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La COVID-19 comienza a subir la parada en Ciego de Ávila

Con dos municipios en fase de transmisión limitada y con números similares a los picos del pasado rebrote, la provincia avileña comienza un apretado forcejeo con el nuevo coronavirus

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

CIEGO DE ÁVILA.— A un paso firme y creciente, cuyas resonancias comenzaron a escucharse desde el 1ro. de enero de 2021, Ciego de Ávila atravesó la delgada línea roja de la nueva normalidad y transitó hacia la batalla campal contra la COVID-19 al decretarse la Fase III para la provincia y ubicar dos territorios, Majagua y Morón, en las cuerdas de la transmisión autóctona limitada.

A esos cambios —anunciados por el Ministro de Salud Pública, doctor José Ángel Portal Miranda, en la Mesa Redonda de este viernes—, se añade que el municipio cabecera pasó a la Fase II, teniendo en cuenta el número de confirmados en las últimas horas.

El doctor Eduardo Zalascaín Petgrave, subdirector provincial de Higiene y Epidemiología, explicaba que un rasgo de la pandemia en Ciego de Ávila en estos días es el nivel de dispersión de los casos, contrario a los eventos registrados en el rebrote del 2020, cuando se concentraron en localidades y eventos institucionales.

No obstante, los números sonaban: ya todos los municipios registran casos y los 21 positivos anunciados en la mañana del viernes, junto al campanazo de los 43 confirmados este sábado, forman parte de una cadena que ya se miraba con preocupación al comenzar bien arriba.

Nótese que desde los primeros días de enero Ciego de Ávila mostraba más de 30 casos, y esos fueron algunos de los números que se movieron dentro de la zona de picos del último rebrote registrado en la provincia el pasado año. Por lo tanto, el cambio de fase se veía en el horizonte desde que el Laboratorio de PCR en el Hospital de Morón comenzó a reportar confirmados, dentro de los cuales sobresalían los viajeros internacionales con una tendencia señalada por la Dirección Provincial de Salud: de cada dos personas recién llegadas, se producía el contagio de un ciudadano autóctono. Es cierto que la zona avileña no alcanza las cifras de las provincias más incididas, pero los datos no son de jubileo.

De ahí que en la provincia se empezaran a implementar medidas que eran propias de una fase de enfrentamiento directo, como el rediseño de los servicios en los dos hospitales provinciales, el reforzamiento de las medidas de seguridad para evitar eventos de transmisión institucional y el incremento de las pesquisas, entre otras.

Sin embargo, no toda la responsabilidad del actual incremento de los casos se puede dirigir a viajeros. Muchos sí han respetado los protocolos, contrario a ciudadanos que no tomaron aviones y han mantenido una actitud negligente, con violaciones de las medidas más elementales en lugares públicos.

Dentro de ese cuadro, durante la última quincena los números más preocupantes de infectados se mostraban en los municipios de Morón (54), donde se reportó el mayor número de infectados en el último reporte del país, Ciego de Ávila (46) y Majagua (34), este último con una elevada tasa de transmisión (132, 8 por cada 100 000 habitantes) y donde las inspecciones encontraron violaciones en establecimientos gastronómicos, tanto estatales como particularidades, en la localidad de Campo Hatuey, en plena Carretera Central.

Además de las multas, como explicó el doctor Ángel Batista Díaz, director provincial de Salud, la medida en estos casos fue el cierre de la actividad por incumplimiento de las medidas sanitarias. En el Servi Cupet solo quedó abierto el expendio de combustible para apoyar la actividad económica del territorio majagüense; pero con una tarjeta amarilla, casi roja, para la administración, por permitir el acceso de un trabajador con síntomas de afecciones respiratorias, entre otras contravenciones.

¿Podrán incrementarse los casos más allá de los números actuales? No es descartable que eso ocurra; sobre todo por la dispersión de los 72 controles de foco, asociados al movimiento alrededor de los viajeros. De ahí que esta nueva ola se gana, en buena medida, con el control estricto (diríamos que a punta de lápiz) de los que entran al país. Pero, sobre todo, con la observación de los que se mueven alrededor de ellos.

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