JUAN MANUEL MÁRQUEZ RODRÍGUEZ Autor: Juventud Rebelde Publicado: 13/07/2018 | 10:18 am
Cuando se habla de figuras imprescindibles en la historia del país, resalta el nombre de Juan Manuel Márquez como una de las mentes más brillantes, como el periodista que no le temblaba la mano, como hombre de confianza de Fidel. El 15 de diciembre de 1956, después de su captura por la tiranía, pasó a la inmortalidad para guiar la lucha hacia la verdadera independencia, a la libertad de este pueblo al que le entregó la vida.
El municipio habanero de Marianao vio forjarse en él toda la vocación revolucionaria. Su impronta aún se siente en las calles y los barrios de esta localidad que hoy lo atesora como patriota insigne. Pero este hombre de acción y pensamiento – que solo tuvo 41 años para entregar a su Patria- trascendió los límites locales en su lucha por la liberación nacional. Estudiarlo, rescatar su historia y mantener vivo ese espíritu de lucha al cual dedicó tanto sacrificio, es clave para comprender nuestra historia, para sentir en la piel lo que cuentan los libros, para comprender cómo llegamos hasta aquí y por qué es tan importante mantener el país que él soñó.
A este joven rebelde el periodismo le daba la oportunidad de crecer y dar a conocer el sentir del pueblo. Desde la adolescencia buscó espacios que le permitieran mostrar las injusticas. Sus ideas y acciones lo llevaron a prisión varias veces, pero nunca fue ese motivo para dejar su lucha. Fundó publicaciones como Radical, Catapulta, donde transmitió su pensamiento político; en este último escribió: «No abandonaremos nuestra pluma mientras no obtengamos la realización del programa revolucionario que nos impusimos al principio de la lucha».
El periodista también encontró en las páginas del semanario El Sol la vía para que su palabra sirviera de apoyo a las necesidades del pueblo y a la búsqueda por la justicia social. Fue precisamente ese carácter el que lo convirtió en líder, y su convicción de que la revolución era la única alternativa para conquistar la libertad, le demostró a Fidel que en los hombros de este joven también estaba el futuro de la nación.
Responsabilidades de primer orden asumió el periodista como segundo jefe de la Dirección Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Recaudó fondos para adquirir armas y equipos de guerra, trabajó intensamente con los emigrados, participó en la búsqueda y selección de los lugares para el alojamiento y el entrenamiento de los futuros expedicionarios, pero ninguna de estas tareas le impidieron formarse militarmente como el resto de sus compañeros.
Y así, como segundo al mando de la expedición del Granma, Juan Manuel zarpó en el viaje que cambiaría el destino de Cuba, siempre seguro de que la prioridad era la libertad. Luego del desigual combate de Alegría de Pío, que dispersó a los 82 expedicionarios, el lugarteniente deambuló por la ciénaga maltratado por el hambre y la sed sin encontrar el rumbo hacia la Sierra Maestra. La tiranía lo tomó prisionero en mal estado físico, lo torturó y asesinó un día como hoy hace 65 años, pero no pudo matar su ejemplo. En hombres como él está la valentía de todo un pueblo, y las ganas de quienes luego triunfaron y dieron a Cuba los derechos ansiados.