Augusto Enrique y sus músicos durante el homenaje a Silvio Rodríguez. Autor: Amauris Betancourt Publicado: 21/09/2017 | 05:20 pm
A esta hora de la mañana, el inclemente sol de seguro castiga en lo más alto de uno de los 18 plantas holguineros, al hacha taína que al principio de las Romerías de Mayo asciende hasta la empinada Loma de la Cruz, como muestra de que en Holguín conviven armoniosamente tradición y modernidad. Ello es señal de que acaba de finalizar este significativo evento, que desde hace 19 ediciones (AHS). Y se nota, sobre todo, por el paso cansado de los transeúntes, que acuden a las reservas de sus energías para poder cumplir con lo que les toca, quizá maldiciéndose a sí mismos por haber despertado una vez más a la aurora, en alegre y musical multitud.
Como de costumbre, han sido jornadas muy intensas, que invariablemente consiguen la complicidad de todo un pueblo que ha hecho suyas las Romerías, sin dudas la cita más ambiciosa de la AHS (y la más añorada por sus miembros), debido a su carácter diverso, al otorgarle protagonismo a todas las manifestaciones artísticas, y a muchos de sus mejores representantes de todo el país.
Tal vez porque sus organizadores ya convocaron y se preparan para la vigésima edición, insisten las Romerías en renovarse, en llevar adelante proyectos e ideas nuevas, para seguir siendo un espacio interesante y activo, no solo de presentaciones artísticas, sino además de intercambio inteligente y fructífero para la vanguardia de los jóvenes creadores cubanos.
Por eso han sido tan bien acogidos eventos de estreno, al estilo de FotoFes (donde compiten por un premio fotógrafos aficionados) o Corazón adentro, un modo de expandir este multifestival en alejadas comunidades, al tiempo que se ponen en práctica las vivencias de los brigadistas José Martí en la Misión Cultural Corazón Adentro.
Mientras tanto, continúan afianzándose otros con innegable buen hacer, como es el caso de La cámara azul, que arribó a su décima convocatoria; y Palabras compartidas, el cual celebró por lo alto el aniversario 15 de Ediciones La Luz, con un panel sobre la meritoria labor de ese sello de la AHS local y la presentación de cuatro títulos, excelentemente cuidados en su forma y contenido: Fracturas y extrañezas, de José Alberto Velázquez (XII Premio Celestino de Cuentos); Baselia, de Youre Meriño (poesía); Tratado sobre la emoción, de Fabián Suárez (teatro) y la esperada reedición de Bufón de Dios, de Jorge Luis Serrano, magnífico libro de décimas, que inició toda la historia.
Tanto La cámara azul, con la exhibición de La selva oscura, de Gloria Bauzá, como Palabras compartidas se decidieron también por rendirle homenaje al más grande de los dramaturgos cubanos: Virgilio Piñera, en su centenario, mientras convidaron a reconocidas personalidades para que los prestigiaran aún más.
Y es que, en representación del audiovisual, llegaron a la ciudad de los parques la notable actriz Mirtha Ibarra (dejó inaugurada la exposición Titón en persona y presentó su documental Titón de La Habana a Guantanamera); el reconocido cineasta Miguel Coyula, quien obsequió un pequeño adelanto de su próximo filme de una Habana futurista, además de su premiado Memorias del desarrollo; y Jerónimo Labrada, director académico de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, mencionada acá una y otra vez en honor a sus 25 años de arte y creatividad incesantes.
Palabras compartidas, por su parte, además de sus presentaciones especiales (Órbita de Virgilio Piñera y Todo un cortejo caprichoso. Cien narradores cubanos, por ejemplo), y las acostumbradas lecturas de bardos y narradores, acompañadas de trovadores (debe seguirse la ruta de Frank Martínez) optó por acoger al primer encuentro de la ONG internacional Poetas del mundo, que por unos días dejó a un lado el contacto on line para, gracias a las Romerías, materializar un cálido encuentro entre líricos de varias naciones, con representantes como su presidente, el chileno Luis Arias Manzo y la embajadora por Cuba de dicha organización, Lina de Feria.
Sin embargo, pertenecen a la música los proyectos que más asombro me han causado, por su calidad absoluta, amén de las llamativas propuestas de agrupaciones teatrales como las de La guerrilla de teatreros (Granma), Garabato (Sancti Spíritus) y La guerrilla de Golem (Santiago de Cuba); o danzarías como Codanza y la Compañía Rosario Cárdenas.
De esta edición de las Romerías guardaré en mi memoria el haber tenido el privilegio de descubrir a un dúo fabuloso, Luz verde, que integran el maestro César Gutiérrez, «Cheche», y Norberto Leyva, quien además se presentó como director de una novísima, pero prometedora banda, integrada por cinco jóvenes virtuosos: José B. Leyva (piano), Juan A. Ramírez (guitarra), Carlos Veitía (saxo y trompeta), Leonardo Layva (drums) y Víctor Rafael Trasobares (bajo). Vocalista fuera de serie, con una «bomba» que ya quisieran muchos, habrá que tener en cuenta también al Norberto autor de hermosos temas como Anda, Por vivir, Contra la pared, No es para tanto y Pasatiempo.
Asimismo, estoy convencido de que los lectores de JR amantes del mejor jazz escucharán muy pronto hablar de River Jazz (Granma), que conforman los extraordinarios instrumentistas Ronald Rivero Carbonell (piano y líder), Pedro Aguilar Corrales (bajo), José Reyes la O (batería), Rolando Peña (tumbadoras) y César Manuel González Odio (trombón, ¡qué trombón!), además de la impresionante cantante Anny Batista, quien se luce en cada pieza que interpreta.
Por último, debo mencionar dos conciertos que quedarán como lo más sobresaliente de la edición 19 de las Romerías de Mayo: Nostalgias y Te doy una canción. Con Dagoberto Batista como director artístico, Liudvik Cutiño Cruz (interprete de garganta con cualidades casi sobrenaturales) consiguió reunir en Nostalgias a dos bailarines sencillamente admirables: Alejandro y Leandro Tamayo (Codanza); a la bellísima y sensual actriz Ileana Sánchez Bayard (Trebol Teatro) y a Yuniet Sánchez, cuya angelical voz parece no tener fronteras.
Para referirme a Te doy una canción tengo que parafrasear al popular Kelvis Ochoa: lo más grande con lo más chiquito. Se trata de un sentido homenaje que le rinden el carismático Augusto Enrique y sus músicos a ese inmenso artista que es Silvio Rodríguez, ahora con el envidiable acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de Holguín, y los coros Orfeón Holguín y Golden Voices.
Esta vez los holguineros y los delegados de Cuba y de más de 25 países reunidos en este Festival Mundial de Juventudes Artísticas pueden sentirse más que afortunados por haber tenido la dicha de escuchar, cantadas con el corazón y cada fibra de su ser, temas inmortales, arreglados a veces por el maestro Pucho López o Jorge Aragón, como Unicornio, Oh, melancolía; El problema, Óleo de una mujer con sombrero, Historia de las sillas, El necio, Pequeña serenata diurna... Y ello con una portentosa orquesta que, bajo la dirección de Orestes Saavedra, consigue siempre crecerse hasta el infinito. Ojalá y al menos los habitantes de las provincias cercanas, como sueñan los protagonistas de Te doy una canción, puedan ser testigos también de una noche en verdad inolvidable.