A diferencia de la tristeza que mostró casi siempre en su personaje de María Claudia, Leandra es una joven llena de alegría. Foto: Juan Moreno Fue un sábado de sorpresas. La primera llegó a las diez de la noche cuando supe que iba a entrevistar a María Claudia, esa linda joven que se ganó al público cubano con su actuación en la finalizada telenovela brasileña Señora del destino.
Al verla llegó la segunda sorpresa. La imaginaba vestida de negro, con un anillo de plata en cada dedo, sus piercings en los ojos, y aquella mirada triste que casi siempre mostró en la telenovela.
Sin embargo, cuando llegué a casa de la cantautora Sara González, donde María Claudia departía con amigos de ambos países, me encontré con otra persona. Tenía frente a mí a una menuda jovencita de piel bien blanca, pelo corto y rizado, rostro angelical y una sonrisa que nunca mostró a los televidentes.
En pocos segundos salí de mi asombro, cuando ya nos encontrábamos en una habitación, donde nos refugiamos del ruido de la música con que festejaban sus colegas.
La señora Marilia Guimaraes, entrañable amiga brasileña que estimuló esta segunda visita de la actriz a Cuba, nos explicó que Leandra hablaba un poco el español, pero que le preguntara despacio.
Durante casi dos horas conversamos de muchos temas. Desde su formación artística, hasta su planes, pasando por la samba y el fútbol —como buena brasileña, fan del club Flamenco.
Al principio se mostró algo tímida, pero luego dejó a un lado su cortedad y demostró sus dotes de conversadora. Aunque a ratos tenía que hacerle señas de que no estaba entendiéndola, porque mezclaba el portugués con un español, en un sui géneris «portuñol».
Contó que proviene de una familia apegada a la actuación teatral principalmente, y entre sus anécdotas me sorprendió la del «debut» artístico.
«La primera vez que actué tenía solo 20 días de nacida. En ese tiempo me vistieron de actriz y me presentaron a cientos de personas que acudieron a observar una obra de teatro que estaba al comenzar. Ese fue mi estreno, según me contó mi madre».
—Podemos decir que eres actriz de nacimiento...
—A los 12 años realicé mi primer trabajo profesional, y ya han sido varios. Estudié actuación, danza y teatro. He realizado varios cursos para seguir superándome. Tengo 24 años.
—¿Por qué otra vez en Cuba?
—Hace tiempo quería regresar. Y no desaproveché la oportunidad cuando me invitaron al Congreso de Cultura y Desarrollo. Ustedes se parecen mucho a los brasileños. Me han acogido con cariño y me siento como en casa.
«Estuve aquí por vez primera con mi madre cuando tenía seis años. Desde niña mi mamá me contaba historias de Cuba. Esas anécdotas fueron para mí como el cuento de la Caperucita Roja, u otros que les narran a los niños antes de dormir. Por eso conocía muchas cosas acerca de este país y en especial del presidente Fidel Castro.
«En aquella primera ocasión me sucedió algo que nunca olvidaré. Resulta que mi madre estaba en una recepción, y cuando Fidel la saludó le preguntó por su hija. Cuando supo que me habían dejado en el hotel, mostró su deseo de conocerme, y me mandaron a buscar.
«Desde que lo vi lo conocí. Enseguida dije: “Ese hombre vestido de verde y con barba es Fidel”. Y sucedió algo que nunca olvidaré: me cargó en sus brazos.
«Eso para mí fue algo muy impresionante. Tenía seis años solamente, pero sentí que estaba realizando un sueño. ¿Quién me iba a decir que aquel hombre de quien mi madre me contaba tantas buenas historias me cargaría como si yo fuera su propia hija?»
—¿Cómo ves a Cuba ahora?
—En mi país no tenemos mucha información sobre Cuba. Las pocas que llegan a veces tergiversan la verdad. En Brasil muchos creen que esta Isla es solamente el Buena Vista Social Club, y no conocen que es mucho más, y que los cubanos no solo saben bailar y practicar deportes.
«Sí, porque ustedes son muy buenos en muchos deportes, y eso lo sabemos bien, porque casi siempre los atletas de acá les ganan a los brasileños. A veces me “incomodo” cuando veo que ustedes derrotan a nuestros equipos, pero luego se me pasa».
—Aquí muchos te recordamos y admiramos por tu papel en Señora del destino ¿Qué puedes decirnos acerca de María Claudia?
