De izquierda a derecha: Eliosmayquer, Yanexi, Osmari, Jesús, Maisnely y Zamyl. Autor: José Luis Estrada Betancourt Publicado: 21/09/2017 | 05:21 pm
No ha salido el sol, y Yanexi Mendoza y Jesús Arias ya comienzan a descontar los numerosos kilómetros que los separan de la Ciudad de los tinajones. Con sus ropas de ensayo a cuestas, estos jóvenes bailarines van dejando atrás los municipios de Vertientes y Guáimaro, sin importarles cuántas horas les quitarán al sueño, con tal de presentarse a tiempo a las clases que dirige la maestra Tania Vergara, directora de la compañía Ballet Contemporáneo Endedans.
En octubre harán nueve años que estos viajes forman parte de la rutina diaria de Yanexi, quien se puede considerar casi fundadora de este colectivo que anda celebrando su primera década de existencia. Egresada como instructora de arte, asegura que ese sacrificio apenas lo siente. «Si me pongo a pensar en eso...», dice a JR sonriente esta muchacha, quien llegó a creer que no conseguiría mantenerse en la compañía. «Me vi obligada a trabajar el triple que los demás. Recuerdo que mi papá, al verme desanimada, me alentó: “¿Por qué piensas que no lo lograrás? El quid está en el empeño que pongas”, y me centré en esa idea».
Como Yanexi, a Osmari, graduada de la misma especialidad, también le ha resultado complejo. «¿Lo más peliagudo? El ballet, todavía es muy difícil para mí, me voy a evaluar próximamente y me estoy halando los pelos. Aquí la mayoría llega ya graduado de ballet clásico, y lo que recibimos en la escuela de instructores de arte no llega a ese nivel. Uno se esfuerza y pone todo su empeño en mejorar, pero es “terrible”.
«Le agradeceré eternamente a Tania que me haya puesto a prueba. “Necesito ver tu trabajo para saber si funcionas, me dijo. Empieza con nosotros y si no resulta te lo haré saber...”, y hasta el sol de hoy». (Y lo narra bien bajito, como temiendo que Tania aparezca por algún rincón).
Osmari, que sueña con que un día estrenará una obra ideada especialmente para ella, se introdujo en Endedans en 2005, dos años más tarde que Yanexi, quien entró «cuando solo éramos cuatro, cinco bailarines... A veces nos enloquecíamos en las funciones, porque hacíamos un dúo, un trío, repetíamos con otro dúo, volvíamos a salir a escena... Sin embargo, estábamos radiantes».
Intérprete de obras como Estuche, El alucinado, Rocío de ciudad, La otra habitación (El espejo), Perdóname el espanto de buscarte..., Yanexi no olvida, cuando hace el recuento de estos años, una pieza al estilo de En la hora incierta antes de la mañana. «Las muchachas bailábamos con los ojos tapados, tenía una fuerte carga dramática, que exigía de mí el máximo, y me asustaba pues yo casi venía de la “nada”. Poder bailarla me dio mucha confianza».
Ahora ella se convierte con frecuencia en la Bárbara de La Carmen, la más reciente punta de lanza de Endedans; justo la esposa del José que Jesús Arias defiende con entrega absoluta. Fue la misma directora quien descubrió en la Academia de Artes Vicentina de la Torre a este muchacho, a quienes en su Guáimaro natal algunos vieron como futuro levantador de pesas. «Cursaba el tercer grado, cuando fueron a hacer las captaciones y fui el único que aprobó. La profesora Beatriz Martínez se llegó a mi casa, pero mi madre se negó, imaginando que mi papá se pondría bravo, cuando en verdad se molestó porque no podía entender que ella fuera a tronchar mi futuro.
«No olvidaré que mi entrenador de levantamiento de pesas hizo hasta lo imposible por retenerme. Llegó a decirme que podría incluso hasta afeminarme, pero ahora, cuando nos encontramos, me da unos golpecitos en el hombro y me estimula: “Me alegro de que no me hayas escuchado. Te felicito porque fuiste adelante”».
Como casi todos los que matriculan en la Vicentina de la Torre, Jesús se incorporó con la idea de dedicarse al ballet clásico, «pero con el tiempo te percatas de lo que en verdad te complace, y reconoces hasta dónde puedes llegar. Así empecé a ver funciones de Endedans y me fui enamorando del proyecto, hasta que me uní a esta oficialmente, en septiembre de 2008.
«Endedans me ha hecho madurar como artista y persona», asegura Jesús, quien guarda en un lugar muy especial la versión que hiciera la Vergara de ese clásico de Prosper Mérimée. Y es que ha tenido la oportunidad de interpretar tanto a Carmen como al José, lo mismo en Cienfuegos, Guantánamo, Bayamo y Manzanillo, que en Camagüey y México, donde, confiesa, se sintió muy tenso. «Iba con poca preparación, de modo que sacar “con todos los hierros” una obra de esa envergadura, en diez días, resultó un reto para mí. Por suerte pude salir adelante, bailando con el corazón».
Por eso también en Alemania el éxito fue rotundo, según describe Yanexi: «Con La Carmen, una pieza tan polémica, la gente nos decía: “Los alemanes se levantan y se van de la función si no les gusta”, pero nos sorprendió cuando comprobamos que ya no les bastaba con aplaudir y dar golpes en sus butacas, sino que nos esperaban a la salida del teatro para besarnos las manos».
