CIENFUEGOS.— Se recuerda a sí mismo primero como el adolescente aguzado y luego como el joven que pasó distintos niveles de escuelas de arte y talleres de talla en madera y cerámica, afianzó sus intereses, consolidó sus gustos y definió sus presupuestos como artista que piensa mucho más en la trascendencia de su obra que en el monto en que pueda venderla.
Prueba de que José Saborido tal como lo piensa lo hace, es su nueva expo personal Macro —montada durante este verano en el Centro de Arte de Cienfuegos— que apela a cuadros de gran formato, algo que a estas alturas ya no suele hacerse porque, precisamente y entre otras razones, no se venden bien, dice.
Él traspasa al lienzo las preocupaciones y dilemas que ocupan a sus coterráneos: «Yo, como cubano, debo responder a mi realidad social; y no reflejar los problemas de Italia o del Polo. Mi Ecuador está aquí, y sobre su línea se expande mi rango expresivo».
«Cada vez se precisa más, por todo y todos, que se refrende ese matrimonio de intenciones entre el artista, la idea y la sociedad vista en su curva de evolución».
En la expo personal de este artista, perteneciente a la Asociación Hermanos Saíz —de cuya sección de Plástica es vicepresidente aquí— nadie verá una estampa seudofolclórica o una marina de cajón.
Eso está bien para salir de un apuro económico, dice, pero no para un montaje donde el creador expondrá lo que tiene para decir en tanto autor, en tanto padre intelectual de una idea, complementa Saborido.
Interrogado por la razón del título de la muestra, expresa: «Macro remite a algo grande, a ese pensamiento de ir en pos de lo mayúsculo que acompaña al ser humano, a veces para bien y en ocasiones para mal. Siempre quise hacer cosas como estas —por ejemplo, aquí hay una pieza titulada Costa a costa, de 2 x ½ metros—, y antes no pude debido a que dos elementos me frenaban, capacidad y economía».
En Macro retoma «algunas obras anteriores, trabajos que fueron bocetos o antecedentes de lo que en algún punto de mi carrera deseaba hacer, y los adapto a este formato que me proporciona nuevas posibilidades expresivas, sobre todo en la gestualidad».
Saborido habla abiertamente y sin ambages. Está feliz, lo dice; y se siente satisfecho de este trabajo del que espera sea punto de inflexión para una carrera, temprana aún, pero muy proclive —dada la pasión y empeño del creador— a brindarnos futuras sorpresas.