erotismo en la conducta del ser humano.
Conforman este ciclo largometrajes estrenados entre 1958 y 2010, que tienen el sello de grandes realizadores y se distinguen por su calidad artística. «Hemos intentado que el erotismo sea presentado desde las visiones de cinematografías diversas. Por tanto, lo mismo proceden de Estados Unidos, que de Japón, Italia, España, México, Nueva Zelanda, Reino Unido, Cuba (Afinidades), Francia...».
Y justamente desde esta última nación llega la película más añosa: Los amantes, de Louis Malle, protagonizada por ese mito del cine galo nombrado Jeanne Moreau, en el papel de esposa infiel, cuyo entusiástico orgasmo en pantalla escandalizó a la Iglesia y provocó la prohibición del filme en algunos países. Con su exquisita música y fotografía en blanco y negro y la participación del latin lover de la época, José Luis de Vilallonga, Los amantes le valió al muy joven Malle el Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia 1958, por este retrato mordaz de una dama de la burguesía, aburrida y snob, a quien el amor le cambia la vida.
A Los amantes le sigue en edad la también gala pero con intervención nipona, Hiroshima, mi amor, de Alain Resnais; autor de esta obra de arte que habla no solo de las devastadoras consecuencias de la guerra, sino también de un idilio imposible. Ambos países comparten crédito igualmente en El imperio de las pasiones (Nagisa Oshima) con su magnífico argumento: un joven obsesionado con la mujer casada y el asesinato del marido, que se oculta en un pozo, como metáfora del desconocimiento que a veces las personas poseen de sí mismas y de las pasiones que las dominan.
Francia resalta con fuerza con otros famosos títulos al estilo de Un hombre y una mujer, de Claude Lelouch, entre los dramas románticos más taquilleros en la historia del cine europeo; y Nathalie X, donde la siempre inmensa Fanny Ardant viste de mujer madura y casada que contrata a una prostituta de lujo, Nathalie (Emmanuelle Béart), para que seduzca a su marido (Gerard Depardieu) y descubrir si le es fiel o no.
Nathalie X es de esas propuestas donde el espectador necesitará acopiar toda su imaginación para conformar «picantes» escenas de cama, a partir de lo que la prostituta le cuenta a su clienta. De excelencia el trío protagonista, con una Emmanuelle Béart supercreíble, cualidad que también pone de manifiesto en la coproducción con Italia y Alemania, Nelly y el Sr. Arnaud (Claude Sautet).
De igual modo sacan la cara en nombre de la Ciudad Luz, Gotas de agua sobre piedras calientes, la historia donde François Ozon le da vida, en medio de la Alemania de los 70 del pasado siglo, al cincuentón Léopold, que seduce al muy joven Franz; la ya estrenada en nuestros cines Coco Chanel & Igor Stravinsky, y la exquisita El marido de la peluquera (dirigida por Patrice Leconte), es decir, Antoine (Jean Rochefort), quien consigue cumplir su sueño tras conocer a Mathilde (Anna Galiena, la misma de Jamón Jamón, de Bigas Luna). Sucedió 40 años después de que le hicieran la clásica pregunta de los papás: ¿Qué quieres ser cuando sean grande? El marido de la peluquera, respondió enseguida el chiquillo que había quedado fascinado con el mundo de los sentidos y las aromas del salón donde comenzó a descubrir su sexualidad.
Otras naciones también acompañan a la prestigiosa cinematografía: Alemania en Una mujer partida en dos (Claude Chabrol); y Reino Unido en Lunas de hiel (Roman Polanski), cinematografía que lo mismo se une a Holanda en El libro de cabecera (Peter Greenaway), que a Italia en Te doy mi alma (Roberto Faenza).
El binomio con Italia está presente asimismo en una cinta que cuenta con la firma de un gran cineasta: Pier Paolo Pasolini. Se trata de Las mil y una noches la cual, como el resto de su filmografía, evidencia un estilo visual y narrativo muy peculiar. Con ella el también poeta y autor teatral culminó su Trilogía de la vida, que completan El Decamerón y Los cuentos de Canterbury.
Eros en otros lares
En representación de Europa, despunta también España, con actores y directores que tendrán la oportunidad de sorprendernos más de una vez, como Penélope Cruz, Jordi Mollà, entre los histriones; y Julio Medem detrás de la cámara en las cintas Lucía y el sexo y Habitación en Roma, que constituyó la vuelta al plató del cineasta vasco tras la «azotada» Caótica Ana.
Mucho se agradece la dirección artística de Montse Sanz en Habitación en Roma, inspirada en En la cama, de Matías Bize. Medem nos entrega esta versión rodada en inglés en la capital española y en la italiana, solo que las protagonistas son dos mujeres: Elena Anaya (vista aquí en la almodovariana La piel que habito) y Natasha Yarovenko, magníficas en la interpretación.
