El diálogo con los agramontinos para conocer de primera mano las experiencias tras las intensas lluvias en la zona. Autor: Estudios Revolución Publicado: 16/06/2023 | 09:54 pm
Jiguaní, Granma.-«Estamos con usted», dijo el hombre desde los altos de su humilde casa en la calle Avellaneda, ese camino pardo que el Presidente Díaz-Canel recorrió en la tarde de este viernes con una multitud como compañía. Entonces, la respuesta del Jefe de Estado no se hizo esperar: «Y nosotros con ustedes. Lo más importante es la Revolución».
A la vera del camino cubanos de todas las edades saludaban al mandatario que llegó hasta el lugar, hasta ese universo humano y de naturaleza que días atrás quedó bajo las aguas dejadas por las torrenciales lluvias que azotaron al Oriente cubano.
Hubo un momento en que el mandatario, mientras avanzaba, iban dando la mano a cada poblador porque, como él luego dijo allí en una alocución a todos, en Jiguaní han sobrado las muestras de esfuerzo, de amor y de solidaridad. En ese pedazo de Cuba, muy golpeado por las aguas que cayeron, volvió a emerger una verdad que nadie con sentido de lo justo pondría en duda: el pueblo de Cuba no es solo muy bueno, sino que también es muy grande.
Las aguas subieron a niveles de espanto. Allí están las huellas de todo cuanto se mojó: los colchones puestos al aire libre, los libros -incluyendo algún álbum de bodas-, los preciados objetos con que los seres humanos vamos adornando el día a día y que ahora, en muchos lugares de las provincias afectadas, hay que arreglar o cambiar por otros nuevos.
Y aunque las aguas barrieron con tanto, no pudieron llevarse la sonrisa de los pobladores en Jiguaní, ni las ganar de ordenar y recomponer, ni el don de la gratitud cuando se sabe que muchas fuerzas vivas del país, muchas personas buenas, dirigentes o no, lo están dando todo para remontar lo adverso.
Al llegar al final de la calle Avellaneda, y luego de chequear con autoridades de todos los niveles cómo van las acciones recuperativas, el Presidente quiso hablar al pueblo que se había ido congregando bajo un sol intenso. «Ante todo -dijo el mandatario-, un saludo a todos los pobladores de Jiguaní, y también a todo el pueblo de Granma». Y ese fue el comienzo de una explicación cuyos conceptos, más de uno, han sido escuchados en estos días durante chequeos, al detalle, sobre la recuperación. Fue una explicación donde podía entenderse una filosofía de trabajo, y también un sentido de vida.
El evento meteorológico
Fotos: Estudios Revolución
El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba compartió con los pobladores la explicación sobre este fenómeno de las aguas que cayeron y provocaron grandes inundaciones. Recordó, por ejemplo, que un ciclón pasa en horas, y destruye, «pero este evento estuvo más de cuatro días sucediendo sobre ustedes», así fue, dijo, desde Camagüey hasta Granma.
Se produjeron, comentó, inundaciones como las que no se veían desde hacía unos 30 años, «incluso algunas personas dicen que son históricas, que nunca se habían producido». Díaz-Canel reflexionó que tal fenómeno tiene conexión directa con el cambio climático, con «las afectaciones que han tenido lugar nivel mundial por la irracionalidad con que se han gastado los recursos naturales».
A su análisis de los estragos sumó los casos de construcciones que se hicieron en determinados momentos, que tal vez taparon vías de drenaje, y otras obras que se acometieron sin que incluyeran los pases de tubos necesarios y que terminaron obstruyendo el paso de las aguas. El mandatario manejó cifras de afectaciones -como mismo ha hecho en las últimas horas desde el Palacio de la Revolución, cuando ha dirigido las reuniones de chequeo.
«Desde el primer día -enunció- en que estábamos monitoreando lo que estaba pasando, las autoridades del Gobierno y el Partido de la provincia y el municipio empezaron a trabajar y fueron activando los Consejos de Dirección en todos los municipios, y también el Grupo de Trabajo a nivel de provincia y en los municipios, y la Secretaria del Partido en la provincia tomó la decisión correcta de adelantar el puesto de dirección de la provincia para aquí, para Jiguaní, porque aquí era donde estaba la situación más compleja que se podía apreciar».
