Tania Vergara en uno de los ensayos de su compañía. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:22 pm
Diez años después de haber fundado el Ballet Contemporáneo Endedans, Tania Vergara Pérez cuenta por muchas sus satisfacciones: «La primera es haber concebido una obra personal, con resultados artísticos, estéticos y conceptuales, la cual, además, ha sido bien recibida por los espectadores y la crítica», asegura a JR la reconocida bailarina y coreógrafa camagüeyana, cuya agrupación se presentará este viernes y sábado (8:30 p.m.) y domingo (5:00 p.m.), en el Gran Teatro de La Habana (GTH).
Firmadas por la Vergara, piezas como A los confines de la tierra, Premio Iberoamericano de Coreografía 2008; La muerte del hombre (junto a Laynier Bernal), Estuche, Las Bernardas o El entierro de la vida y La Carmen integran el programa concierto, con el cual ella quiere poner al día respecto al quehacer de una agrupación danzaria que en los inicios fue, según afirma, «altamente incomprendida, casi huérfana.
«Realizábamos una danza con las líneas del ballet clásico: con el en dehors, la punta y el virtuosismo de este, pero sin serlo, y que al mismo tiempo asimilaba el trabajo de piso, de rodilla; la redondez y la virilidad de la danza contemporánea. Era más bien gestual. El hecho de no pertenecer ni a una ni a otra provocó que hubiera cierto escepticismo hacia nuestro estilo. No obstante, hubo un público que nos abrió los brazos. A partir de ese momento empezó a cambiar la percepción que se tenía de la compañía y, con ello, también vino el respeto hacia nuestra propuesta artística.
«Ahora, porque Endedans ha madurado, porque yo misma también he crecido como creadora, y nuestra labor con lo clásico y lo contemporáneo resulta superior técnicamente, se hace muy evidente la evolución, con un repertorio más rico y sugerente, y con un sello que nos distingue dentro del panorama danzario cubano.
«Asimismo, haber logrado un colectivo integrado por bailarines muy jóvenes, con un alto sentido de pertenencia, que se sienten en familia y disfrutan a plenitud lo que hacen, constituye otras de mis satisfacciones.
«Igual tendría que señalar el hecho de que en esta década, Endedans ha logrado presentarse con éxito fuera de nuestras fronteras: en Alemania, México, Venezuela, Martinica y Guyana Francesa, lo cual nos ha permitido medirnos en otros escenarios y entrar en contacto con otras maneras de hacer, con otras culturas.
«En Hamburgo, por ejemplo, presenciamos grandes producciones al estilo de Mamma mia! y Sister Act, mas en ese mismo circuito, conseguimos una notable afluencia de un público que nos tributó un aplauso caluroso y agradecido. Esas experiencias son muy valiosas, sin dudas».
—¿Cuánto ha influido en Endedans contar con una coreógrafa a tiempo completo?
—Es muy importante que las agrupaciones cuenten con sus propios coreógrafos, porque las convierte en compañías de autor. En nuestro repertorio se hallan piezas de ex bailarines: Juan Pablo Rodríguez Ríos, Denis Martínez, Laynier Bernal; y de otros que permanecen como Lisandra Gómez de la Torre..., pero no es el grueso. Y lo que más me complace es que el discurso coreográfico es muy diferente a lo que se ve tanto en Cuba como en el extranjero. No lo digo con autosuficiencia, sino con orgullo. Siento que mi mirada a la puesta en escena es distinta, a pesar de que bebo de íconos como Jirí Kylián y Mats Ek. Tener un coreógrafo en casa mantiene la compañía en constante búsqueda y estreno, viva, activa. De ese modo puede renovarse, cambiar.
—La Carmen que estará en el GTH, ya se ha probado en escenarios cubanos, en México y Alemania...
—Creo que fue una magnífica idea haber asumido esta versión contemporánea del clásico de Prosper Mérimée. La Carmen constituyó un eslabón fundamental en el desarrollo de los bailarines. En cuanto el público, debo decir que no ha quedado indiferente ni en Cuba, ni en México y Alemania, porque se trata de una visión actual y polémica, donde el rol protagónico lo asume un personaje gay.
—Quien conoce la historia de Endedans se percata de que eres una directora que confías en el crecimiento de sus bailarines. Recibiste a instructores de arte, incluso cuando otras compañías no confiaban en que podían hacerlo...
—Te confieso que al principio fue una necesidad porque no tenía bailarines; sin embargo, acepté a aquellos que tenían algo de decir. Siempre les digo que no me interesan las grandes condiciones físicas, sino las enormes condiciones humanas, porque un bailarín con mucha voluntad logra vencer retos impensables. Por tanto, Endedans seguirá nutriéndose de quienes llegan hasta nosotros que quieran esforzarse en serio. Si se destacan por su físico y su virtuosismo técnico mejor todavía. En momentos habrá que ser utilero o vestuarista, pero garantizo que bailarán sin descanso.
—¿Cuáles son las mayores angustias de hoy?
—Lo principal es la falta de un local propio donde podamos desarrollarnos plenamente. Nos hallamos en el teatro Avellaneda, que se está reconstruyendo y donde también atendemos al Ballet Infanto Juvenil Primeras luces, que creamos, a pesar del polvo, los martillazos y los huecos en el escenario. El Consejo Provincial de Artes Escénicas nos apoya en este empeño de intensificar nuestra labor con la comunidad, que nos lo agradece.
«No cuento con un personal administrativo, de manera que Julio César Delgado Ramos y yo, en estos diez años, hemos asumido la organización, la producción, las relaciones públicas..., hemos entregado con gusto nuestras vidas a este proyecto. A veces el burocratismo y la falta de sensibilidad pesan mucho».
—¿Y algunos títulos futuros que tengas en mente?
—Ahora en julio presentaremos Viva la vida, que verá la luz en Hamburgo, Alemania; este espectáculo, tal vez más comercial, es una propuesta completamente nueva para la compañía, con música en vivo (a cargo del grupo Musicora) que acercará a los espectadores a bailes populares cubanos, pero sin abandonar la estética de Endedans. Sin embargo, mi gran sueño sigue siendo llevar a la escena una Giselle contemporánea, a partir de la versión de la maestra Alicia Alonso, que me fascina. Esa idea no me deja dormir.