Y hablando de afamadas féminas, la diva Penélope Cruz aparece por partida doble en esta invitación del Icaic: en La Celestina y No te muevas, de Sergio Castellito, la cual estuvo nominada a 11 premios David di Donatello y a dos Goya, que no quisieron pasar por alto su desempeño. La Cruz no solo se agenció el galardón italiano, sino, además, el aplauso del público en los European Film Awards. Sin embargo, no tuvo con Gerardo Vera la misma suerte que cuando intervino en el drama donde una adolescente que sufre un accidente es trasladada al hospital donde su padre es cirujano, quien aprovecha que se halla en coma profundo para confesarle un doloroso secreto.
Justo en La Celestina, Penélope comparte liderazgo actoral con Jordi Mollà, otro de los astros del cine español, quien en el biopic El cónsul de Sodoma le presta su piel al influyente poeta Jaime Gil de Biedma, para ahondar en la existencia de un escritor desclasado que intenta encontrar sentido a una vida demasiado vacua.
Pedro Almodóvar, claro está, no podía faltar e irrumpe con su polémica Matador. A su lado encontramos otros reconocidos cineastas: Vicente Aranda con Lolita’s Club; y Manuel Gómez Pereira con Entre las piernas, donde Javier Bardem (Javier) y Victoria Abril (Miranda) representan a dos adictos al sexo.
Por México y Latinoamericana clasificó Año bisiesto, Cámara de Oro en Cannes, premio que se otorga a la mejor ópera prima de dicho festival. Lo consiguió Michael Rowe (australiano con nacionalidad mexicana) con la historia de una joven oaxaqueña residente en el Distrito Federal que compensa su desamparo con actos sexuales extremos; un drama estéticamente osado que filmó en una sola locación y en planos fijos sin cortes.
Estados Unidos se «defiende», mientras tanto, con filmes que resultaron muy «escandalosos» en su tiempo, al estilo de Nueve semanas y media, que llegó a conseguir un enorme éxito de taquilla en los 80, al punto de colocarse entre las películas míticas de la década, a pesar de que la crítica la llegó a nominar a los premios Razzie, que reconocen las peores entregas fílmicas de cada año. No obstante, nadie pudo quitarle la categoría de sex-symbol a Kim Basinger, trono que después le arrebataría Sharon Stone con Instinto básico (Paul Verhoeven), también en el ciclo.
Sharon Stone comparte cartelera con Michael Douglas en esta historia de acoso, parecida a la que este centra al lado de Glenn Close en Atracción fatal, del mismo director de Nueve semanas y media, Adrian Lyne, para muchos el más logrado trabajo de quien ha conseguido el favor de los cinéfilos con Flashdance, Una proposición indecente e Infiel.
Atracción fatal resulta otro clásico de los 80, que provocó gran impacto en la opinión pública. Y es que en plena histeria colectiva ante el avance del sida, Lyne presentó en este thriller psicológico a una mujer soltera, independiente, neurótica y peligrosa que se iba a la cama con un hombre casado, esposo de un ama de casa fiel, buena y equilibrada. No importó su corte claramente comercial para que estuviera nominada a los Oscar en los apartados de mejor película, director, actriz principal y secundaria, así como guión y montaje, sin conseguir ninguno.
En ese sentido más suerte tuvieron las formidables Terreno vedado (Brokeback Mountain), de Ang Lee; Belleza americana, de Sam Mendes, con Kevin Spacey y Annette Bening, y El piano, de Jane Campion (Nueva Zelanda). También ese filme inmenso titulado Relaciones peligrosas, de Stephen Frears, donde otra vez se luce la Close (asimismo John Malkovich y Michelle Pfeiffer) como la adinerada, manipuladora y viuda Marquesa de Mertuil, en la Francia de finales del siglo XVIII.
Es indiscutible que Relaciones peligrosas destaca como uno de los mejores largometrajes de la historia del cine reciente, lo cual constituye un motivo adicional para no perderse La imagen del deseo. Toma 2, que propone otras atracciones como Soñadores, del notable Bernardo Bertolucci (El último tango en París, Novecento, El último emperador...); Sexo, mentiras y cintas de video, que catapultó a la fama a su realizador Steven Soderbergh; o Heavy Metal (Canadá-EE.UU.), entre los primeros filmes destinados al público adulto (considerado de culto) que aprovechó la entonces incipiente tecnología informática aplicada a la animación. Películas todas que siempre se agradecen al incursionar en el terreno de los sentimientos y las emociones.