«Después se complejizó más (la situación) en otras áreas, pero Jiguaní fue el primer lugar de un impacto tremendo». Eso explica que desde hace días allí trabajen autoridades locales de conjunto con miembros del Secretariado del Comité Central del Partido, con ministros, viceministros, todos trabajando en función de superar las dificultades.
El Presidente valoró que las autoridades han hecho bien el trabajo, más allá de que «pueden existir criterios en alguna persona que por un hecho particular sienta que no se le atendió bien; pero yo creo que en sentido general se trabajó con mucha dedicación». E hizo énfasis: «Creo que aquí nosotros tenemos que hacer un balance justo: nos podemos equivocar, podemos no haber llegado a un lugar en particular, o hay un caso que a lo mejor no ha sido bien atendido, pero la mayoría de los casos fueron atendidos y se van a seguir atendiendo, porque aquí el propósito es que nadie va a quedar desamparado en una situación como esta, porque ese siempre ha sido el precepto de la Revolución».
Las Prioridades
Visita a Camagüey, este viernes. Foto: Estudios Revolución
La agenda de este viernes -a la cual el Presidente cubano dio cumplimiento en compañía del miembro del Buró Político y Secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista, Roberto Morales Ojeda- tuvo su comienzo por la provincia de Camagüey, donde, luego de los análisis correspondientes con las autoridades del territorio, expresó ideas sobre las cuales volvió, en la tarde, en su alocución al pueblo de Jiguaní.
En ambos lugares el dignatario hizo referencia a prioridades; entre ellas, a la necesidad de prepararnos mejor y de actualizar todos los planes de reducción de desastres. Y en la misma línea de pensamiento habló de acopiar alimentos; de trazar estrategias de ciclos cortos de cultivos; de actualizar de inmediato la agricultura urbana y suburbana; de distribuir con agilidad los materiales de construcción -de los cuales se vaya disponiendo en el país-, y hacerlo con agilidad y control; de aprovechar al máximo todas las vías con las cuales garantizar el fluido eléctrico; y de velar por todos los preceptos que garanticen la salud de la población.
«Esto es más fácil explicarlo que hacerlo, porque no tenemos la abundancia de recursos, porque todo no lo podemos resolver de golpe, aseveró el mandatario, pero él también es un convencido de que sí hay que lograr que todos los días le estemos arrancando un pedacito a los problemas, y que todos los días estemos arreglando algo, que todos los días le estemos dando una satisfacción a cada una de las personas afectadas».
La solidaridad en todas direcciones, que los más urgidos sean acompañados, que los cuadros mantengan la comunicación permanente con la base. Sobre tales prioridades habló también Díaz-Canel, quien expresó hacia el final de su intervención: «Creo que esa es la manera en que podemos trabajar, en que estaremos sistemáticamente en contacto con ustedes. Aquí estarán trabajando todas las instituciones de la provincia, y de esa manera vamos a ir superando esta adversidad, sin dar espacio para el pesimismo, sin dar espacio para el desaliento, sin pensar que no podemos».
A los pobladores, dijo el mandatario: «Muchas gracias por el recibimiento que nos han dado hoy; muchas gracias por haber cumplido las orientaciones que les dieron los órganos de dirección y los grupos de trabajo para enfrentar esta situación; muchas gracias porque han participado, junto a nuestras instituciones, en la solución de los problemas; y con todos esos valores nosotros vamos a seguir venciendo, y cada victoria nos llevará a una nueva victoria».
El Presidente cubano tiene la certeza, y así lo expresó en el poblado granmense, de que «con amor vamos a vencer». Por eso también propuso: «Vamos a ponerle el corazón a Cuba». Fue ese el mismo espíritu con el cual recorrió temprano el barrio Nadales, del Consejo Popular Previsora, en la provincia de Camagüey.
Allí también las aguas han golpeado muy duro, se han llevado paredes, han enturbiado las buenas aguas, pero no han barrido con esa fortaleza que llamamos esperanza, ni con la confianza que nace cuando un hombre de manos rudas y con los secretos del campo metidos en el alma, escucha decir a un dignatario que es, primeramente, compatriota: «Vamos a salir adelante».