Vidas marcadas
No solo La Carmen será la propuesta del Ballet Contemporáneo Endedans para este fin de semana en el cine-teatro Cárdenas, posibilidad que propicia Tania para que el público reconozca las virtudes de sus protagonistas: Eliosmayquer Orozco, Yanexi y Julio, y también de Maisnely Lavín, Osmari Ospina y Zamyl Nápoles, quienes tienen, además, la responsabilidad de atrapar al auditorio con Estuche, Abismos y Si llego a besarte, el más reciente estreno, que constituye un homenaje a la diva de Cuba, Omara Portuondo.
Con esta actuación, Eliosmayquer se alejará un poco más de Santiago de Cuba, la tierra donde nació. Ex miembro del Ballet de Camagüey, decidió probar suerte con Endedans. «En un año y siete meses no me fue bien. Uno sale de la escuela acostumbrado a bailar y luego te cuesta demasiado “coger el banco”. Y Endedans enseguida me abrió las puertas. No te niego que al principio me sentía un poco confundido. Sin embargo, con el tiempo se han ensanchado mis horizontes. Endedans ha marcado mi vida».
Al igual que Eliosmayquer, Zamyl proviene de la segunda agrupación de danza clásica de Cuba, solo que él se alejó por una lesión en la rodilla. «Me tuve que operar, y estar cinco meses prácticamente inactivo. Cuando terminé mi rehabilitación, el médico me anunció que tal vez no podría bailar, que tratara de probar algo diferente. Hablé con Tania, que había sido mi maestra, y me aceptó. Eso fue el 14 el febrero de 2009».
Nada tiene que ver con que este hecho haya coincidido con una fecha dedicada al amor, para que Zamyl enfatice que «es la mejor elección de mi vida. En tres años he crecido como artista, prácticamente más que en toda mi carrera.
«Endedans se distingue no solo por la unidad, sino por el sentimiento que le ponemos a las coreografías. Cuando estás en escena, te olvidas de lo peligroso que puede ser un paso, del movimiento que no te sale, vibras, todo lo sientes, y eso le llega al público.
«También me ha permitido vivir momentos inolvidables como cuando actuamos en Sibanicú. Era un teatro con muy malas condiciones: el tabloncillo estaba “en candela”, el sonido peor y había como tres gatos en el público, pero a la hora de aplaudir parecía que estaba lleno. Y eso te da ganas de actuar ahí una y otra vez».
Es el mismo sentimiento que embarga a Eliosmayquer, quien atrae sobre sí todas las miradas cuando asume el polémico rol principal de La Carmen. «Me sorprendí cuando me dieron el papel, porque es un personaje que ha trascendido, del cual los espectadores tienen muchos referentes. Más cuando se trata de esa obra en la danza, en que como mínimo el público espera encontrarse un buen bailarín, no solo desde el punto técnico, sino también interpretativo, expresivo, que siente y vive lo que cuenta la historia. Sacar el papel ha resultado un gran desafío, pero al mismo tiempo me ha regalado muchas satisfacciones».
Nacido dentro de una familia de deportistas, y practicante de lucha, Eliosmayquer reconoce que tuvo sus prejuicios cuando supo de la convocatoria, «pero un amigo me embulló: “¡Oye, vamos, que hay un montón de bailarinas lindas solo para nosotros!”. Mi papá no quería, por poco hasta se divorcia de mi mamá, que me apoyó desde el primer momento. Mi amigo desaprobó y yo me quedé», cuenta este joven.
Tomando fuerzas
Para conocer de los inicios de este colectivo, lo mejor es acercarse a Maisnely Lavín. «Entonces yo trabajaba en la Escuela Vocacional de Arte (EVA) y Tania andaba buscando personas que estuvieran interesadas en hacer algo nuevo: no sería exactamente ballet, ni danza folclórica o contemporánea..., sino pura experimentación; un proyecto donde pondría en función sus amplios conocimientos sobre el movimiento, que incluía, además, danza de carácter, de salón, española....».
Mais, como todos la llaman, salía de la EVA a las 4:30 p.m. y se incorporaba a los ensayos a partir de las 5:00 p.m. «Así estuvimos largo tiempo. En esa época fue variando la composición de la compañía: salía uno y entraba otro, hasta que el Consejo Nacional de las Artes Escénicas nos aceptó como un nuevo proyecto, y las personas fueron reconociendo poco a poco nuestro quehacer artístico».
A Maisnely le sirvió de mucho lo que aprendió mientras formaba parte del cuerpo de baile, «que me preparó para poder enfrentar otros roles más importantes, como Adiós al paraíso. Verme por primera vez en escena, en un pas de deux, me hizo más responsable y seria, me obligó a estudiar más».
—Mais, en diez años, ¿qué saldo positivo les ha dejado Endedans?
—Me parece hasta mentira, pero han transcurrido diez años, durante los cuales la compañía ha madurado, ha incrementado su cantidad de bailarines, lo cual significa que existe un reconocimiento hacia nuestra labor; el repertorio es cada vez más rico..., pero sabemos que solo estamos haciendo el recuento, tomando más fuerzas, para continuar adelante.