La compañía cubana de teatro infantil ha educado con miel a niños y a mayores con amor a la paz
La ovación fue rotunda. El público de pie en el Teatro de la Orden Tercera del Convento de San Francisco de Asís aplaudió durante varios minutos a la compañía de teatro infantil La Colmenita, luego que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia le entregara al colectivo que dirige Carlos Alberto Cremata la placa que lo acredita como Embajadores de Buena Voluntad de UNICEF, este miércoles.
La ocasión convirtió en pequeña la sede para los tantos que fueron a felicitar a esta tropa que ha puesto en alto el nombre de Cuba por el mundo con obras como Los cuentos de Andersen y Ajiaco de sueños, como seguramente lo hará con La Cenicienta según Los Beatles, pieza con la cual cerró la emotiva celebración. Y es que, como afirmaba José Juan Ortiz, representante en nuestro país de ese organismo, este es un verdadero y merecido reconocimiento a la labor de una agrupación, cuya mayor virtud ha sido educar con miel lo mismo a niños que a mayores; «algo que sabemos continuarán haciendo por todo el planeta».
No debe sorprender a nadie el hecho de que La Colmenita sea la primera agrupación teatral en convertirse en Embajadores de Buena Voluntad, según aseveró Nils Kastberg, director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, «porque nunca ha dejado de defender los derechos de niños y niñas, llevando con su buen arte mensajes de paz y amistad. "Son impresionantes"».
Cremata, por su parte, confesó que «siempre hemos sido grandes admiradores de UNICEF y su obra, y siempre estos niños han sido sus abanderados. Esperamos poder estar a la altura de este nombramiento», y aseguró que el quehacer de los pequeños, principales responsables de este éxito, es el mejor modo de homenajear a sus padres biológicos, a sus cinco papás presos injustamente en el imperio y al padre mayor: Fidel.
Mientras, Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, enfatizaba que la visión de Cremata ha sido la de los que aman y fundan. «Esta es una obra digna de José de la Luz y Caballero, maestro de todos los cubanos.
«Tú has sido un maestro en cuerpo y alma de los niños, y ellos a su vez, en justa correspondencia, se han entregado a un amor supremo, el mismo que tú profesas: el amor a tu tierra, a todos los niños del mundo, a la paz; el amor a remediar cuanto dolor se aposente con la sonrisa, con la alegría, con el corazón en la mano».