De izquierda a derecha, la actriz Eslinda Núñez, el realizador Manuel Herrera, el editor de Naskicet Domínguez y el presidente del evento, Raúl Cuba Martín, durante la entrega de los premios. Pueblo de gente sencilla, inspirada y laboriosa, Camajuaní es vecino tranquilo de villas ilustres, celoso guardián de tradiciones parranderas y amante furibundo del cine. Cuentan que fue el infatigable José Casasús, nacido en esas tierras, quien adquirió en Francia el cinematógrafo de los Lumières y recorrió gran parte de la Isla con deseos de mostrarlo. Camajuaní estaba, afortunadamente, en su itinerario. Gracias a ese hecho, los de allí mantienen el orgullo de contarse entre los primeros de América Latina que disfrutaron del célebre invento.
Así lo detalla el desaparecido historiador y crítico Raúl Rodríguez, hijo también de Camajuaní, en uno de sus notables textos sobre el cine cubano. Pero como si no bastara, de allí también emigró a La Habana el legendario Ernesto Caparrós, considerado hoy uno de los padres de la cinematografía nacional. Por tales razones, una reunión de cineastas y promotores de cine en el mencionado municipio villaclareño resulta a estas alturas normal y hasta precisa. Entre el 23 y el 26 de este mes de abril, tuvo lugar en esa región el XI Encuentro de Cine y Video José Casasús y el Primer Taller Nacional de Apreciación Cinematográfica, auspiciado por diversas instituciones de la localidad, y en especial por el Cine Club Mégano, que arriba este año a su vigésimo aniversario.
Raúl Cuba Martín, su fundador y actual director, comentó a JR que, desde un principio los esfuerzos del Cine Club se encaminaron a la difícil labor de divulgar filmes de arte y de brindar herramientas a los lugareños para apreciarlos debidamente. En 1995, cuando el período especial era una realidad insoslayable, sus miembros dieron un salto cualitativo que perdura hasta el presente: la creación de películas por ellos mismos. Esta decisión, si bien formaba parte de las tareas impulsadas en todo el país por la Federación Nacional de Cine Clubes de Cuba (FNCCC), adquirió, sin embargo, otras connotaciones al darse en un territorio alejado de su capital provincial y carente de recursos técnicos para sostenerla.
Anualmente, numerosas obras, procedentes de los más importantes cineclubes del patio, se dan cita en Camajuaní no solo para concursar por la calidad, sino también para propiciar el definitivo reconocimiento que merecen sus autores.
Importantes realizadores, críticos y especialistas del llamado Séptimo Arte fueron convocados esta vez para evaluar decenas de materiales que iban desde los populares documentales o cortos de ficción, hasta ponencias relacionadas con el trabajo habitual de los promotores en las comunidades. Tan solo en el evento teórico se presentaron 37 investigaciones que abordaron la necesidad de extender el conocimiento del lenguaje audiovisual a los profesores que se desempeñan frente a las sedes universitarias, así como las estrategias a seguir en la divulgación del cine a través de los medios de difusión masiva, teniendo en cuenta la llegada de nuevas tecnologías.
Los miembros del jurado, entre los que se hallaban la actriz Eslinda Núñez y el realizador Manuel Herrera —algo que habla muy bien del interés y la modestia de algunas personalidades de la cultura por este tipo de evento—, estimaron que lo más sobresaliente se concentró en el género documental y no tanto en las propuestas de ficción. Carlos Barba, por Canción de Rachel, y el dueto de Liván Magdaleno y Abel Raimón, por Camaleón, resultaron los ganadores en la primera categoría. El único premio concedido en el segundo caso fue a las manos de Aramís Fonseca y Naskicet Domínguez, por el cortometraje El ejercicio. Otros galardones recibieron Sila Herrera y Aramís Acosta, por A lo grande (animación); Denis Pérez por Contemplación (videoarte), y Kendry García, por Adorarte (cartel), entre otros.
Cuba Martín, quien también fungió como presidente del certamen, calificó de oportunos los acuerdos tomados durante la primera reunión ordinaria del ejecutivo de la FCCC, los cuales versaron, fundamentalmente, sobre la superación de los profesionales del gremio y la importancia del apoyo de la UNEAC y la AHS a los cineclubes.
La noche de inauguración tuvo por escenario al Cine-teatro Camajuaní y estuvo matizada por la jovial caracterización de un grupo de niños que encarnaron, en un breve desfile, a célebres personajes y actores de la cinematografía cubana y universal. Con gran satisfacción fue recibida también la Banda Municipal de Conciertos que interpretó temas de películas famosas, en lo que constituyó una elegante iniciativa muy a tener en cuenta para posteriores encuentros.
Con una sencilla clausura, los organizadores invitaron a los presentes a volver el próximo año. Camajuaní los esperará, porque allí habrá mucho cine.