—Fue un papel muy difícil. Tuve que prepararme mucho tiempo para interpretarlo porque no estaba acostumbrada a esos roles. Era algo un poco pesado para mí, ya que tuve que hacer algo opuesto a lo que por lo general hacía, pero aprendí mucho. Hasta me adentré en el mundo del periodismo.
—Tus discusiones con Nazaret estuvieron cargadas de odio. Daba la impresión de que en verdad se aborrecían...
—Si piensas eso fue porque mi interpretación no fue tan mala —sonríe. Para mí fue un reto muy grande trabajar al lado de una actriz tan experimentada como Renata Sorrat (Nazaret). Aprendí con ella. Es una artista que admiro mucho por su gran profesionalidad.
—Las telenovelas brasileñas se han ganado un espacio en muchos hogares del mundo. ¿A qué crees que se debe?
—Brasil se ha especializado en hacer telenovelas. Contamos con personas que cada día se esfuerzan por hacer mucho mejor su trabajo y esa unión profesional da muy buenos resultados. Además, varios directores de teatro y cine han llevado sus obras a la pantalla, y eso ha favorecido el éxito también. Hemos fundado una verdadera industria.
—¿Has tenido la oportunidad de ver alguna telenovela cubana?
—Lamentablemente no. Pero debo decirte que el género en Brasil le debe su nacimiento a la cubana Gloria Magadan. Ella fue quien lo introdujo y lo desarrolló. Allá se hicieron muy famosas obras que también lo fueron aquí, como El derecho de nacer.
—Cine o televisión. ¿Cuál prefieres?
Leandra en el filme El hombre que copiaba.
—No tengo predilección. En los dos hay buenos y malos papeles. Trato de hacerlo bien en cada actuación sin fijarme para el medio que sea. Aunque también he trabajado en varias películas, entre ellas El hombre que copiaba, que cuenta la historia de un joven que para conquistar el amor de una muchacha recurre a trucos y falsificaciones y así escapa de la pobreza.—¿Cuándo te volveremos a ver en el cine?
—Próximamente se estrenará Nombre propio, en la que tengo el papel principal. Se trata de una joven que realiza un viaje desde la ciudad de Brasilia a Sao Pablo, donde trata de hacer su vida como escritora. Se enfrenta a muchas dificultades, entre estas al abandono de su novio y a la incomprensión de la familia.
—¿Solo actúas o también escribes?
—Escribí una obra de teatro llamada Impresiones de mi cuarto. Alguien que se debate en la soledad de su cuarto. Tengo en mente hacer otras.
—¿Se aprecia un creciente compromiso social de las producciones brasileñas, incluyendo las de cine y televisión?
—El reflejo de los problemas sociales en las telenovelas y películas de mí país no es una línea constante, aunque sí es una vertiente. De esta han surgido películas tan significativas como Ciudad de Dios, donde se aborda la violencia juvenil en las favelas.
—¿Tienes también esas preocupaciones?
—Desde los 15 años me vinculé a los movimientos estudiantiles que denunciaban los problemas de mi país. Sobre todo siento preocupación por la situación de la juventud.
—¿Cómo aprecias la relación entre Cuba y Brasil?
—Por ser países tan similares en varios aspectos podrían ser mejores los vínculos. Y creo que estamos en el camino de lograr ese objetivo. Este mismo Congreso en el que participo me parece una de las vías para que los artistas de ambas naciones colaboren más en lograr mejor comunicación.
—En la mayor parte de Señora del destino actuabas vestida de negro. ¿Predilección por ese color?
—No, ninguna. María Claudia era una joven muy sufrida y llena de tristeza, que luchaba por su felicidad, y consideramos que ese tipo de vestuario ayudaría a transmitir ese detalle. Creo que lo logramos.
—¿Cómo son tus relaciones con Lindalva-Isabel, tu «hermanastra» en la novela?
—Nos llevamos muy bien. Es una actriz capaz y profesional. Y me alegré mucho de trabajar con ella.
—Algo que no quisieras dejar de hacer en estos días.
—Visitar la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños. Es una institución que en mi país tiene mucho prestigio, por la profesionalidad de su claustro y la calidad con que forman a quienes estudian allí. Muchos artistas de renombre de nuestro país han pasado por ella.
«Además, me gustará mucho conocer de cerca la vida de los cubanos y ser uno más de ustedes, aunque sea por poco tiempo».