Pintura de M. Acosta, 1981. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 11/01/2021 | 11:04 pm
Aquellos personajes ilustres o anónimos, mujeres y hombres de corazones anchos, habían brincado gloriosamente de la quietud a la selva incómoda para empezar a levantar, entre privaciones y sangre, una patria.
Habían llegado a desafiar con machetes independentistas y románticos deseos la enorme montaña de armamentos de la metrópoli, más allá de su poder o sus símbolos.
Como si todo eso fuera poco, determinaron iniciar el increíble fuego del 12 de enero de 1869, que convirtió a una ciudad-país en llamarada enorme, cuyo resplandor nos ilumina hasta hoy.
En la quema ardieron devoradas las mansiones propias, las joyas, la papelería toda, los templos, hasta las cocheras y las hermosas muñecas de las niñas. Poco más de cien viviendas quedaron en pie de los cerca de 1 300 inmuebles con que contaba la ciudad.
No se puede ocultar que en medio de la consulta y la tea levantada sobrevino el pesar en los moradores de aquel Bayamo insurrecto, capaz de haber vivido 83 días con un Gobierno Revolucionario luego del canto colectivo del Himno, supremo hecho de la historia.
Pero, a la vuelta de 152 años, no deberíamos mirar con aflicción el acto temerario. Deberíamos estremecernos al saber que tres días después de la combustión inmensa, los uniformados españoles conducidos por el Conde de Valmaseda lograron entrar a la ciudad y encontraron vigas humeantes, nada más.
Deberíamos inclinar la frente ante las mujeres que cargaron sus niños con lágrimas largas en el rostro e incendiaron sus pertenencias; ante los ancianos que olvidaron la gravedad de sus años y marcharon al monte; ante Perucho prendiéndole candela a su piano y a sus lujos; ante el Aguilera millonario haciendo arder sus arcas; ante cada uno de los que se fueron con casi nada a cuestas a vivir bajo los árboles, sin otra luz que el deseo de la libertad.
Ahora mismo tendríamos que comprender que la resolución ardiente de Bayamo sobrepasó una ubicación geográfica para convertirse en repetido signo de Cuba.