Una de las imágenes utilizadas por Lara en Boxing citadino. Autor: Cortesía de Producciones de la 5ta. Avenida Publicado: 21/09/2017 | 05:21 pm
Para penetrar en la galería Ciudades del Mundo (L y 25, Vedado), ahora que tiene lugar la 11na. Bienal de La Habana, hay que ir preparado para recibir el rotundo nocaut que propina el multifacético artista de la plástica Jesús Lara Sotelo, con su más reciente exposición Boxing citadino.
Sin dudas, hallarse entre los principales exponentes del arte latinoamericano contemporáneo, le ha permitido a Lara Sotelo moverse por diferentes espacios expositivos del mundo, y al mismo tiempo constatar las crisis económicas, sociales, culturales que hoy azotan al planeta.
«Estos contactos me han descubierto cosas que desafortunadamente no son muy agradables: guerras, prostitución, drogadicción, hambrunas, desempleo, pérdidas de tradiciones culturales e identidad... Por eso surgió la idea de hacer una muestra que de alguna manera me colocara en una posición de contrario, explotando las nuevas técnicas que había acabado de aprender, por estudios que realicé en Barcelona, sobre publicidad y propaganda subliminal, con lo cual se me facilitó mucho más entender los medios de comunicación masiva.
«Boxing citadino propone un cuerpo a cuerpo con esa realidad tan dura, que lacera los derechos de la humanidad y su capacidad de ser autónomas, y de formar parte del mundo en que vivimos en toda su plenitud».
—Ahora expones en La Habana, tras Supremacía del éxtasis...
—Efectivamente, Supremacía..., mi homenaje a Alicia Alonso, fue mi última exposición acá. Ahora regreso en medio de la 11na. Bienal, el evento de las artes visuales más importante que se desarrolla en Cuba.
«Como el resto de los artistas, presenté mi proyecto al Consejo Nacional de las Artes Plásticas, y se aprobó, con todo el respaldo que exigía. Como soy fundador de la Fundación Artesomos, de Argentina, encontré asimismo el respaldo de las instituciones de ese país, que me facilitaron medios que requiere la expo.
«Ha sido muy útil adentrarme en el mundo de la publicidad, la cual presenta mensajes que se componen tanto de elementos que son percibidos conscientemente, como de estímulos visuales o auditivos de una intensidad que no son percibidos directamente, y pueden generar una respuesta que el individuo no controla. En este caso estamos hablando de publicidad subliminal, que ha sido empleada en el ámbito de la política, la psicología, el cine, la televisión... En Boxing citadino he intentado apoderarme de esos mismos elementos a los que acude la publicidad para vender sus productos, y revelar esos mensajes.
«Esta expo tiene que ver con los audiovisuales, de modo que reúne imágenes, sonidos, formas, colores o palabras que pueden estimular o producir rechazo... Su objetivo es desenmascarar con los mismos métodos, utilizar la misma fuerza del agresor».
—Boxing citadino muestra una nueva faceta en tu trabajo...
—Así es, pero no la he concebido para demostrar que puedo hacer más, sino que surgió de un modo muy orgánico. A medida que van llegando cosas a mi vida, son asumidas y luego me sirven para expresarme. No se trata de un cambio por un cambio, para impresionar en la Bienal, aunque es innegable la influencia que puede tener la presencia de tantos artistas de renombre de diferentes partes del mundo, y claro, el ambiente es todavía más propicio para que se vea esto que a escala global existe.
«De todas maneras, Boxing citadino es la expo que tenía pensada para presentar este año en Cuba, y constituye una declaración de los derechos de los seres humanos a favor de una calidad y una seguridad de vida. En ella me presento como el pugilista que, siguiendo esa tradición de la escuela cubana de boxeo, busca asestar el imponente y demoledor punch de Teófilo Stevenson (sonríe).
«Aludiendo a ese deporte que tanto arraigo tiene entre los cubanos, Boxing... está montada en tres salas, cual si fueran los tres round de un combate de boxeo, que termina, en la última, con algo tan espectacular como ese nocaut con que nuestros púgiles suelen doblegar a sus adversarios».
—¿Este nuevo paso significa que dejarás a un lado lo que has hecho hasta la fecha: la pintura, escultura, la cerámica, el grabado?
