Hugo, de Martin Scorsese, narra la historia de un niño huérfano con mucha imaginación. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 05:16 pm
Algo inusual está pasando. Hay una película francesa francamente singular que domina las nominaciones a la edición número 69 de los Globos de Oro, los cuales justo este domingo entregará la prensa extranjera acreditada en Los Ángeles. Compitiendo en las categorías de Mejor comedia o musical, actor (Jean Dujardin), actriz (Bérénice Bejo), director y guión (ambos rubros los cubrió el cineasta Michel Hazanavicius) y banda sonora original, El artista acapara más menciones en la competencia que cualquier producción anglosajona en la guisa de Idus de marzo, Los descendientes, Hugo o Caballo de batalla.
Considerada casi experimental, en tanto se realizó en blanco y negro, y apenas tiene diálogos, la producción gala intenta rendir un arriesgado tributo a los orígenes del cine a través de los altibajos emocionales que sufre un actor cuya carrera cae en desgracia mientras la de su amada va en ascenso. Y si alguien me obligara a vaticinar los resultados generales, ahí va mi pronóstico: es difícil que al final la película francesa acapare más de tres premios, pues ello indicaría que los votantes se decidieron a retar las normas tradicionalmente chauvinistas y excluyentes del tinglado propagandístico y comercial inherente al Globo de Oro, al Oscar y a buena parte de estos publicitados premios.
Los Globos de Oro tienen oportunidad de realizar un reparto salomónico de premios en tanto divide sus categorías en comedia o musical, y drama. El artista tal vez consiga vencer como comedia o musical a 50/50, Damas de honor, Medianoche en París y Mi semana con Marilyn, mientras que en la categoría de drama la batalla grande se verifica entre La ayuda, melodrama femenino y antirracista, ambientado en el sur estadounidense en la década del 60; y Los descendientes, la historia de un marido indiferente y padre de dos hijas que se ve obligado a repasar su pasado y enfrentarse a un futuro incierto después de que su esposa sufre un accidente.
En la categoría de drama —la que suscita mayor atención de los medios y del público—, compiten con La ayuda y Los descendientes, el animado en 3D Hugo (de Martin Scorsese), la historia de un niño huérfano con mucha imaginación; el thriller político Idus de marzo, sobre un candidato demócrata durante las elecciones primarias a la presidencia de EE.UU.; Caballo de batalla (de Steven Spielberg), odisea de amistad, descubrimiento y coraje de un joven llamado Albert y su adorado caballo, Joey, en Inglaterra, durante la Primera Guerra Mundial; y Moneyball, filme sobre el mercantilismo en el mundo de las Grandes Ligas que representa, junto con El árbol de la vida, la visa de acceso definitivo de Brad Pitt al templo de los buenos actores norteamericanos.
La división entre drama y comedia está descartada para las películas en idioma distinto al inglés. Aunque una francesa se coló en la escala de los felices elegidos —usualmente norteamericanos—, cinco filmes de cualquier nacionalidad o género compiten por un único premio: está la historia de un cirujano plástico atormentado por la muerte de su esposa en La piel que habito, del español Pedro Almodóvar; la china Las flores de la guerra, del consagrado Zhang Yimou; la belga casi neorrealista y desdramatizada El chico de la bicicleta, de los hermanos Dardenne; la iraní Una separación, de Asghar Farhadi, conceptuada en todas partes como una de las mejores películas de los últimos tiempos; y por último, los periodistas quisieron estimular el primer gran esfuerzo en la dirección de Angelina Jolie con En la tierra de la sangre y la miel, hablada en bosnio e inglés.
Entre las singularidades de esta entrega se cuenta la pluripostulación de George Clooney en tanto director y guionista por Idus de marzo, además de otra nominación como actor de drama por Los descendientes. En esta última categoría deberá desbancar a Leonardo DiCaprio por el drama biográfico J. Edgar; a Michael Fassbender por la polémica y erótica Shame, Brad Pitt en el filme beisbolero Moneyball, y al actor de moda Ryan Gosling por Idus de marzo. Precisamente Gosling está doblemente postulado gracias a la película mencionada y a la comedia Estúpido loco amor, además de que pensaron excesiva una tercera mención y lo dejaron fuera por la muy elogiada Drive.
Otro de los temas que mantiene el despliegue mediático, y de paso las arcas de las taquillas repletas, es el hecho de que vuelven a competir dos de las mejores actrices norteamericanas de los últimos 30 años. Meryl Streep interpretando a una Margaret Thatcher dudosamente vulnerable y descontrolada en The Iron Lady, y Glenn Close en el papel de una mujer que decide vivir y disfrazarse como un hombre en Albert Nobbs (dirigida por el excelente Rodrigo García, hijo del Premio Nobel colombiano), contienden con la excelencia desaforada de Viola Davis en La ayuda, mientras que en el rubro de comedia también aparecen actrices de primera clase: Jodie Foster se bate con Kate Winslet en el elenco de Carnage (dirigida nada menos que por Roman Polanski), y además está Charlize Theron emprendiendo un giro más ligero a su carrera con Young Adult, y Michelle Williams interpretando al mayor mito voluptuoso de los años 50 en Mi semana con Marilyn.
Entre otros gestos memorables por su mayor o menor coherencia por parte de quienes deciden estas nominaciones, hay que referir el modo en que fue ignorada El árbol de la vida, de Terrence Malick, ganadora de la Palma de Oro en el más reciente Festival de Cannes; y Madonna dirigió el retro romántico W.E. pero solo la nominaron en el apartado de mejor canción, escrita por ella misma. Woody Allen ha sido nominado 11 veces al Globo como director, pero solo ganó en 1985 por La rosa púrpura de El Cairo, ahora es recordado por la muy ligera y esplendorosa Medianoche en París, el filme más taquillero en Estados Unidos de todos los que dirigiera, pues todo el mundo sabe que siempre fue mucho más estimado, como les ocurría a Alfred Hitchcock u Orson Welles, fuera de Estados Unidos.
Por último, apuntar que el premio honorífico Cecil B. DeMille (sigo sin comprender las razones de tal denominación, puesto que siempre me parecieron mejores los nombres de David W. Griffith, Orson Welles, Charles Chaplin, John Ford o Howard Hawks, si querían rendirle homenaje a un cineasta norteamericano de gran estatura creativa) por los logros de toda una vida dedicada al cine, será para Morgan Freeman, uno de los más consistentes y acreditados actores del cine norteamericano. Ninguna duda respecto a sus merecimientos. Que para reconocer el riesgo, la novedad, la profesionalidad, la belleza y los valores humanos están todos los premios que en el mundo son, tengan el nombre que tengan y sean quienes sean sus jurados.