Ley Helms Burton Autor: Linares Publicado: 11/06/2019 | 09:18 pm
EL 12 de junio de 1901, por 16 votos contra 11, en el seno de la Asamblea Constituyente se efectuó la última votación que dio por resultado la aprobación de la Enmienda Platt, impuesta a la fuerza como apéndice a la Constitución cubana de ese año, bajo la amenaza de que la futura República nacía con Enmienda o no habría República.
Sus ocho artículos constituyeron una ofensa a la lucha de los cubanos por su soberanía e independencia desde 1868. En el texto se concedía a Estados Unidos el derecho a intervenir militarmente en la Isla en caso de que peligraran, a su juicio, la vida, la propiedad o las libertades individuales, además de establecer la cesión de porciones de suelo cubano para la ubicación de estaciones navales o carboneras norteamericanas. La ilegal Base Naval de Guantánamo es fiel ejemplo de ello.
Igualmente humillante fue el artículo VI, en el que se proclamaba «que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma».
El propio gobernador militar general, Leonardo Wood, así lo reconocía en carta confidencial al entonces presidente de su país, Theodore Roosevelt, el 28 de octubre de 1901: «...Por supuesto, que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt y lo único indicado ahora es buscar la anexión. (…) La isla se norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo...».
Frente a aquella afrenta se alzaron voces de verdaderos patriotas como Juan Gualberto Gómez, Salvador Cisneros y Manuel Sanguily, quienes ofrecieron contundentes argumentos para desenmascarar las intenciones de dominación imperialista. Finalmente, la República surgida el 20 de mayo de 1902, aunque con himno, bandera y escudo, nació maniatada y dependiente de los intereses yanquis.
Al hacer un análisis de esta Enmienda, el Comandante en Jefe, Fidel Castro, expresó que lo peor fue la hipocresía, el engaño, el maquiavelismo y el cinismo con que elaboraron el plan para apoderarse de Cuba, al extremo de proclamar públicamente los mismos argumentos de John Quincy Adams en 1823, sobre la manzana que caería por gravedad.
Similar es el basamento que hoy utilizan representantes del Gobierno de Estados Unidos para hablar de su relación con América Latina, y especialmente con nuestra Patria, cuando refuerzan el bloqueo y activan el Título III de la Ley Helms-Burton.
Frente a esas nuevas agresiones, el pueblo cubano, con el protagonismo de los más jóvenes, levanta su voz y proclama alto y claro a los instigadores del odio y la mentira, al igual que lo hicieron sus mejores hijos en 1901: ¡No nos entendemos!