Prensa Latina dio cuenta del acontecimiento en breve nota de cinco lacónicos párrafos. Pero gracias a ellos me enteré. Cuando quise ampliar, para compartir la buena nueva con lectores y melómanos interesados, apenas pude encontrar detalles en la web, porque los grandes medios mantenían su habitual silencio, displicente y hegemónico, sobre todo lo que no fuera anglosajón, preferentemente norteamericano. Y las secciones de espectáculos, en inglés y en español, aparecían como siempre inundadas de los escándalos de Britney Spears, y de las «hazañas» de Jennifer, Shakira y Beyonce. Tuve que profundizar la búsqueda, recurrir a los sitios italianos, para saber un poco más acerca de Todavía, el nuevo álbum de Mina Mazzini, la más grande cantante popular que ha dado Italia y tal vez Europa, con una discografía que sobrepasa los 105 álbumes y canciones grabadas en italiano, español, francés, portugués, inglés, alemán, japonés, latín y turco.
Es probable que uno deba percatarse de que concurre en la secta de los «tembas» irremisibles cuando se empeña en escribir sobre una cantante que solo recordarán otros del mismo ateneo, degustadores de selectas antigüedades. Pero el caso es que Mina maravilló los oídos cubanos en aquellos mitológicos programas Nocturno con su dulcísima Y si mañana; en los años 70, cuando aparecieron las primeras programaciones televisivas de verano, y todavía cantaba en público, y nos sorprendía su presencia telúrica cuando irrumpía en los Teatro 10, Canzoníssima y Mille luci —que luego supimos fue su último estelar de televisión— opacando incluso las acrobacias y exhibicionismos de Raffaella Carrá. Después, la diva decidió cultivar su propio mito y se recluyó en un castillo suizo (donde ha instalado su estudio de grabaciones), se apartó de los escenarios y no hemos sabido mucho más de ella, salvo alguna breve concesión a sus admiradores en De la gran escena, o mediante los programas habituales de Radio Nostalgia, donde puede recordarse fugazmente el fraseo inconfundible, la voz virtuosa y dúctil, el propósito indeclinable de convertir cada interpretación en una aventura enrumbada a los riesgos del arte, más que al divertimento asimilable y aparente.
Nacida en Busto Arsizio el 25 de marzo de 1940, y criada en Cremona, donde inició su carrera con 18 años, puso a cantar a media Europa con Il cielo in una stanza, en 1960. Fue creciendo disco tras disco, concierto a concierto, cada vez más sofisticada y versátil. Nada le parecía imposible, del rock al bossa nova, entre la música sacra medieval y los clásicos del jazz norteamericano, decenas de boleros, tangos, canciones napolitanas, arias operísticas, piezas de autor y pensamiento, de Doménico Modugno a los Beatles, siempre enérgica, sensual, desafiadora. Es imposible citar todos los grandes éxitos de Mina, pero no pueden obviarse La inmensidad, La voce del silenzio; Grande, grande, grande, Amor mío, el primer disco en vivo realizado por una cantante italiana, los portentosos especiales de televisión, y después los álbumes anuales, monográficos o recopilatorios, cuidados hasta el último y delirante detalle.
En su vida personal y en su carrera, Mina intentó siempre desafiar las convenciones católicas y pequeño burguesas, llegó a estar vetada por la televisión italiana en su momento de frenética notoriedad. Incluso eludió los giros convencionales propios de una exitosa carrera comercial. En 1969, se negó a partir a Estados Unidos, solicitada nada menos que por Frank Sinatra, quien se encargaría de su definitivo lanzamiento en aquel mercado. Su despedida de los escenarios llegó en 1978, en la cumbre de la fama, con un concierto en vivo donde alternaba la música de los Bee Gees, de Ricardo Cocciante, Georgia on My Mind, We are the champions y canciones casi imposibles de cantar en vivo. Mina quería seguir siendo un mito inasible, y además evidenciaba hastío, cansancio, problemas de salud y ya no sabía cómo lidiar con una popularidad cada vez más vasta.
