Carlo Frabetti es conocido en Cuba por sus libros para niños La magia más poderosa, Ulrico y las puertas que hablan, Ulrico y la llave de oro, Ulrico y la flecha de cristal, El gran juego, Malditas matemáticas y Alicia en el País de los números, publicados por la editorial Gente Nueva entre el 2003 y el 2006. El éxito sin precedentes de Malditas matemáticas, que por igual disfrutan y releen grandes y chicos, hizo que se le reeditara en miles de ejemplares.
Por la editorial Gente Nueva acaba de aparecer otra excelente novela juvenil que da una visión diferente del polifacético y prolífico narrador que es este matemático italiano radicado en España: El cuervo dijo nunca más. Con un encanto muy especial, el autor cuenta los avatares de una joven deportista convaleciente, quien no tiene inclinación alguna por la literatura, y su peculiar relación con un misterioso personaje que le envía enigmáticos mensajes de correo electrónico a la computadora portátil donde se entretiene escribiendo a sus amigos mientras permanece ingresada en un hospital.
Tratando de develar el misterio de si supuestamente se trata de Alberto, un profesor de literatura, al que conoce debido al azar de una visita y por quien siente una atracción especial, la muchacha sorteará airosa la dura prueba que significa verse imposibilitada de andar (y sobre todo de reanudar sus prácticas de carrera) tras el accidente automovilístico que la tiene baldada. Este período de aislamiento del mundo, de su escuela, su familia y, a la vez, fructífero momento de reconciliarse consigo misma y su psiquis interior, deviene para ella un camino de crecimiento y autoafirmación y, a la vez, le permite descubrir cómo la literatura y, en especial los poemas de un ser atormentado como Edgar Allan Poe, tienen mucho que decirle y aportarle a su iniciación en el promisorio e incierto camino de la existencia.
La trama de la novela, que nos va atrapando irremisiblemente a medida que avanzamos en sus múltiples devaneos con lo incierto, se mueve todo el tiempo entre una ambigüedad cargada de interrogantes que la hacen más atractiva. Matiza el drama la frecuente aparición de la algo desquiciada y ninfómana Petra, amiga de Claudia, la visita de otro sugestivo personaje de su instituto La Monja (Elisa), quien deviene un ser tan humano como contradictorio, y, por supuesto, sus evocaciones oníricas de un viaje al mundo de Alicia en el país de las maravillas, recurrente obra de Lewis Carroll que sin dudas mucho agrada a Frabetti. El juego y re-juego de analizar las constantes citas que recibe Claudia de su misterioso interlocutor Poe —tomadas de grandes poetas como el propio Edgar Allan Poe, Rubén Darío, Gustavo Adolfo Bécquer, Luis de Góngora, Antonio Machado, Fray Luis de León, Rainer María Rilke, Rosalía de Castro y Salvatore Cuasimodo— proponen al lector un audaz ejercicio literario-intertextual que todo el tiempo deviene entretenido y enriquecedor.
No interesa a Frabetti dar interpretaciones concluyentes a su historia. Aunque casi al final se devela, con verdadera sorpresa, quién es Poe, aun cuando descubramos los secretos de Alberto o el modo en que se desencadenó todo, queda abierto a los personajes, y por ende, al lector, una interrogante tan vasta como el futuro, también, la inequívoca sensación de que somos un átomo en el universo, sobre todo si recordamos esas hermosas palabras del poeta italiano Salvatore Cuasimodo, cuando nos dice: «Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / traspasado por un rayo de sol / y enseguida anochece».