Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El hombre de las rosas

Un cooperativista holguinero rinde homenaje cada día a una representación de lo mejor de nuestra historia enviando flores al cementerio de Santa Ifigenia

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.

Tomado de El Principito

HOLGUÍN.— Sus padres lo dieron por imposible cuando abandonó los estudios de preuniversitario y se quedó para arar y cosechar. De nada valieron regaños o consejos: William Martínez se «sembró» también en la tierra de su familia, en el valle de Mayabe. El menor de cinco hermanos había sellado su suerte.

Pero cada ser humano posee luz propia y al campesino holguinero le sobrarían momentos para demostrar que no estaba errado, y mucho menos descarriado. A los 57 años de edad, repasando aquella decisión, se cataloga como un cubano agradecido, sin pretensión alguna de ser exaltado.

El cooperativista de la CCS Calixto García, del municipio de Holguín, se propuso que no falten rosas blancas en el monolito donde se guardan las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro, en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia, en la ciudad de Santiago de Cuba.

Llueva, truene o relampaguee, Martínez garantiza flores en varios puntos del camposanto Monumento Nacional: «La idea de todo es del mismo Fidel. Él es su responsable, porque hace unos cuantos años, en una visita suya al cementerio con motivo de una conmemoración, me contaron que se interesó en saber si a los mártires y personalidades cuyos restos reposan allí se les colocaban flores a diario, y le respondieron que solo en fechas notables o aniversarios. Entonces solicitó que a partir de la mañana siguiente se les situaran flores frescas a todos diariamente».

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La tarea recayó en el Gobierno, la dirección de Servicios Comunales y otros responsables de territorio santiaguero, a quienes se les hizo difícil mantenerla, porque en esta provincia escasean las flores, reñidas con las altas temperaturas.

«Como desde mi juventud —expresa— tengo relaciones contractuales con Santiago de Cuba, pensaron en mí para lograr estabilidad. Las autoridades santiagueras me contactaron y en un primer momento reflexioné mucho, dada la alta responsabilidad que asumiría.

«Pero junto a otros campesinos nos planteamos eliminar cualquier fallo, porque no importan temblores de tierra, ciclones o pandemias: haya lo que haya, las flores son trasladadas a Santa Ifigenia».

La cantidad que lleva ronda las 1 080 rosas diarias para áreas como el Callejón de los Trovadores o la dedicada a los Mártires del 26 de Julio, por ejemplo: «Después del fallecimiento del Comandante en Jefe y el posterior traslado de sus restos a allí, también en el monolito empezamos a poner rosas blancas.

«Luego se les pusieron a Carlos Manuel de Céspedes y Mariana Grajales. Al inicio se colocaban blancas solo a José Martí, y las de otros colores, siempre frescas, al resto de los mártires y personalidades.

«Las transportamos en tres carros nuestros en días alternos. Ya que tenemos condiciones en Santiago de Cuba, por iniciativa del Gobierno de esa provincia, para que sean resguardadas en una nevera, conservadas en agua, desde la tarde, y moverlas al amanecer. Siempre se sustituyen las del día anterior, independientemente de su estado de conservación. A Martí se le ponen 60; a Mariana y Céspedes, 18; y a Fidel, unas 12», especifica sin detener el corte de rosas, asunto espinoso, pero en su opinión muy inspirador.

Estuvo cuando arribaron las cenizas del Comandante en Jefe a Santiago de Cuba: «Fue algo doloroso y trascendental, y durante esas tristes horas pensé que él también merecía flores blancas. Cuando se decidió hacerlo volví a conmoverme».

Aunque en su finca predominan los cultivos varios –produce viandas, granos y hortalizas–, desde sus 26 años dedica alrededor de dos hectáreas a las rosas.

«Me gusta la tierra —subraya—, la amo y la disfruto, y a las flores igual. A estas llegué gracias a consejos de familiares que me explicaron sus bondades y su resistencia a fenómenos como sequías o ciclones, que tantas cosechas destruyen.

«Sus plantas siempre están ahí, a veces en mayor cantidad, a veces en menor, mas son muy fuertes. El ciclo de trabajo es constante, porque necesitan de un cuidado habitual: se cultivan, deshierban, se les pasa la mano a los troncos, se empareja el terreno, las regamos, fertilizamos, fumigamos…».

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A Santa Ifigenia destina rosas rojas (príncipes negros), amarillas, rosadas, color hueso y blancas, y ha ideado, acompañado por integrantes de su cooperativa, jardines para obtener flores en el Conjunto Histórico de Birán y en los mausoleos a héroes y mártires del Segundo y Tercer Frente orientales.

Monolito del líder histórico de la Revolución cubana en el cementerio de Santa Ifigenia. Foto: Miguel Rubiera Justiz/ACN

Garantizan igualmente plantas ornamentales donde descansan Abel Santamaría y Mariana Grajales, y en tres fechas significativas vinculadas al Comandante en Jefe (su cumpleaños, su partida física y el día en que fueron depositados sus restos en el monolito, el 4 de diciembre de 2016). Con apoyo de las trabajadoras del cementerio, les obsequian flores a visitantes que van a reafirmar la trayectoria revolucionaria de Fidel.

En la tercera de las conmemoraciones se suman productores de flores asociados a la ANAP en el municipio de Holguín, en función de garantizarles rosas de forma gratuita a miles de personas que acuden en peregrinación.         

El principal compromiso lo mantiene en su conciencia y el corazón: «Hace poco, a causa del estrés, tuve una afección cardiaca con peligro evidente para la vida, y reposando en una camilla en el hospital les orienté a una de mis hijas y a su esposo que este gesto con la historia nunca puede flaquear ni desaparecer por insuficiencias nuestras, si se continúa confiando en nosotros. La vida me probó, pero estoy seguro del relevo que he venido preparando».

Mirando las nubes de paso por el valle de Mayabe, como si esperara pronto el chaparrón de agosto, alude al triunfo de la Revolución, pues desde ese enero los campesinos fueron beneficiados: «Mis hermanos y mis padres me contaron pasajes históricos e inculcaron valores que me convirtieron en un defensor total de la Cuba socialista. Esto es algo sagrado que acepté para rendirles tributo a mártires y personalidades», recalca.

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