—Nada se resiste al cambio, pero esta nueva expo no indica que vaya a dejar de hacer otro tipo de arte, con sus innumerables posibilidades expresivas. Yo no me siento a pensar qué voy a hacer esta vez, es decir, vivo, estudio, asimilo, y un buen día se ilumina la mente y viene la primera idea. Entonces pienso: esto debe irse por este camino, lo pienso mucho, maduro la idea, hasta que finalmente escribo el proyecto y se lleva a cabo.
«O sea, no es el uso de las nuevas tecnologías lo que incita una exposición mía. Solo que en los últimos tiempos estuve tan implicado en ese mundo de cómo se publicitan y se manipulan las cosas, que me vi con la necesidad de mostrar una vez más el momento que estamos viviendo. Pero igual pude haberme aparecido a la 11na. Bienal con una muestra de pintura. No soy un artista que trabaja según las modas. No obstante, Boxing citadino es, sin dudas, novedosa, y me permite llamar la atención del espectador sobre lo que quiero, sumergiéndolo en una especie de microciudad con todos los ambientes que coexisten en ella, de manera que encuentre un reflejo de la sociedad actual. Entonces es un juego que establezco con el espectador con las mismas armas que emplean los medios publicitarios. Hago visible al espectador lo que la publicidad le esconde (como «lo que usted no vio»), y escondo lo que ella quiere que se vea».
—Esta expo ha requerido un trabajo muy serio con la fotografía...
—El trabajo fotográfico resultó muy arduo, aunque cuento con un banco grande de imágenes, que he ido tomando desde el 2002, fotos que no había mostrado hasta ahora. Por supuesto que también aparecen fotografías nuevas, que se tiraron pensando exactamente en un objetivo.
«Los audiovisuales están conformados con fotos animadas, que al final son muy efectivas. Tienen elementos del comics, también fragmentos de poemas míos ya publicados en libros como ¿Quién eres tú, God de Magod?, así como aforismos tomados de Mitología del extremo, publicado recientemente en Londres por Dexeo Editores.
«Es decir, que en Boxing citadino he introducido mucho de mi obra anterior, de manera que no es una muestra aislada, sino una resultante de lo que he venido haciendo durante años. Por eso aparece también una pieza de Make Bacon (2010), que he vuelto a reciclar a partir del concepto que ahora defiendo. Aquí lo viejo se fusiona con lo nuevo y gana un discurso diferente, y creo que eso enriquece la muestra.
«Te reitero que no abandonaré las artes visuales, pues seguiré inmerso en mis pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos... Soy un artista a quien le gusta la diversidad y utilizo los medios que tengo a la mano en busca de mayor eficacia a la hora de comunicarme con el espectador».
—¿Qué ha pasado con Jesús Lara después de que expusieras Supremacía del éxtasis en Cuba, en 2011?
—Como parte de mis compromisos, primero viajé a Argentina donde participé en la creación de la Fundación Artesomos, concebida para artistas de América Latina, y donde atiendo las artes plásticas; luego fui a España donde también llevé Supremacía... En ese país nos declararon Ciudadanos Ilustres a Alicia Alonso y a mí. Después de ese momento inauguré otra expo: La última corrida, en Andalucía, integrada por cien dibujos. Esta me hizo volver a Buenos Aires, donde también fue presentada.
«Ya te había hablado anteriormente de Londres, donde se presentó Mitología del extremo, que cuenta con el magistral prólogo de ese amigo que tanto extraño, Rufo Caballero... Con anterioridad fui invitado a Barbados donde se dio a conocer mi multimedia Ascensión al Himalaya interior..., al tiempo que intercambié con estudiantes de artes plásticas. En general he estado moviéndome por muchos sitios, y como artista que soy y receptor sensible bebo de todo lo que me rodea para intentar convertirlo después en arte. Soy de esos creadores que no descansa, crear para mí es una necesidad».
Los resquicios del desarraigo
Si algún rasgo ha signado desde siempre a la poética del artista cubano Jesús Lara Sotelo es la inconformidad, la revisión y mutabilidad constante de sus propuestas, ajenas a cualquier encasillamiento o etiqueta. Su obra se mofa de los caminos prefijados, de las rutas estables, lo cual me parece muy beneficioso, en tanto oxigena la creación y evita adormecimientos, reiteraciones fatuas. Si bien lo hemos visto desempeñarse con éxito en la pintura, el dibujo, la escultura, la instalación, esta vez decide dejar a un lado todo eso y operar solo desde la fotografía y el video, en piezas bien osadas que hacen gala de una lozanía expresiva muy grata para el receptor. (Frank Padrón, en las palabras del catálogo)