Envejecer no significa dejar de ser útil a la familia ni a la sociedad. Autor: David Gómez Ávila Publicado: 16/08/2022 | 08:42 pm
Eduardo tiene 86 años, le cuesta caminar y ha perdido casi toda la visión por el glaucoma. En esas condiciones, prefiere quedarse en casa donde lo atiende su familia. Atrás quedaron los días en que caminaba por todo el pueblo haciendo gestiones y saludando a las amistades. Lidia, a sus 79, aún sale a hacer los mandados y a buscar los medicamentos a la farmacia, pero ya no puede coser como antes porque sus ojos no la acompañan.
A Eneida una caída la llevó hasta un sillón de ruedas, y salir con las aceras en las condiciones actuales es muy difícil a sus 77 años. Laines, por su parte, hace más de seis años que dejó de trabajar como asistente en una clínica dental, pues debe cuidar a sus padres que ya no se valen por sí mismos.
Pero envejecer no significa dejar de ser útil a la familia ni a la sociedad, bien lo sabe Fina, que todos los días se levanta temprano para ir a la costa, y luego regresa a la casa para mezclar dulces, los que vende a una cafetería del barrio. Sus hijos la ayudan a conseguir los ingredientes, mientras ella, a sus 71 años, se encarga de dar sabor a las tardes de sus vecinos y otros transeúntes.
Carmela repasa Física en su hogar a los estudiantes de preuniversitario, pues, aunque se retiró del magisterio y la pierna no le permite caminar, desea compartir sus conocimientos. Augusto, por su parte, escribe sus memorias de cuando era dirigente sindical, y se encarga de las labores de jardinería de la casa.
Muchas personas envejecidas desean seguir aportando su fuerza y sus ideas, por lo que debemos crear espacios propicios para ello, y brindarles el respeto y la ayuda que merecen. Todo eso, sin descuidar la atención especializada que necesitan muchas de ellas, más en tiempos tan complejos para la salud y la economía nacional.
En un país como Cuba con una esperanza de vida tan elevada y bajos niveles de fecundidad, el envejecimiento poblacional emerge como uno de los fenómenos demográficos que deben ser priorizados y estudiados, pues el tiempo pasa y los años no perdonan.
Números para interpretar
Actualmente, el país decrece y envejece poblacionalmente, con un crecimiento natural negativo ya que se producen más defunciones que nacimientos. Como perspectiva de la dinámica demográfica, entre 2011 y 2025 la población cubana habrá disminuido en valores absolutos, en algo más de 203 111 personas. Cerca del 26 por ciento de su población tendrá 60 años y más, con un elevado crecimiento absoluto de la de 80 años y más.
Así lo aseguró el Doctor en Ciencias, Antonio Aja Díaz, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (Cedem), en un encuentro reciente con autoridades del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa). Para 2030, las personas de 60 y más años serán 3,3 millones, lo que impactará directamente en la familia y en los recursos laborales.
«La condición de Cuba en años inmediatos al tener una economía envejecida, representa un desafío teniendo en cuenta el incremento significativo de los costos en salud de esta población. Ello demandará mayor protección a los ancianos, incluida la jurídica, la responsabilidad estatal, social y familiar y la promoción de su integración social, según la Constitución de la República», dijo.
Manifestó que también deviene necesidad la existencia de hogares de ancianos y casas de abuelos, con un aumento en la calidad de la atención y los servicios en estas instituciones. Así mismo, un mayor acceso a la asistencia estomatológica, ortopédica, oftalmológica, entre otras.
Otro reto es el monto de pensiones o jubilaciones, así como la cantidad de personas jubiladas que se reincorporan al trabajo como forma de obtener ingresos adicionales, o se mantienen trabajando por encima de la edad de jubilación, cuestión de alta prioridad.
Tal realidad supone un mayor peso sobre la población económicamente activa que deberá sostener a una población envejecida, la familia tendrá cada día un tamaño menor y funciones más complejas que asumir, y persistirá la sobrecarga doméstica y la doble y triple jornada de trabajo para las mujeres, apuntó el director del Cedem.
De dinámicas y contextos
Los fenómenos demográficos tienen como particularidad con respecto a otros sociales, que sus posibles soluciones no repercuten de manera inmediata. Según Aja Díaz, estos mantienen una inercia, aun cuando se implementan políticas dirigidas a cambios en las variables demográficas, lo que implica que sus efectos tarden años en manifestarse en la totalidad de la población.
Con 11,1 millones de habitantes en 2021, el país tuvo comportamientos circunstanciales en su dinámica asociados a la pandemia, caracterizados por un significativo aumento del número de defunciones y una contracción importante de nacimientos. Ello, sumado al natural envejecimiento, plantea la necesidad de trabajar de manera mancomunada para disminuir los efectos negativos y aumentar la calidad de vida de las personas.
También las migraciones, apunta el Director del Cedem, influyen en este proceso, pues gran parte de los que viajan son jóvenes en edad laboral. Por ello, constituye un desafío focalizar la atención a la dinámica demográfica a las diferencias territoriales y locales, así como a la disminución del embarazo y la fecundidad adolescente.
Añadió que para incrementar la participación de las personas en la sociedad se hace necesario erradicar viejas concepciones sexistas que obstaculizan en la práctica el pleno ejercicio de la igualdad, como la existencia de un modelo de dirección predominantemente masculino. De vital importancia resulta también brindar una atención integral a la formación de la población joven como elemento estratégico para el desarrollo económico y social del país.
Como necesidad para la nación, figura el trabajo para mejorar las condiciones de vivienda de la población, por lo que urge encarar este tema de forma integral, como un problema social que tenga diferentes formas de financiamiento y gestión, consideró Aja Díaz.
Esfuerzos para el futuro
Para el Director del Cedem la atención a la dinámica demográfica como política pública debe incentivar un comportamiento propositivo y planeado, no simplemente reactivo ni casual.«Se necesita una estrategia de acción colectiva, deliberadamente diseñada y calculada en función de determinados objetivos», acotó.
En tal sentido, el país trabaja en el reconocimiento y la máxima utilización de la ciencia, la tecnología y la innovación en todos los procesos de dirección, y otorga gran relevancia a los programas de desarrollo humano, equidad y justicia social, así como las políticas para el adelanto de la mujer, la atención a la niñez y la juventud, el programa contra el racismo y la discriminación racial y el nuevo Código de las Familias.
De ahí que la política demográfica aprobada en Cuba busca estimular la fecundidad con el fin de acercarse al remplazo poblacional en una perspectiva inmediata, atender las necesidades de la creciente población de 60 años y más, así como fomentar la participación de los adultos mayores en las tareas económicas, políticas y sociales y estimular el empleo mayoritario de las personas aptas para trabajar.
Asimismo, seguir estudiando y atendiendo las causas que provocan la migración interna y externa, en función de reducir estos flujos, mitigar el despoblamiento de municipios y zonas rurales, y trazar políticas que faciliten la participación de los cubanos residentes en el exterior en los procesos de desarrollo socioeconómico en el país, recalcó.
El especialista precisó que se requiere de un cambio de mentalidad en la comprensión, atención y seguimiento de la situación demográfica nacional, que tenga como principios los preceptos de la Constitución de la República, de manera que «el eje principal que lo sustente sea la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas, desde un enfoque de ciclo de vida, incorporándolo de manera efectiva como un elemento prioritario para la estrategia de desarrollo económico y social a nivel de país, territorial y local».