A sus variadísimos álbumes anuales, en 2001 se añadió el DVD Mina in Studio, que le restituía al público la imagen distante y evasiva, pero absolutamente dueña de su oficio de cantante. Vendió 15 millones de copias, y comenzó a rumorarse con insistencia el retorno de la diva a la vida pública. Paralelamente, encontró una nueva carrera: semanalmente ha enviado colaboraciones periodísticas a La Stampa y Vanity Fair.
Pero volvamos a Todavía. Según pude investigar en el sitio oficial de la cantante, el álbum salió a la venta el 21 de septiembre pasado, incluye 14 temas, 12 de los cuales son versiones por primera vez en español de algunos de sus grandes éxitos, y buena parte son interpretados a dúo con importantes creadores de la canción italiana e iberoamericana. La Tigresa de Cremona, como la llamaban los periodistas en los años 60, ha citado al popular Tiziano Ferro para cantar juntos Cuestión de feeling; mientras que el apuesto capitán del equipo de fútbol Inter, el argentino Javier Zanetti la acompaña en el recitativo de la nueva versión de Parole Parole. Además, se sumaron los desgarramientos del cantaor flamenco El Cigala para reprisar Un año de amor, enésima versión de una pieza legendaria, número uno durante muchas semanas en 1965; y el también argentino Diego Torres en Corazón felino.
En Agua y sal, éxito grabado en 1998 por Mina y Adriano Celentano, la diva se une ahora con Miguel Bosé (quien la imitó abiertamente en su doblaje travestido de Un año de amor, para la almodovariana Tacones lejanos). Sobre su colaboración ha dicho el cantante y actor español: «Creo que amo a Mina desde que tengo uso de razón y además ciegamente, incondicionalmente. Hablar de sus cualidades vocales está de sobra, todos las conocemos. Pero más allá de una voz única y excepcional que se atrevió con todo, Mina ha supuesto para la mujer una revolución en general. Audaz, transgresora, poderosa, valiente, descarada, innovadora, caprichosa, radical... son algunos de los adjetivos que podría colgarle. Ella sigue siendo por excelencia La Gran Diva y me temo que la última de su especie. Y por supuesto, cuando La Emperatriz me invitó a cantar con ella, acudí de inmediato, porque tal honor lo reserva para unos cuantos, unos pocos y muy de tarde en tarde lo concede. Grazie cara Mina, forse un giorno capirai».
Pero los dos números inéditos, las mayores sorpresas de Todavía son los dúos con Chico Buarque, en Valsinha, y con Joan Manuel Serrat, en Sin piedad. Mina y Buarque se conocen desde 1967, desde los tiempos cuando el brasileño le donó uno de sus primeros grandes éxitos con La Banda. Poco después escribió Chico Valsinha, que resultó muy conocido en Cuba hace unos 30 años en versión de Nacha Guevara. Según cuentan los privilegiados que han escuchado el dúo Mina-Chico, «es un tema rebosante de melancolía y complicidad entre los dos inmensos creadores que se cantan de un modo diferente al que siempre acostumbraron a cantar, por decirlo a la manera en que lo enuncia la canción».
También Serrat es un viejo amigo y admirador de la ilustre intérprete, pues todavía se recuerda aquella versión en italiano de Mina sobre Balada de otoño, a principios de los años 70, cuando el catalán no soñaba todavía con llegar a convertirse en uno de los mayores cantautores del habla hispana.
Desde siempre Mina adoró cantar en español. Ha paseado más de un centenar de canciones en ese idioma, títulos tan distintos como Moliendo café, Caminemos, Tres palabras, Nostalgia, Espérame en el cielo, Encadenados, La barca, Somos novios, Porque tú me acostumbraste... en una carrera que en 2008 celebrará el medio siglo colmada de importantes realizaciones, aunque el Google, Yahoo y Altavista no quieran dar cuenta de ello. Que no siempre, o casi nunca, son ellos quienes deciden el mérito, el arte y la gloria de muchos virtuosos.