Héctor Luis sigue tocando puertas para cerrarle el paso a la pandemia. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 11/04/2020 | 10:37 pm
CARACAS, Venezuela.— Héctor Luis González Cuadra cada mañana sale a buscar posibles enfermos en áreas de la parroquia José Casanova Godoy, en la ciudad de Maracay, estado de Aragua.
Y lo hace unido a sus compatriotas del Centro de Diagnóstico Integral (CDI) Atanasio Girardot, porque sabe que «la comunidad es el escenario fundamental de enfrentamiento para vencer ahora la batalla contra la COVID-19», asegura.
Por convicciones propias, Héctor Luis ha entregado 29 meses, de sus 27 años de edad, a servir en la patria de Bolívar.
Cuenta que en una de las tantas jornadas de pesquisaje, un señor le espetó: «Enséñeme su identificación. Una bata no lo hace médico». Y el galeno no hizo mutis: «No es la bata, señor, la que me hace médico, sino que esté hoy tocando su puerta, preocupado por usted que es de la tercera edad y está en grupo de riesgo ante la pandemia. Me hace médico tolerar, por dignidad, su ofensa y el maltrato, y que yo insista, y le pregunte cómo se siente, señor.
«Me hace médico tener a mi familia lejos y convertirlo a usted en mi prioridad. Llevo en mi alma fe en la salud que me viste más que mi bata. Sepa usted, señor, que, aunque no le agrademos ni el Gobierno ni yo, los dos estamos pensando en usted».
Este venezolano es de esos seres que se dejan embaucar por campañas difamatorias y asume posición de clase élite, que ignora la existencia de médicos en regiones distantes para procurarles seguridad y sosiego a la población
Héctor Luis siente los temores naturales que supone darle cara a un peligroso enemigo, como la COVID-19, invisible, y que puede ser letal. Pero «estoy tranquilo, confiesa, utilizo los medios de bioseguridad y mi CDI cuenta con especialistas y personal sanitario muy bien preparados. Confío en Cuba y en sus médicos que hoy son mis compañeros».